Epílogo

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Era domingo y ninguno de los tres quería levantarse aún; afuera el sol destellaba salvajemente mientras en el interior la familia Styles yacía acurrucada entre las mantas; el bebé de casi un año, en medio de sus padres, riendo por las cosquillas que Harry le hacía a su pancita. El sonido favorito de la pareja desde que lo escucharon por primera vez. Los anillados dedos jugando con toques delicados. Louis, que los observaba embelesado, les tomaba infinitas fotos para atesorar, enmarcar y enviar a Anne y Gemma mas tarde; completamente enternecido al verlos disfrutar el uno del otro.

Se había convertido en uno de sus hobbies, de hecho. Ver a su esposo y a su hijo interactuar era algo de lo que nunca se cansaría y le llenaba el corazón de una forma única.

Con ellos cada día era una sorpresa. Cuando creía que su vida no podía ser más feliz, la realidad lo sorprendía regalándole más y más. Karma había dicho Zayn una vez, "Tu ya viviste todos juntos los momentos de mierda que una vida puede tener. Ya solo te quedan los buenos." Había reído ante las palabras de su mejor amigo, sin querer hacer demasiado caso a esa teoría. Louis nunca daba nada por sentado, pero si de algo estaba seguro, era que su vida era cada vez más dulce. Desde que Harry había llegado a ella lo bueno se transformó en maravilloso.

La mano de Lou encontró su propio vientre. Un aleteo de emoción resurgiendo.

Si cerraba los ojos recordaba con plena claridad el momento en que se descubrió madre; casi un año después de su graduación. Le había tomado demasiado tiempo darse cuenta del atraso de su celo, ni siquiera las claras señales de su cuerpo habían ayudado, pero en su defensa, el mes entero estuvo especialmente colmado de trabajos y reuniones así que atribuyó el cansancio a la actividad excesiva y los malestares estomacales a su reciente mala alimentación. Demasiada comida a domicilio.

Su permanente estado de agotamiento alarmó a Harry. Era inusual en Lou dormir tantas horas y aun así verse fatigado. Por supuesto el omega creía que exageraba, pero ante las evidentes miradas preocupadas del alfa, aceptó consultar con su médico. El castaño esperaba, como diagnóstico más serio, una anemia. Demás está decir que ese no fue el veredicto del hombre. En el momento en que el doctor preguntó sobre la última fecha de su celo, la mente de Louis quedó tan catatónica como su rostro.

"Aaaah" fue todo lo que salió de su boca. Enormes ojos viendo del médico a Harry.

"¿Conejito?" La voz dudosa y esperanzada de su alfa le dijo que había comprendido.

Así como así la vida les regaló un hermoso cachorro, parte él, parte Harry. Era perfecto y retaba al corazón de Louis a amar más de lo que alguna vez creyó posible. Matty era el beso del sol en un día frío, el canto de las aves en la mañana. Era vida, era amor.

"Y pronto habría más amor a su alrededor", pensó con entusiasmo apretando su camisa de dormir.

Las carcajadas del cachorro lo trajeron de vuelta, regalándole una preciosa vista de una babosa sonrisa sin dientes adornada con un par de hoyuelos a cada lado. Aquellos grandes ojos color océano idénticos a los suyos resplandecían al ver a su padre darle toda su atención.

Matty amaba jugar con su papá y tenerlo solo para él. A su cachorro no parecía importarle que Louis compartiera besos y abrazos con su esposo, pero el resto de las personas eran otro tema. Los celos del pequeño omega por su papi se hicieron famosos entre sus familiares y amigos quienes lo comentaban con ternura, procurando mantenerse a distancia del alfa para no ganarse adorables ceños fruncidos, ni desgarradores pucheros.

La reacción parecía ser peor con el resto de los omegas. A Louis le hacía mucha gracia. Harry adoraba ser celado por su hijo.

El castaño se mordió los labios y capturó el momento en el que Harry besó la diminuta nariz de Matty haciéndolo carcajear.

Race to your heartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora