Pasar

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Bajo mis ojos se sentía terriblemente pesado… sentía las ojeras. Veía al techo sin más… ¿a dónde más iba a ver? Solo miraba el pasar de minutos en el celular… además que rompí el reloj.

Una pequeña mancha de la pintura del reloj se quedó plasmada en la pared, las piezas, estaban por todos lados.

Alguien tocó la puerta.

Cerré los ojos, como fingiendo estar durmiendo.

- ¿Qué pasó aquí? - Era mamá, rabió entre labios.

Mantuve los ojos cerrados.

- ¡Zack! Trae la escoba. - Ella abrió la cortina, y la luz entró como detonado sobre mi rostro.

Abrí los ojos asqueados, y la miré. Ella me veía.

- Saito, son las once, ya es tarde. Levántate, limpia esto y come algo. Saldré con Denisse a una comida de negocios. Volveré tarde.

La miré para apartar la mirada.

- Cuando vuelva hablamos de esto, me debes una explicación.

Ella Salió de la habitación mientras Zack dejaba la escoba recargada en el marco de la puerta. Dejaron la puerta y las cortinas abiertas.

Tomé una cobija y me tapé la cara.

Escuché a Zack aclarar la garganta.

- Aquí te dejé la escoba.

No contesté.

Esperé a que todo se quedara en silencio. Y hasta que así fue, me quité la cobija de la cara, miré los trozos d lo que quedó del reloj. Miré hacia la puerta y Vi la escoba y el recogedor.

Me levanté y tomé la escoba. Simplemente barrí todo y lo agrupé en el recogedor para luego ponerlo en el bote de basura.

Entonces salí a la cocina. De pasó miré el espejo. Aún tenía el ojo derecho morado. Y el rasguño de la izquierda ardía. Lo miré con detalle, estaba abierto de nuevo, estaba seca.

- Va a dejar una fea cicatriz.

Miré por el espejo, era Clara.

- ¿Cómo estás? - Ella puso su mano sobre mi hombro.

No le contesté. No sabía que decirle. No sabía que es lo que diría al abrir la boca. Miraba mi reflejo.

Ella me volteó y quitó el cabello de mi cara.

- No se ve tan mal. - Era la voz de Zack. Luego éste se divisó por mi lado izquierdo, mientras el rostro de Clara expresaba dolor y asco.

- ¿Tenías ese anillo puesto cuando lo golpeaste? - Ella preguntó.

Mire su mano. El anillo que le regalé en su cumpleaños, de Silver cat de Dark Souls 2.

- Creo que sí. Pero sanará.

- Por supuesto. Rómpele la cara las veces que quieras, imbécil. - Clara me soltó, pero se volteó bruscamente para insultar a Zack.

Aproveché que comenzaron a discutir para escabullirme e irme a la cocina. Sus gritos cada vez se intensificaban.

- Tu sólo apareces para arreglar las cagadas de Evie. - Señaló con la voz Zack.

- Pues a diferencia de ustedes, por lo menos me preocupo por él.

- Ése imbécil obtiene lo que merece. Si le pasan cosas malas, debe ser por una buena razón.

Tomé los audífonos de papá y los conecté. Reproducí al azar un playlist.

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