Bound togheter
°
°
°
°Sus ojos veían más de la cuenta, y ya le era difícil distinguir la realidad de lo que no debe saberse, de lo que no se supone que exista.
Era así desde siempre, él debía fingir que no observaba esas sombras, criaturas y demonios que se ocultaban ante la vista del humano común.... "común"... ¿Esa palabra no se adecuaba a él, no es así? Él no era común, nunca lo fue y nunca lo será sin importar la cantidad de veces que rece por ello, aunque sabe que no hay Dios para escucharlo, lo sabe, porque no lo ha visto. Y sus ojos lo han visto todo.
Cuando nació vio los ojos oscuros y alegres de una joven frente a él. No era su madre, pues las máquinas no tienen ojos y en definitiva no pueden dar una sonrisa, mucho menos una tan significativa y misteriosa. La mujer de piel de leche y vestimenta tan negra como la noche le dijo su nombre, y a pesar de ser solamente un bebé él aún recuerda sus palabras y lo que significaban. Ella era la Muerte, y no fue la única vez que su rostro le saludó.
Él la volvió a ver, siempre la veía.
La muerte —el concepto, no la jovial y efímera mujer— lo acompañó durante toda su " infancia". La segunda vez que la vio fue cuando su abuelo le dio un último suspiro al mundo; ella se encontraba allí, a su lado. La mujer pareció sorprendida de que el niño de unos 5 años fuese capaz de verla cuando aún no era su tiempo de irse , pero decidió sonreírle, tomar a Ra's por los brazos y llevarlo con ella a sus confines. Damian lo vio todo.
Como todo lo ve, y nada olvida.
Intentó gritar, hablar, chillar, decir algo, pero su garganta parecía más baldía que los desiertos que lo vieron dar su primer aliento y su cuerpo no se encontraba bajo su merced. Siempre era así, siempre deseaba contar lo que veía, pero era cobarde, nunca decía nada y nunca se movía por temor a que lo tomaran por loco, o peor, a que lo ignoraran. Por un tiempo dudó de su cordura, de sí mismo y de la credibilidad de aquello que sus ojos callaban.
Pero era todo real, de algún modo lo sabía y tenía la sensación de que nunca descubriría el por qué.
Decidió actuar entonces, convertir su vida en una obra de teatro y hacer de esos espectros el público. Los ignoró, pero gritaban tan fuerte que a veces le era imposible saber cuál era su realidad.
Investigó, pero en un mundo donde la magia y las sombras son cosa de fantasía, no había mucho que investigar.
Estaba mal de la cabeza, comenzaba a asegurarse de ello.
Su madre se encargó de entrenarlo, de hacerlo olvidar los fantasmas por el dolor. Porque Damian era un experimento, el primer ser humano, el primer feto en desarrollarse dentro de un útero artificial, en haber sido traído a la vida por una máquina y no por el calor y el dolor de una madre. Talia era una mujer ambiciosa, la mente más brillante en el campo de la genética y Damian fue su más grande logro. Uno que no estaba dispuesta a compartir con el mundo.
El niño era en sí mismo un experimento en proceso, la mujer ( por muy talentosa e inteligente que fuese) no era capaz de saber cómo el cuerpo del muchacho se desarrollaría y crecería. Era débil, lo sabía. Una máquina no puede dar vida y en el caso de que lo hiciera entonces ese ser nacería deforme, enfermo e incapaz. Damian sabía que si bien él no era el único de los experimentos de Talia, era el único que resultó como ella esperaba.
A ella nunca le gustó que el niño se refiriera a los demás seres como sus " hermanos". Aquellos eran meras experimentaciones, probetas e hipótesis que la guiaron a su objetivo : él. No eran nada más que los bocetos y estudios antes del cuadro final. Damian sabía que ella tenía sus motivos para hacer lo que hizo, para refugiarse del mundo y seguir con su plan por descabellado que pudiese ser.
ESTÁS LEYENDO
Semanas
FanfictionPrimer intento de participar en la Damirae Week, del año 2020. Un lazo inseparable entre aves Una fantasía moderna La que fue a la vez la primera y la última vez Esa inocencia efímera El alma que habita junto a la suya Una familia desconocida La...