Madrugadas

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Las madrugadas siempre han sido el momento más difícil para mí. Cuando el mundo se sumerge en el silencio y la oscuridad, mi soledad se vuelve más palpable. Es en esas horas, cuando todos duermen y la casa está en calma, que mis pensamientos comienzan a tomar el control.

Me despierto y miro el techo, sintiendo el vacío a mi alrededor. La soledad se sienta a mi lado, susurrándome en el oído, recordándome la ausencia de compañía. No hay distracciones, solo la cruda realidad de estar sola en mi propia mente. Trato de encontrar consuelo en el brillo tenue de la luna que entra por la ventana, pero incluso esa luz parece distante y fría.

En estas madrugadas, me doy cuenta de cuánto anhelo tener a alguien a mi lado, alguien con quien compartir mis miedos y esperanzas, alguien que entienda el peso de mis silencios. Pero la realidad es que estoy aquí, sola, y la única compañía que tengo son mis propios pensamientos, que a menudo se vuelven abrumadores.

La soledad en las madrugadas es diferente a cualquier otra. Es una soledad que se siente en los huesos, que se infiltra en cada rincón de mi ser. No importa cuántas veces intente convencerme de que soy fuerte y que puedo manejarla, siempre regresa, más poderosa que antes.

A veces, me levanto y camino por la casa, buscando algún signo de vida, algo que me haga sentir menos aislada. Pero todo está quieto y en silencio, y ese silencio me grita lo sola que estoy. Intento leer, escribir, o incluso ver algo en la televisión, pero nada logra llenar ese vacío que siento.

Es en estas horas solitarias que me doy cuenta de cuánto deseo una conexión, una voz que me diga que no estoy sola. Anhelo esos momentos de intimidad y cercanía que parecen tan lejanos ahora. Las madrugadas me muestran mi vulnerabilidad, mi necesidad de amor y compañía, y me hacen enfrentar la realidad de mi soledad de una manera que el día no puede.

La soledad en las madrugadas es un recordatorio constante de lo que me falta, de los vacíos que aún no he podido llenar. Y mientras el mundo duerme, yo permanezco despierta, lidiando con el peso de mi soledad, esperando que la luz del día traiga algún alivio a mi corazón solitario.

Susurros del Alma: El Diario de una Adolescente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora