𝐈𝐈

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"Nos volvemos locos y puede ser un poco triste, pero creo que eso es lo que nos hace buenos en la cama. Les dedico este verso a todos los polvos que echamos bajo la luz de la Luna en las largas noches donde hicimos todo, menos hablar sobre eso. Sí, nosotros no sabemos cómo hablar; pero, vaya, sabemos cómo coger "

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GOOD IN BED - Dua Lipa.

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Natasha no se hacía líos luego de un entrenamiento agotador, prefería su cama y una siesta de media hora o tal vez cuarenta minutos; más que suficiente para reponerse luego de una ducha y no dudó en dirigirse a su habitación luego de quedar con Steve para su sesión de películas por la noche. A la mañana tuvo que despedir a Clint y por la tarde, luego de preparar al equipo, soportar las miradas inquisitorias de Wanda como si supiese algo que ella evidentemente ignoraba. Por si eso no fuera poco tuvo que enfrentarse a Visión y hablarle sobre la importancia de la privacidad, tratar con el comportamiento infantil de Sam, el mal humor de Barnes y solo le hubiese faltado que Rhodey tuviese algún problema que requiera de su urgencia para ser la cereza de ese asqueroso pastel. Tenía suerte de que Stark se hubiese ido junto a Pepper o habría perdido los nervios. Viéndolo de ese modo, tan ocupada con el resto, apenas tuvo tiempo de intercambiar un par de palabras con Steve.

Giró la perilla de la puerta; pero con la misma rapidez había quedado de piedra. Wanda parecía relajada, contrario de ella; sonriente, para variar. Muy cómoda y hasta lucía conocedora de su problemita privado. A Natasha no le gustaba esa actitud en lo absoluto; primero porque, exhausta como estaba, no lucía presentable o intimidante como para causarle algún respeto; segundo porque era probable que se hubiese inmiscuido en sus pensamientos. Quería no creer eso último, aunque el peso de la duda era superior.

—¿Qué haces aquí, Wanda? No te di permiso para aparecer en mi habitación.—arrastró las palabras sin ánimo de discutir por su curiosidad vespertina. «¿Por qué a esas horas de la tarde?» se preguntó. Comenzaba a creer que dejarle más trabajo podría aplacar su molesto defecto.

—Primero, Hola, ¿Cómo estás? Yo estoy bien y...

—Al grano, Wanda.— demandó sin rodeos.

—Vine a visitarte.

Natasha no le creyó con esa sonrisita inocente y mal fingida; entrecerró los ojos y bufó irritada por esas ganas que se traía por entrometer sus narices donde no la llamaban. Como si ella no supiera que algo se traía entre manos. ¿Por quién la estaba tomando?

—Si estás escondiéndote de Visión, despreocúpate. Le ha de haber quedado claro luego de nuestra agradable charla.

—¡Oh, no, no, no!—agitó las manos al aire y negó repetidas veces como si acabara de cometer un fallo irreparable. Natasha supuso que era hora de rendirse, su compañera no era muy buena fingiendo y ella no quería líos ni explicaciones burdas que terminarían alargándose hasta que la soñadora cabeza de Wanda terminara de comprender sus razones particulares porque no puede concebir el mundo de un modo distinto. Se escandalizaría, quizá—No era eso...

—Muy bien, creo que ya sé por dónde vas—sonrió de mala gana y la hizo a un lado para poder tomar parte del lugar en el borde de la cama; sentada y observándola muy fijamente para dejarle en claro que solo hablaba por obligación. Wanda no le desagradaba; más no pensaba lo mismo de su intromisión—. Eres demasiado obvia y serías pésima espía, sin ofender.

Esa confesión tan directa, hizo que Wanda rodara los ojos; para Natasha era una victoria ganada, le gustaba molestar a las personas, era un pasatiempo muy entretenido. A pesar de ello, no le hacía mal confiar, al menos un poco, en una amiga...O bueno, tener alguna opinión femenina.

Love You MADLYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora