Prólogo

5 1 0
                                    

Aún recuerdo ese día, y vaya, algo en mí me decía, que esto sería un maravilloso recuerdo:

Me miré frente al espejo, inspeccionando mi atuendo una vez más.
Alisé mi vestido, golpeando algunas veces un tenue dobladillo que se había formado, y regresé a inspeccionar el cuello del mismo. Jamás había estado tan nerviosa. Y menos, por salir con él. Solo éramos amigos...

Por lástima

Él era extranjero, y yo bueno, si mi padre francés influye en algo... aunque de igual modo, nací aquí. En México. Él, en Sur Corea. Quizá esta sea nuestra última cita.

Mierda

Suspiré, dirigiendo mi mirada al reloj, faltaban treinta minutos para las tres. No había de tardar.
Miré mi maquillaje, y mi aspecto general, bailoteando un poco haciendo que el fino y casi inexistente vuelo del vestido se moviera junto conmigo. Acomodé mi cabello recién reparado de la insufrible decoloración extrema a la que lo metí, pero he de decir, que vale la pena cada centavo. El lila de mi lacia cabellera, lo amaba con cada fibra de mi ser. Apreté un poco, el broche de luna sobre aquel pequeño recogido que me hice, y volví a suspirar.

A lo mejor, me arreglé demasiado

No, no... Estaba bien, el vestido era sencillo, y de un rosa palo que resaltaba mi piel aceitunada, solo delineador negro, máscara de pestañas y labial... y botas de tacón bajo. No mucho, no poco. Momento ¿Desde cuándo me preocupaba tanto por esto? Suspiré. Soy un desastre.

Sí, lo soy.

El timbre sonó, era él.
Mi corazón comenzó a latir como loco, y solo pude atinar a atusarme un poco más el cabello. Tomé mi cartera en forma de unicornio y abrí la puerta de mi sala. Después de haber tomado un poco de aire.

Patética

Me topé con un chico vistiendo un gorro negro bordado, sobre su cabello castaño rojizo. Me perdí en sus ojos.

Sí, patética

-Te ves linda.
Escuché su voz grave cuando cerraba la puerta de mi apartamento.
-Gracias.- le sonreí.

Caminábamos juntos, y aun cuando mantenía cierta distancia de mí, podía oler con facilidad su varonil colonia. Sin embargo, su voz poco a poco se me iba haciendo más difícil de comprender.

-¿podrías repetir eso?- pedí amable. Una sonrisa gentil se formó en sus labios.
-Dije que...
-¿Qué?
Un gesto pensativo se apropió de su rostro. Y comenzó a hacer señas con las manos. Mordí mi labio inferior concentrándome e intentando adivinar.
-No, en verdad no sé.- dije apenada. Él rio.- ¿podrías decirme para qué es?
-Claro, es comida. Es delgada y se hace con harina... Se le puede rellenar de cosas, como frutas o..
-¡Ah!- le interrumpí.- Sé a lo que te refieres. ¿Una crepa?
Su risa, me dibujó una sonrisa en mi rostro.
-Eso.

Claro está que no compartíamos el idioma. Desde hace meses por cuestiones de mi trabajo, tuve que aprender coreano, no lo tengo fluido, pero gracias a su paciencia se me ha hecho sencillo entenderlo.

-¿Entonces? ¿quieres una?
-Sí, seria agradable.
-Conozco un buen lugar.

(...)

Y por décima vez, volvió a menear la taza donde le habían servido el café macchiato. Eso no me hubiera importado tanto, si no fuera porque cuando lo hacía, solía ignorarme. ¿Le estaré aburriendo?

-Hey, ¿pasa algo?
Alzó la vista. Y suspiró.
-Sí, algo así.
-¿Qué es?- pregunté curiosa.- Si me quieres decir, claro.
Me retracté de inmediato. Él solía ser muy reservado acerca de su vida. Y no solía hablarme casi nada sobre ella.
-Sí.
-¿Y bien? ¿qué es?
Suspiró.
-Mitchel.
-¿Si?
Sus ojos rasgados se posaron en los míos. Y durante un minuto me preocupé. Se veía tan tenso y angustiado.
-Me gustas. Y me encantaría formalizar algo contigo.
Mi corazón se detuvo.
-Sé que llevamos poco de conocernos, quizá una semana- rio amargo- Pero...
-También me gustas.
Sus ojos se abrieron con sorpresa. Y rio. Rio con fuerza, rio feliz. Haciendo que ya de por sí, esas miradas que desde que llegamos nos miraban curiosas, se volvieran ahora, sin ningún pudor, a nosotros.
Tomó mi mano y besó su dorso.
-Irónicamente es lo que más temía.
Fruncí el ceño.
-¿Por qué?- me sentí enfadada.
-Verás...- su rostro volvió a dirigirse al piso y se llevó una mano a la nuca- No te he contado la verdad de todo.
Fruncí el ceño.
-Mi trabajo...

No seas un asesino a sueldo... por favor...

-Me habías dicho que eras músico.- Repuse inmediatamente.- ¿Me mentiste?
-No, no lo hice. Solo que no soy un músico cualquiera- sus palabras cada vez se hacían más lentas
-Ve al grano YoonGi.- bufé molesta.
-Soy miembro de un grupo famoso.
-¿Qué?
-Soy famoso en Corea
-¿Qué?
-Y, bueno, me llaman Suga...
-¿Qué?

SABIA QUE ERA DIFÍCILDonde viven las historias. Descúbrelo ahora