Jueves

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Era jueves, al fin. Ésta vez sin ningún Esteban o una zorra calienta huevos que alegrara la escencia de éstos días con la gloriosa frase "feliz jueves". Pero no podía quejarme, tenía planeado que fuera un buen día. Excepto porque no tenía mi sudadera, ni a Evie… pero son quizá, detalles relativamente insignificantes. (La verdad es que ambas cosas son relevantes para mí integridad mental, incluyendo el "feliz jueves").

Me levanté temprano, no tenía ninguna otra sudadera que para el tiempo fuera perfecta como la verde… esa no da calor pero si quita el frío. Entonces me límite a usar mi ropa de siempre… sin la sudadera, ¡ahhh! — ruido de dolor en el pecho —.

Una playera blanca, pantalón negro, calcetines ridículos y zapatos deportivos negros, también.

Zack estaba ahí, tenía dos mochilas, una de útiles y la otra dónde estaba su uniforme del equipo. Él estaba emocionado por el partido y bueno, mañana no iba haber clases, entonces yo también andaba contento porque le podía ir a partir la madre a Evie y recuperar mi lápiz 4B robado y mi sudadera.

Entonces fuimos juntos hasta la escuela. Ninguno se dignó a comenzar un tema de conversación

Llegamos, Evie ya debía haber llegado y fui al salón, mi hogar en ésta selva. Ella estaba ahí, tenía mi sudadera puesta. Estaba recostada en su pupitre.

Y llegué, me senté a su lado y no dije nada.

Ella escuchó que llegué y se levantó al instante, se veía contenta.

- ¡Hey! ¡Hola! - Dijo eufórica.

- Holaaa - Saludé fingiendo euforia. No me salió muy bien.

- Ayer ni me di cuenta que te fuiste…

- Me di cuenta.

- Ahora entiendo porque amas ésta cosa. No da calor y es muy cómoda - Ella tenía sus manos totalmente escondidas en las mangas, de los hombros tampoco le quedaba y estaba cerrada. Se veía estúpidamente linda, y aparte le llegaba hasta lo hasta donde terminan las nalgas.

Sólo la veía maravillado.

- Bueeeno - Ella comenzó a bajar el cierre. - Es hora de devolvertela.

- Si quieres te la presto por hoy. - Ella se veía tan feliz con ella… diablos. Debí pensar antes de ofrecer. Un día no va a tener culo para el novio y yo ahí voy a andar ofreciéndole el mío…

Sus ojos se iluminaron y explotó abrazándome desde el cuello. Mientras gritaba agradeciendo y negando, negociando, aceptando, negociando, agradeciendo y así en bucle, hasta que se calmó… extrañaba verla así, tan viva.

- Relájate, solo fue un día…

- Tu nunca prestas cosas así.

- Es raro prestar ropa.

- Bueno sí. Tienes razón. La cuidaré como a Lechuga - Lechuga era un cuyo que tenía. Se murió de viejo o algo así (o un viejo lo cocinó, no recuerdo los detalles, pero había algo de viejo y una cocina).

No respondí, estaba viendo que no veo bien… valga la redundancia

- ¿Saito?

- Tienes razón. Reparé mis lentes…

- Oh…

- ¿Y el mamado gay?

- ¿Qué…?

No contesté.

- ¡Ah! … él … eh~ mierda. - Ella sacó su celular, su ánimo desapareció. Me molesté conmigo mismo por haber sacado el tema.

- ¿Todo bien?

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