Capítulo 31

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Amelia POV


      Sentía que la cabeza me iba a explotar. Escuché unas voces muy lejanas. Decían algo así como: "salga de aquí ahora". El sol estaba más fuerte que de costumbre, no lo soportaba. Lentamente empecé a sentarme en la cama. Mi cabeza no dejaba de darme punzadas de dolor y me sentí un poco mareada. Cuando abrí los ojos Sophie estaba entrando a la habitación.

      -¿Por qué Jonathan acaba de salir de tu habitación?

      -¿Qué? ¿Estás drogada? Joder, tengo una jaqueca terrible.

      -Se llama resaca, señorita, eso le pasa por beber demasiado. Pronto le subiré un tónico que le curará todos los males.-Emilia estaba saliendo del baño- y en cuanto a lo que dijo Sophie. El joven Jonathan estaba dormido en el sofá cuando entré y...- se quedó viéndome y abrió mucho los ojos- señorita pero que...

      Sophie le pidió que se callara.

      -¿Qué? ¿Qué tengo?- ninguna me decía nada. Con mucha dificultad me puse de pie y caminé hacia el baño para mirarme en el espejo. Cuando reviso mi cara y mi... cuando veo mi cuello...

      -¡¿Qué demonios me pasó?!

      Sophie entró con paso lento.

      -Recuerdas... ¿recuerdas que anoche jugábamos verdad, reto o shot?

      -¿Qué? ¿Y eso que tiene que ver con que mi cuello parezca digno de un cadáver?

      -Bueno... a Jonathan lo retaron y...

      -¡¿Él me hizo esto?! ¡¿Y tú lo dejaste?!

      Mi jaqueca empeoraba cada vez que gritaba pero no importaba, estaba furiosa.

      -Bueno, técnicamente tú lo dejaste.

      -¡Pero yo no me acuerdo!

      -Eso es porque estabas endiabladamente borracha.

      -¿Y por qué me dejaste tomar tanto?

      -Esas eran las reglas. Tú nunca quisiste cumplir el reto.

      -Pues debía ser un reto horrible si tomé tanto.-dije mientras inspeccionaba mi cuello en el espejo.

      -El reto era que besaras a Jonathan.

      Dejé de hacer lo que estaba haciendo y la miré extrañada. Luego contesté.

      -Entonces mi resaca está justificada.

      Sophie me miró entre extrañada y divertida.

      -¿En serio te besó tan mal en la playa?

      Hacía un rato que no pensaba en esa escena. Pero decidí cambiar de tema.

      -Lo que no entiendo es cómo me hicieron tres chupetones.

      -¿Tres?-Sophie se acercó un poco preocupada, en efecto yo tenía tres chupetones en el cuello en forma de escalera.- yo solo me acuerdo de dos.

      -¿Entonces quién hizo el otro?

      Ok, de verdad me estaba sintiendo muy incómoda, incluso angustiada, diría yo. Me emborracho por primera vez en mi vida y alguien se aprovecha de mí.

      -Estoy segura de que el otro fue Jonathan.

      -Lo voy a matar.

      Empecé a salir del baño muy furiosa y Sophie me sujetó.

      -Es tu novio, ¿te acuerdas? No puedes matarlo.

      -Pues haré que se acabe esta mierda.

      Emilia llegó y no me querían dejar salir. Me hizo tomar una bebida extraña para que se me quitaran los estragos del alcohol. Sophie me pidió que dejara que la cabeza se me enfriara y pensara mejor las cosas.

      Luego de tomar la extraña bebida de Emilia me acosté por unos cinco minutos y decidí darme una ducha muy fría. Pero sentía que el agua no me bastaba. Empezaba a ver motas de colores en los azulejos del baño y cuando me veía, se movían a mi cuerpo. Decidí cerrar la ducha y dar unas cuantas brazadas en la piscina.

       Me puse un bikini y salí enseguida. Me di un chapuzón y el agua estaba exquisita. Empecé con unos largos y sentí que todos los dolores desaparecían. Cuando iba en la sexta vuelta veo a alguien acercándose a la piscina, era Jonathan.

      Decidí salir para encararlo.

     -Estoy lista para escuchar tu explicación- le dije cuando salí de la piscina.

      -¿Acerca de qué?

      -Acerca de por qué tengo estas cosas en el cuello. Jonathan me miró y sonrió.

      -Sí, son de mis mejores trabajos. No olvides los que tienes cerca del ombligo.

      No entendí lo que dijo pero instintivamente me miré el abdomen. ¡Tenía dos marcas iguales a las del cuello! Entonces no eran alucinaciones.

      -¿Por qué... qué...? ¿Estás loco?- le susurré.

      -Ay por favor, no es tan terrible, culpa a las hormonas.

      -¡¿Hormonas?! Si estuviera un poco más pálida y cerrara los ojos podría perfectamente hacerme pasar por un cadáver.

      -Shhh, guarda silencio.

      -¿Quién nos va a oir? En casa solo hay un montón de adolescentes borrachos o con resaca.

      -Lo hice por ti.

      -¿Por mí? ¿Puedes explicarme esa parte? Porque no recuerdo jamás haberte pedido algo así.

      -Me estaban retando a besarte. Tú llevabas todo el juego tomando los shots para evitar besarme y aunque cada vez estuvieras más borracha yo no aceptaba el reto y seguía bebiendo. Pero en un momento ya no pude hacerlo y me retaron a algo diferente y yo... yo acepté.

      -Entonces lo hiciste para no besarme.

      Él asintió.

      -Estoy furiosa contigo y no quiero que me hables.

      -Eso será difícil si somos novios.

      -Entonces ya no lo seamos y asunto resuelto.

      Salí un poco bastante enojada y confundida. Me metí en la casa y subí directo a la habitación para darme un baño y cambiarme. Me estaba empezando a doler la cabeza otra vez. Tal vez nunca se me había pasado.


Una novia por 15,000 dólaresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora