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—Se necesitan ideas nuevas, innovadoras, ¡Que logren impactar, atraer e hipnotizar! El ser humano es más perceptible de lo que se piensa, solo hay que dar en su punto débil.  Con propuestas frescas y con la capacidad de adecuarse a las expectativas ajenas. Ser amoldables para pasar a moldear y obtener éxito. —el profesor hablaba, y Taehyung lograba emocionarse. No esperaba a terminar su carrera en Publicidad para poder hacer con gusto todo lo que su maestro, Seo Woon, explicaba con tanta euforia.

Elegir carrera, en su momento hacía ya años, había sido un poco más complejo para él que para sus demás compañeros. Cuando el pequeño Tae se encontró en último año de instituto, su maestra de curso le había aconsejado, que se fijara en qué era bueno, y que por allí podría hallar su carrera ideal. El problema comenzó allí. El castaño estuvo semanas enteras reflexionando en silencio, totalmente inmerso en su cabeza intentando decidir correctamente para su futuro, tal cual sus demás compañeros y Jungkook, que vivían el mismo proceso. Elegir a partir de allí fue lo más difícil. Él no era particularmente bueno hablando en público o explicando, así que no podía ser maestro. No era bueno en matemáticas, así que medicina o alguna ingeniería quedaba totalmente descartada. Él no era bueno dando argumentos como Jungkook, así que el derecho tampoco era para él; y aunque era bueno cantando—o eso decía Jungkook las veces que lo oyó cantando en la ducha— se moriría de pánico en un escenario donde toda la atención estuviera en él. Así que ni cantante, ni actor, ni músico, ni policía o militar, ni deportista, ni escritor, ni fotógrafo, ni administrador, ni guía de turistas.

Él encontró que era realmente bueno en solo una cosa: hacer tarjetas y afiches bonitos.

Podía sonar tonto, pero era cierto. Se recordaba a sí mismo desde la primaria esforzándose por tener las notas más organizadas y coloridas, con dibujitos, flores, mandalas, nubes, todo lo que se le ocurriera. Y no cambió mucho en la secundaria, donde tuvo que hacer presentaciones digitales. Las suyas siempre se destacaban. Había hecho parte del grupo de decoración escolar por años, haciendo carteles y afiches con caligrafía y color atrayente y bonito. Así que aunque, efectivamente, sonara tonto, había encontrado algo que amaba hacer. 

De esa forma había hecho su camino hacia Publicidad. Su futuro como publicista no se veía nada mal, en realidad. Él podría vivir de hacer carteles el resto de su vida, o planeando comerciales, vallas, logos, parecía un camino alegre para Taehyung. 

Además, sus maestros eran agradables, lo hacían de veras interesarse en el tema, y así las disfrutaba y exprimía hasta el último momento.

Así que se sintió ligeramente mareado cuando se levantó de su silla al finalizar la clase, confundido, porque podía jurar que no se había sentado hacía más de diez minutos aunque el reloj indicara que ya habían pasado dos horas. Salió de clase, entonces,  con una adorable sonrisa cuadrada en el rostro, jugando con la pasta de los cuadernos que sostenía con la punta de los dedos. Kim Taehyung era como una pequeña luz que brillaba innata entre la masa de gente. Era conocido por eso, por su "caja de sonrisas" y su particular forma de mirar cuando le brillaban los ojitos almendras, sus rulos parecían dorados y tenía las mejillas rosadas. Tanto chicas como chicos eran incapaces de despegar la mirada cuando el pequeño cruzaba por los pasillos, y el niño nunca lo notaba por estar siempre inmerso en alguna cosa que llamara su atención: el estampado de una camisa, un nuevo peinado, o el cielo tras las ventanas.

"Etéreo, una persona etérea"

Por lo completo fuera de este mundo.

Sin embargo, aunque sus compañeros le hicieran un camino de admiración, como todas las personas, la bolita de azúcar tenía sus fallas. Quizá sus traumas eran lo principal. Su hemofobia  afectaba directamente su capacidad de relacionarse con los otros, ya que los pequeños accidentes cotidianos se volvían una bomba de tiempo en él. La gente no solía rechazarlo, ese no era el problema; él mismo se alejaba. Era miedoso, susceptible y muy frágil de corazón, así que mantenía su distancia. Aunque su vida se había vuelto fácil de llevar gracias a su abuela, a Jungkook y su terapeuta, temía hasta los huesos que además de perder a su abuela, la lista continuara. De solo imaginarlo se retorcía en un escalofrío. La imagen miserable de sí mismo sólo, vulnerable y desprotegido simplemente lo enfermaba. 

Dedal «KookTae» ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora