Capítulo 4

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Gracias a él conocí personas maravillosas:

Y ahí me encontraba junto a JoonHyuk, que ahora vestía su uniforme de trabajo, o bueno, la mitad. Pues la cabeza de ese panda se encontraba en el piso del local, junto a sus rodillas.

-Por favor Bora- rogaba con las manos unidas- ¡Por favor!-Gritó, hacia la chica que con furia quería sacárselo de encima. Mi sorpresa, se iba transformando en vergüenza con el pasar de los minutos. Ya no sabía cuánto tenía JoonHyuk arrodillado frente al mostrador, sujetándose de dónde podía para cumplir su berrinche. -Ella es una gran trabajadora, y te juro que se esforzará. ¡Sólo mírala! Está perdida y desorientada, ella no es de aquí. ¡Y tú no le quieres dar trabajo!
Los clientes poco a poco comenzaron a irse del lugar, haciendo que la cajera y me supongo, la encargada, Bora cambiara de parecer.
-¡BIEN!- gritó empujando al pelinegro JoonHyuk.- Pero ella es tú responsabilidad.- caminó hasta mí, intimidándome un poco y me lanzó un paquete de cosas.- Empiezas ahorita- y me arrebató la carpeta con mis documentos, escabulléndose en la puerta de la cocina poco después.
Me giré con una ceja alzada hacia JoonHyuk, quien se sacudía el pelaje de su disfraz de panda.
-Sí, claro, tengo influencias- me burlé- los convenceré con mis encantos.
Reímos.
-Calla, que tienes trabajo.
-¡Y tu perderás el tuyo si no te pones esa cabeza y sales a repartir folletos!
Se escuchó desde el otro lado de la puerta tras el mostrador.
-Bien, esa es mi señal- dijo divertido poniéndose la cabeza del panda- Te veo en un rato Mitchel.
Y con pequeñas palmadas que le propiné partimos caminos diferentes.

Me metí al baño, y me paré frente al espejo. Y pensando que este trabajo solo sería temporal, me saqué el suéter bordado lila por la cabeza, cambiándolo por el delantal color café con un logo de un panda al frente. Me sujeté el cabello con puntas rosas en una coleta alta, y completé mi uniforme poniéndome una diadema con dos lindas orejas de panda. Me alisé el vestido blanco y salí.

La tarde se me pasó con una rápida explicación sobre lo que tenía qué hacer y cómo hacer funcionar las máquinas de café, al igual que repartiendo y pidiendo órdenes a los clientes que el Panda JoonHyuk se encargaba de hacer entrar. La agresiva Bora, poco a poco se transformó en una amable chica de cabello lacio y rubio que con una sonrisa cobraba a los clientes. Me sentí complacida por mi ambiente de trabajo.

-Mitchel ¿cierto?
Me enderecé y volteé hacia Bora, quien me llamaba.
-Sí, ¿sucede algo?
-¿Qué son tú y JoonHyuk?
Me preguntó pasando un paño húmedo por la barra.
-Nada, bueno.- volteé a verlo y sonreír viendo por la gran pared de cristal como bailaba y hacía reír a los niños- Solo amigos, lo conocí ayer.
-¿Ayer?
-Sí, ayer me pagó la cena y yo el taxi de regreso. Supongo que eso hacen los amigos ¿no?
Reí, dedicándome a lavar unas tazas más.
-Entonces, no te gusta ¿cierto?
-¿Qué?- grité. Pero bajé mi tono después de haberlo notado- No, no. Tengo novio.
Me giré viendo como el cuerpo de Bora se aligeraba.
-¿A ti..
-¡No!- me interrumpió, y se giró molesta.- No digas tonterías.- y con pasos firmes se adentró a la cocina.

(...)

Las luces se apagaron y yo estaba rendida. Agradecí haberme puesto unas bailarinas. Dejé la cubeta con el trapeador en la bodega y corrí hasta la entrada donde se encontraban JoonHyuk y Bora.
-Mañana a la misma hora- me dijo Bora antes de irse.
-Supongo que te ha tocado el turno de la tarde- sonrió JoonHyuk – seremos compañeros.
Reí. Y eso esperaba, porque era muy divertido estar con él en el trabajo.
-Sí, eso me supongo.
Me solté la coleta y alisé mi cabello con las manos.
-Bien, me tengo que ir- alcé mi mano- Hasta mañana.
Comencé a caminar hasta una parada de autobús. El único que sabía usar, para ser honesta, y todo gracias a una señora que con amabilidad me explicó que podía tomarlo a dos calles de mi edificio y me dejaría en la esquina de dónde trabajo.
-Espera, Mitchel- escuché a JoonHyuk, y en unos segundos ya estaba a mi lado.-Te acompaño.
-¿Vas a tomar ese autobús también?
-No- se llevó la mano a la nuca- Pero quiero acompañarte.
-No es necesario, gracias- sonreí.
-No, no. Insisto. Es tarde y puede ser peligroso...
-¿Tarde?- saqué mi teléfono y revisé la hora- Si apenas son las ocho.
-¿Y eso no se te hace tarde?
Reí mientras negaba.
-Bien, como gustes.

Ambos caminamos hasta la esquina, y sentados sobre la banca esperamos el autobús. Poco a poco, en nuestra espera el cielo comenzó a oscurecerse, y me entristecí al no ver estrellas en el cielo.

-¿Aquí no hay estrellas?
-¿Qué?- la vista de JoonHyuk se fue al cielo- No, me supongo que es por la luz.
-Sí, aquí es mucho más grande que allá.
-¿A qué te refieres?
-En la ciudad donde vivía antes, en México. También hay muchos edificios, pero no los suficientes, porque las estrellas se cuelan todavía con su luz- sonreí nostálgica, en estas semanas no me había dado el tiempo de extrañar lo que tenía. De sentir como mi pecho de estrujaba cuando pensaba en Hanna y Nacim, o como quería llorar al recordar a mi padre. Tomé aire llenándome el pecho y sonreí mirando a JoonHyuk, resistiendo todas esas ganas de romper a llorar.
-¿Estás bien?
-Sí, claro- me pasé la mano por la mejilla.- Es solo que... extraño un poco a mi familia.
-¿Por qué viniste Mitchel?
-Vine por alguien- sonreí.
-¿Por quién?
-Por mi novio. Él es de aquí, y la distancia nos mataba.- reí- así que decidí mudarme.
JoonHyuk asintió.
-¿Y por qué no viene por ti? Digo, dejarte a la buena de Dios no me parece razonable.
-Tiene trabajo.- saqué mi teléfono y suspiré al no ver ninguna llamada o mensaje- me supongo que todavía se encuentra allá.
Me levanté cuando el camión se detuvo frente a nosotros.
-Adiós JoonHyuk. Gracias por todo.- sonreí y me adentré al camión.

Caminé hasta el fondo después de haber pagado y me senté, me despedí con la mano a JoonHyuk que se quedó sentado en la banca, viéndome partir.

(...)
-¿Y te fue bien?
Escuché a YoonGi tras el monitor, giré cuando me había puesto la blusa del pijama. Aun cuando vivía aquí tampoco es como si él pudiera venir diario, pero me era agradable el saber qué en cualquier momento, por más pequeño que fuese él podía escaparse y venir a verme. Y también que no me quedaría pobre comprando tantas tarjetas de saldo en Skype.
-Sí- me senté en el sillón que había dejado frente al escritorio- JoonHyuk si pudo conseguirme trabajo. Estás viendo a la nueva mesera de la Cafetería "La casa del Panda"
YoonGi rio.
-He ido ahí antes, me parece ¿son los que usan orejas de panda con el uniforme?
Asentí, provocando que la risa de YoonGi se repitiera.
-Taehyun ama ese lugar.
-¿Y tu? ¿cómo te fue?
-Bien, o algo así. Odio ensayar.
Reí.
-Pero es bueno que hagas algo, dormir todo el día no está bien.
-Me gustaría dormir contigo todo el día.
-A mi también- sonreí- Pero ahora, ambos tenemos trabajo.
-Eso no me gusta del todo ¿sabes?
-¿A qué te refieres?
-De por sí tengo poco tiempo, y ahora tú igual. Vernos será complicado.
-¿Cuándo vernos no ha sido complicado?
-Tienes un punto.- rio.
-No voy a salir de mi trabajo.
-Pero, Mitchel no necesitas el dinero. Yo puedo mantenerte. ¿Cuánto te pagarán? ¿ciento cincuenta? ¿doscientos mil won? Yo te podría dar el triple; gastar mi dinero en algo que no sea ropa y canciones en Itunes, para variar.
Suspiré.
-No lo hago por el dinero YoonGi. Quiero tener una vida aquí, como la de allá. No deseo pasarme encerrada aquí todo el día esperando a que tengas oportunidad de venir a verme.- YoonGi suspiró.– Además, conocí personas muy amigables.
-¿Quién? ¿JoonHyuk?
Asentí.
(...)
-Son tres mil won- dije amable mientras entregaba el vaso desechable con una cara de panda a la chica que estaba frente mío. Ella ni siquiera se tomó la molestia de responderme, pues su visión estaba completamente absorbida por el televisor.
BTS se estaba presentando en muchos programas últimamente, con su nueva canción Forever Young, y verlos en la televisión, mientras servía café se había vuelto mi rutina en estos días. Y sentía una diferencia ahora, ya no se veían tan lejanos, era una sensación extraña, pero se sentía bien.
YoonGi me había dicho que en dos días estaría libre y podríamos pasar toda la tarde en mi apartamento, pero esos dos días se convirtieron en una semana y esa semana, en dos. Después de todo, esa sensación de cercanía, no dejaba de ser eso, una sensación.
-Mitchel- me habló JoonHyuk- ¿Estás libre saliendo del trabajo?
Era agradable verlo ahora sin casi morirse por deshidratación, y caminando en los alrededores de la cafetería vistiendo un uniforme de mesero. Los días de la botarga se habían acabado, por ahora.
Miré mi teléfono tras sacarlo del bolsillo del delantal. No tenía ni un mensaje ni una llamada. Suspiré.
-Sí, supongo que sí.
-¿Qué tienes en mente?
JoonHyuk se acercó y se recargó sobre la barra.
-Películas y pizza.
-Me parece estupendo.
Sonreí.

Nuestro turno terminó a las ocho en punto como siempre, y decidimos ir caminando a mi apartamento. JoonHyuk se tambaleó con la caja de pizza en la puerta del 34B mientras yo, con una bolsa con bebidas en la mano, pasaba la tarjeta electrónica por la cerradura.

-Al fin en casa- dijo alegre JoonHyuk cuando entró, dejando la pizza en la mesa de cristal.
-Es mi casa.- comenté divertida riendo.
-Sí- se escuchó una voz molesta- Es su casa.
Alcé la vista sorprendida, encontrándome con la cabellera verde de YoonGi.
No supe qué hacer.

SABIA QUE ERA DIFÍCILDonde viven las historias. Descúbrelo ahora