Capítulo 6.

1.3K 108 22
                                    


Todos estábamos repletos de comida. Yo estaba terminando de comer una ultima cucharada de pudin de chocolate. Los postres desaparecieron, y el profesor Dumbledore se puso nuevamente de pie. Todo el salón permaneció en silencio.

-Ejem...antes que nada, me gustaría decir algunas cosas. Tengo unos pocos anuncios que hacer para el comienzo del año. Los nuevos deben recordar que los estudiantes no pueden entrar al bosque prohibido bajo ninguna circunstancia. Y unos pocos de nuestros antiguos alumnos deberán recordarlo.

Los ojos relucientes de Dumbledore apuntaron en dirección a los gemelos Weasley y Regulus.

-Las pruebas de quidditch tendrán lugar en la segunda semana del curso. Los que estén interesados en jugar para los equipos de sus casas, deben ponerse en contacto con la señora Hooch. Nuestro celador, el señor Filch, me pidió que les recordará que el pasillo del tercer piso del lado derecho, esta prohibido para todos aquellos que no pretendan sufrir una muerte aterradora. Gracias.

Harry rió, mientras yo daba una mirada confundida. ¿Lo decía en serio lo de la muerte?.

-¿Lo decía en serio?- murmuró Harry a Percy.

-Eso creo- dijo Percy, mirando ceñudo a Dumbledore-. Es raro, porque habitualmente nos dice el motivo por el que no podemos ir a algún lugar. Por ejemplo, el bosque está lleno de animales peligrosos, todos lo saben. Creo que al menos debió avisarnos a nosotros los prefectos.

-¿Todo tipo de animales?-pregunte emocionada.

-No sé porque presiento, que estarás igual que Fred, George y Regulus. Siempre en problemas. -me dio una mala mirada-

-¡Y ahora, antes de que vayamos a acostarnos, cantemos la canción del colegio!- exclamó Dumbledore. Noté las sonrisas de los profesores algo forzadas.

La canción comenzó a sonar y el colegio vociferó. Yo reía por el poco entusiasmo que había tanto en los alumnos como en los profesores.

***

-Gryffindor por aquí, deprisa gracias- dijo Percy en voz alta.

Los de primer año de Gryffindor seguimos a Percy a través de grupos bulliciosos, salimos del Gran Comedor y subimos por la escalera de mármol. Mis piernas ya no parecían de gelatina, ahora estaban excesivamente cansadas. Tenia tanto sueño que recargaba mi cabeza en el hombro de Harry. Mi vista iba a los retratos que se movían, algunos señalan y susurraban a Harry al pasar. Percy nos hizo pasar por unas puertas ocultas detrás de paneles y corredizos y tapices que colgaban de las pareces.

-Este es el camino más corto hacia los dormitorios. Pero cuidado con las escaleras, les gusta cambiar.

Pude observar como algunas escaleras ya estaban cambiando de sus lugares. Subimos más de ellas. Estaba comenzando a preguntar cuánto tiempo más seguiríamos caminando. En eso nos detuvimos.

-Ya llegamos.

Al final del pasillo colgaba un retrato de una mujer muy gorda, con un vestido de seda rosa.

-¿Palabra?-preguntó en tono elegante.

-Caput draconis- dijo Percy, y el retrato se balanceó hacia delante y dejó ver un agujero redondo en la pared. Todos se amontonaron para pasar y nos encontramos en la sala común de Gryffindor; una habitación redonda y acogedora, llena de cómodos sillones.

-Reúnanse aquí. No se queden atrás- les dijo a algunos que faltaban por entrar- Ahora los niños dormirán arriba del lado izquierdo y las niñas del lado derecho. Descubrirán que ya están aquí sus pertenencias.

Violet Scamander y la piedra filosofalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora