#3 San Bernardo.

2.8K 303 412
                                    

P.O.V. Narrador.

Kokichi Ouma se encontraba sentado en su cama jugando Animal Crossing en su switch, hasta que su teléfono empezó a sonar.
—Por un demonio, nunca puedo jugar tranquilo... Demonios, necesito pagar mi hipoteca...—Dijo mientras se relamía los labios, pensando en cómo iba a sacar tantas bayas para pagar su hipoteca.
El teléfono seguía sonando, no se detenía.
Ouma es esa persona que espera a que el teléfono eventualmente deje de sonar, para que no se vea como una mala persona rechazando la llamada.

Lo que Ouma no sabía, es que su amigo, Shuichi Saihara lo necesitaba.
—Vamos, vamos, contesta...— Rogaba Shuichi mientras miraba el teléfono.—Por favor, te necesito, vamos...

¿Hola? ¿Saihara?— Se escuchó al otro lado del teléfono, y Saihara sonrió para si mismo.
—Hola.
Heyy, ¿pasa algo? ¿cómo estás?
Estoy bien solo... Quería hablar contigo.— Dijo Saihara secándose las lágrimas, ignorando el hecho de que acababa de cortarse.
Ya veo... Bueno, estaba jugando Animal Crossing ¿lo has jugado?
No, no tengo una switch.
Vaya, que triste... Uhm... ¿Que te parece si vienes a mi casa a jugar?
Yo... N-No lo sé.
Será divertido, aunque está bien si no quieres. ^^
Sucede que... Yo... No tengo tu dirección.
—¡Oh, cierto! ¡En un momento te la mando, te espero!
Y Ouma colgó, segundos después a Saihara le llegó un mensaje con una dirección.

La voz de Ouma lo calmaba, siempre se sentía en paz con él, sin incomodidad pero... Siempre dudaba de sí mismo pensando que Ouma se aburría con él.

Saihara se encontraba parado en la puerta de la casa de Ouma, estaba algo nervioso pero finalmente tocó el timbre. Y de ahí, salió Ouma con una sonrisa en la cara, lo invitó a pasar y en el momento en el que entró vió una gran figura que se acercaba cada vez más hacia él desde el pasillo.

Era un hermoso San Bernardo que saltó hacia él y empezó a tratar de lamerle la cara.
¡Golfo, cálmate!—Gritó Ouma mientras apartaba al gran perro de Saihara.—Le agradaste, aunque es muy amigable en general.—Ouma sacó una risa nerviosa.
—No sabía que te gustaban los perros.
—Bueno, ahora lo sabes
—¿Hace cuánto lo tienes?
—Desde que yo era pequeño, crecí con él... Lo encontré en la calle, dentro de una caja... Parecía hambriento, estaba muy flaco y además tenía frío, era invierno. Así que decidí traerlo a casa, y como mi mamá siempre quiso un perro y le gustaban mucho los San Bernardo, nos lo quedamos. Tuvimos que esconderlo un tiempo de mi padre, pues a él nunca le han gustado y si se enteraba, me podría matar a mi o a ella... Pero una vez que la policía vino por él, Golfo pudo adueñarse de la casa y convertirla en un lugar alegre.
—Vaya... Yo... No sabía sobre tu padre.
—Esa historia no es agradable y no es algo muy importante, solo era un abusivo y yo era un cobarde con miedo de revelarme, una vecina lo reportó por nosotros... Pero como decía, no importa.—Ouma se quedo viendo a los ojos a Golfo y suspiró, tal vez no sea importante, pero dejó un impacto en Ouma como persona.
—Ya veo... Yo... La verdad es que mi familia siempre ha sido muy unida, nunca hemos pasado por inconvenientes, creo que el único inconveniente ha sido cuando mi padre devoró la cena de navidad y tuvimos que ir a comprar pizza de último momento.— Después de que Saihara dijo eso, Ouma no pudo evitar carcajearse, Saihara lo vio confundido pero al final también rió levemente.
—Lo siento, no creas que me estoy burlando, solo es gracioso, nunca había oído de alguien que comiera pizza en navidad.
—Bueno... Ahora lo hiciste.—Saihara le sonrió y Ouma le devolvió la sonrisa.
—Tuviste suerte en tener una familia unida, ellos te recordarán hasta su último día, mi padre seguro ya se ha olvidado de mí, mi madre siempre está de viaje de negocios y nunca llama... Aún así, la quiero mucho, estoy agradecido de que me haya dado la oportunidad de vivir, se lo agradeceré siempre... Por eso siempre trato de disfrutar mi vida a cada momento, por ella... ¡Y por supuesto que por mi amado Golfo!
—Tal vez... Ninguno de nosotros sea recordado... Mi familia es unida, pero está cegada por su mente utópica, absorben lo bueno y lo malo sin pensar sobre las cosas, son como esponjas.
—Ninguno de nosotros será recordado... Pero, yo te recordaré, lo prometo.—Ouma le extendió la mano y Saihara la estrechó, y se sonrieron el uno al otro.—Bueno... ¿Quieres jugar Animal Crossing ya?—Saihara asintió y siguió a Ouma a su habitación.

P.O.V. Ouma.

Saihara se ve muy entretenido jugando, pusimos el remix de Bubblegum kk de 1 hora y apenas han pasado 55 minutos exactos y aún no se aburre, pero al menos se le ve feliz.
Hasta que noté que tenía un curita en su antebrazo, no la traía el día anterior... Dios... No...

—¿Qué sucedió?
—¿Uh? ¿De qué hablas?—Dijo Saihara alzando su cabeza de la switch para verme algo confundido.
—Tú... No tenías ese curita...—Le señalé el curita y Saihara solo tragó saliva bruscamente.—¿Por qué?
—Yo... No me sentía bien... Estaba fuera de mi... Lo siento.—Saihara bajó su cabeza y cubrió su herida con su mano.
—No tienes que disculparte ni avergonzarte... Esas heridas no te definen, de hecho creo que esas heridas... Hacen ver que eres un guerrero, haz pasado por mucho y sigues aquí, respirando y estás a mi lado...—Saihara alzó su cara y nuestras miradas se encontraron, sus ojos azules estaban inundados en lágrimas al igual que sus mejillas.—Te salvaré, Shuichi.
—Ya lo hiciste... Esa madrugada... Me salvaste, te debo mi vida.
—Te salvé y te salvaré las veces que sean necesarias.
—Ouma...

Bubblegum kk dejó de sonar.

Skate TruceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora