Adelice
De haber sabido que iba a llover a cantaros hubiera traído un paraguas.
Llevo puesta una camisa manga larga, pantalones negros y unas botas. Y aun así, eso no impedia que el frio se colara dentro de mi cuerpo. Camino más rápido, y al doblar en una esquina entro apresurada en una tienda. No veo cual es, hasta que el olor a café llega a mí. El lugar es cálido y tibio. En un pequeño sitio apartado, veo una mesa vacía que queda cerca de una chimenea. Me encamino hacia allá, y tomo asiento.
Un chico joven se acerca a mi mesa con un menú en la mano.
一Buenos días, ¿Le puedo ofrecer algo? 一dice el mesero con una sonrisa entregándome el menú.
一Mmmm, ¿hay chocolate caliente? 一pregunto.
一Claro, aquí一 señala.
一Bueno, por favor tráeme un… no, mejor dos. O...bueno, sí, eso.一 El me mira confundido一 Solo un chocolate caliente一le explico. El asiente.
一 ¿Algo más?
一No, gracias一guiña un ojo hacia mí y después se retira. Suelto un suspiro y me hundo en mi asiento.
Estoy un poco mojada, por lo que me siento algo incomoda con la ropa que llevo puesta. Después de unos minutos, un grupo de personas que está delante de mí comienza a murmurar cosas entre ellos. Una señora que estaba atendiendo en una mesa mira por la ventana y exclama algo que no alcanzo a entender. Otro señor se levanta rápido de donde está y sale corriendo hacia afuera, y detrás de él le siguen una mujer y un hombre.
Me remuevo de donde estoy sentada, y enderezó mi cuerpo. ¿Qué es lo que había pasado?
No quiero entrometerme en lo que sea que ha sucedido, pero la curiosidad me estaba matando. Camino hacia la salida, y veo que hay un gran alboroto. En la calle un grupo de personas se cola para ver algo que está en el piso. En frente de ellos, un señor está hablando con tres policías. Las patrullas estaban estacionadas de forma vertical en el medio de la calle para que no pasen más carros.
Un poco más allá, hay un carro negro estacionado de mal forma en el centro de la calle. La gente que pasa por ahí, o los que están dentro de sus hogares -que quedaban en frente de todo el disturbio- sale de sus casas vestidos en pijamas a mirar. Una ambulancia llega al lugar y dentro de esta, salen paramedicos con dos camillas. Piden al grupo de personas que abran paso, y levantan un cuerpo.
El cuerpo de una chica.
Más allá, llevan la otra camilla al lugar donde está el carro negro. Me acerco para observar mejor, pero una señora que está cerca de mí me advierte que me quede en donde estoy. No la miro porque mi atención está dirigida al otro cuerpo que están sacando del auto.
Todo el aire que llevo dentro de mis pulmones sale de manera brusca al ver que la persona que están levantando, es el chico con el que había hablado en el museo.
El mismo chico de los ojos azules.
Y estaba sangrando.
*°*°*°*°*°*°*°*°*°*°*°*°*°*°*°*°*°*°*°*°*°*°*°*°*°*°*°*°
Y hay estaba ella.
Para mí no dejaba de ser la mujer más hermosa que había conocido.
Ella se acerca a mí arrastrando su vestido perfectamente blanco. Me acerco a ella de igual manera, pero sin embargo cuando estámos a una considerable distancia, me detengo. Pero no porque quiera. Sino porque algo me impide seguir adelante.
Miro hacia abajo pensando que es algo que se ha enredado en mis piernas. Y cuando alzo la vista, ella está llorando.
一¿Por qué lloras, amor?
Mi voz sale suave. Ella me responde algo, pero no puedo oírle. Le insto a que lo repita de nuevo, pero tampoco vuelvo a escucharle. Muevo mis piernas nuevamente, pero aun así, estando enfrente de ella y por más que lo intente, no puedo tocarla. Es como si hubiera una pared invisible delante de nosotros.
Katherine empieza a gritar, y lo sé por sus gestos. Le grito en respuesta que se calme, pero sé que no puede escucharme. Juro que mi corazón late con fuerza, no quería verla así. Empujo en frente de mí, pero ¿Qué era lo que estaba haciendo? Ni siquiera puedo llegar a ella, y eso me desespera.
Después todo cambia en un abrir y cerrar de ojos.
Katherine empieza a sangrar. No sé cómo, pero lo hace. Su vestido blanco se mancha por completo, en sus brazos hay cortadas, y tiene pequeños moretones por todo el rostro. Mi pecho se hunde. Katherine me mira, y con la sangre que gotea de sus manos escribe algo en frente de la pared que hay entre nosotros.
“Vete”
¿Por qué dice eso?
No lo hare. Por nada en el mundo volveré abandonarla.
Luego empieza a llover, todo a nuestro alrededor se vuelve negro. Golpeo, pataleo y grito, pero nada funciona. Ella se aleja de mí tranquilamente, como si nada estuviera pasando. Katherine toca su pecho con dos dedos señalando su corazón, y luego apunta su mano hacia mí. Le devuelvo nuestro saludo, y antes de que pueda hacer nada, Katherine se ha ido.
Me despierto ahogado. Y a pesar de que sé que estoy despierto, no puedo abrir los ojos. Escucho a personas; muchas personas, pero a ninguna reconozco. Intento moverme, pero no puedo; me quedo simplemente allí sin poder hacer nada, sin recordar lo que sucedió o en donde me encuentro. Y a pesar de todo lo único que sigue doliendo para mí, es recordarla a ella.

ESTÁS LEYENDO
La única excepción (Editando).
Short Story«Es difícil comprender porque las personas importantes en nuestra vida, tarde o temprano tienen que irse». Adelice no espera que su vida este llena de milagros. Simplemente tiene un solo deseo: y es poder relatar algún día una historia feliz en la q...