Decepción.

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 Ya era la hora de irse a casa y esperaba a mi amiga en las puertas del colegio, pero ella no aparecía y por cómo estaba el cielo pareciera que fuera a llover, asi que, sin pensarlo más me fui hacia mi casa.

 Luego de media hora ni siquiera se había asomado un autobús para dirigirme a mi casa, cuando de repente se escucha un trueno y comienza a llover torrencialmente, bueno soy algo exagerada pero odio la lluvia. Ya que mi madre me había contado que la lluvia la originaban las brujas  que sufrían un corazón roto o que las engañaban y hacían llover para que el hombre que les hizo daño tuviera un accidente.

Lo encontraba estúpido ya que si quieren sufrir que lo hagan en silencio pero que no les fastidiaran el día a las demás personas que no tienen la culpa de que elijan a un idiota de hombre.

Si a mí un hombre me hiciera daño, lo peor que le haría sería que le achicaría su compañero de juegos, mi madre me dijo que si se podía, pero no porque ella lo haya intentado,  solo se entero por ahí-si claro-

 Cuando me puse a pensar sobre que le haría yo a un hombre un auto se posiciono delante mío, era negro y con las ventanillas negras. Demasiado tenebroso,  ya me estaba asustando quizás sería Richard  o un pedófilo degenerado que solo quiero saciar sus deseos sexuales con una joven angelical y con pensamientos puros que quiere llegar virgen al matrimonio-Si eso fuera posible-.

De repente comienza a bajar la ventanilla y veo un cabeza con el cabello de color negro,  luego sus ojos  y ahí fue cuando lo reconocí al instante, era él.

 -¿Qué haces aquí? Te vas a empapar y terminaras enferma-Se baja del auto y me pone su chaleco  para que me calentara un poco, pero yo con lo sorprendida me quedo como estatua.

¿Qué hace el aquí? Es lo único que puedo pensar.

 -Espero a que pase el autobús para irme a mi casa-lo único que atino a decir y le paso su chaleco pero el me lo vuelve a poner.

 -Tenlo, lo necesitas mas tú, que yo-sonríe para luego decirme algo pero de repente suena un trueno y no escucho lo que me dice.

 -no lo escuche, perdón.

 -te estaba preguntando si querías que te llevara

 Irme con mi profesor a casa nunca ha sido uno de mis pasatiempos favoritos pero es mucho mejor que mojarme entera aquí. Además no es tan mala compañía.

 -Si no le molesta, además no quiero mojarme más de lo que estoy-me toco el cabello inconscientemente.

 -No hay problemas, sube-me dirijo a la parte de atrás pero él me abre la puerta del copiloto y yo solo accedo a sentarme donde me dirige el.

 Estoy un poco nerviosa, ósea no es que me ponga nerviosa él, o quizás sí pero, estar en un auto y no tener tema de conversación es un poco incomodo.

 -Oye Rosalía, sobre el tema de tu fuerza de cuando me salvaste de esos ladrones-decía mientras miraba el camino hacia mi casa, ya que le había escrito la dirección-Bueno nunca te lo dije pero, gracias por haberme salvado ese día.

 Ahora que lo pienso es verdad nunca me dio las gracias, ya que siempre me estaba preguntando de porque era tan fuerte o como había hecho todo eso.

 -Y bueno también perdón por todos los problemas, pero es que la verdad fue raro-se nota que está nervioso pero ¿por qué?-Pero no de un raro malo, si no de un raro bueno, fue algo que nunca en mi vida vi tu desprendías una luz hermosa-termino y yo no sabía que responder.

 -No sé de qué habla, pero no fue nada, es lo que haría cualquier persona si ve a alguien a quien le están robando-Es lo único que se me ocurrió decir.

Soy tu perdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora