Reefer Madness (Parte 2)

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                    Todo comenzó a los diecisiete años, con un chico llamado Dave Harmon, un baterista de Huntington Beach cuya vida parecía ser exactamente la opuesta a la mía

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Todo comenzó a los diecisiete años, con un chico llamado Dave Harmon, un baterista de Huntington Beach cuya vida parecía ser exactamente la opuesta a la mía. Dave venía de una familia estable, con una madre y un padre que lo apoyaban en todo lo que quería hacer, incluso convertirse en músico. Ellos entendieron que yo estaba básicamente arreglándomelas solo, así que se compadecieron de mi, me abrieron las puertas de su casa, y me trataron con amabilidad y comprensión. Para mí, era como haberme ganado la lotería. Estaba viviendo solo, bebiendo cerveza genérica, comiendo fideos chinos y macarrones con queso como si estuviesen por pasar de moda. Entonces conocí a este chico con padres geniales y un refrigerador lleno de comida.

Dave y yo empezamos a hablar sobre tocar juntos y tal vez armar una banda de verdad, una que le rompiera el culo a cualquier cosa que hubiésemos visto en las fiestas del barrio. Para tocar la guitarra, Dave reclutó a un amigo suyo llamado Rick Solis, quien tenía una hermosa Gibson Flying V. Rick estudiaba artes marciales como yo, así que congeniamos enseguida. Además, Rick era el primer aspirante a rockero que yo conocía que realmente tenía la imagen necesaria para el rol, era como una mezcla de Vinnie Vincent y Paul Stanley. Esto no era casualidad. Rick era uno de esos tipos con una comprensión innata de la imagen: le gustaban las camisetas sin mangas, el cabello largo, y un extraño conjunto de accesorios de estrellas de rock. Él también tenía una nariz enorme y piel oscura, lo que le daba una apariencia mediterránea realmente exótica, y era uno de los tipos más velludos que jamás conocí. Tenía lo malo y lo bueno: la alfombra de piel de oso en su pecho (bueno, en los setenta esto era considerado el mayor signo posible de virilidad) y una única ceja que se extendía de un lado al otro de su cara.

Rick fue el primer tipo que conocí que parecía comprometido con tocar bien y convertirse en una estrella de rock. Nos enseñamos el uno al otro un montón de canciones, desde "Fire" de Jimi Hendrix a la gran mayoría del catálogo de Judas Priest y prácticamente cualquier otra cosa que sonara interesante. Como yo, Rick todavía estaba desarrollando su gusto por la música. Al poco tiempo, se estaba comportando de una manera que era profundamente extraña e inaceptable, lo cual lo llevó no sólo a su expulsión de la banda sino también a una muerte prematura (Rick solía manejar aunque estuviese arruinado, y murió en un accidente de motocicleta sólo un par de años después).

Con Rick fuera, Dave y yo emprendimos la tarea de formar una nueva banda. El primero en sumarse fue un guitarrista llamado Tom Quecke, un amigo mío de la escuela nocturna. Tom venía de una familia con tres hermanos. El mayor trabajaba para el gobierno en seguridad nacional; un tipo bárbaro y fenomenalmente recto. Nunca supe mucho sobre el hermano del medio, era la oveja negra de la familia. Y después estaba Tom, quien era como la oveja negra rehabilitada. O tratando, al menos. A decir verdad, él era un guitarrista un tanto mediocre, pero eso era todo lo que nosotros necesitábamos, porque él solo tocaba la guitarra rítmica; yo me ocupaba de la líder.

El próximo en subir a bordo fue Bob Evans, un bajista que me hacía recordar a ese personaje Junior del programa de televisión Hee Haw. Él era corpulento, con cabello corto y flequillo, y usaba overoles todo el tiempo. Bobby parecía... bueno, un poco simplón. Pero en realidad era un chico bastante listo. Al igual que su padre, quien era un experto ingeniero de sonido que había construido un par de parlantes increíbles para su casa. Estas cosas no eran simplemente amplificadores para bajo; eran como cajas de bajo del Royal Albert Hall o algo así. Nosotros íbamos a tocar con este chico, y yo tenía mi pequeño amplificador, y Bobby encendía estos amplificadores enormes, de dos metros y medio apilados, y tocaba la primer nota en el bajo ⎯ BWOWWWWWW!⎯ y esterilizaba el vecindario. Bobby tenía dinero y un auto, así que naturalmente nosotros estábamos felices de tenerlo en la banda.

Mustaine: A Heavy Metal MemoirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora