LVIII. Celoso

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ADVERTENCIA: Narración de escenas sexuales, se recomienda discreción.

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-A ti de verdad que te gusta ponerme celoso.- una vez que escuchaste la voz de Daryl sonreiste, te giraste para mirarlo.

-¿Daryl Dixon celoso?- te hiciste la desentendida. -¿Eso es posible?- él formó una sonrisa torcida en sus labios.

-Me doy cuenta de lo que haces y quiero decirte que pares, sea lo que sea voy a terminar rompiendole los dientes.- caminó hasta tí, le diste una mirada.

-hmm...- te diste la vuelta, -actúas algo a la antigua, los retos a punta de pistola así como los duelos se quedaron en el pasado.

Daryl se acercó a tí y entonces sentiste su respiración en el cuello, te quitó el cabello de un costado y comenzó a repartir besos.

-¿Por qué te empeñas tanto en volverme loco?- y entonces su típico efecto comenzó a surgir y dar resultado, sus manos estaban colocadas en tu cintura y su boca aún seguía dándote mimos en esa zona sensible.

-Loco ya estabas, no me eches la culpa de eso.- trataste de apartarte pero no te dejó, te mantuvo sujeta y entonces jadeaste, su mano se colocó en tu vientre y la otra en tu cuello, su pecho estaba pegado a tu espalda, sonreiste. -¿De verdad quieres hacerlo en la cocina?- hablaste con voz pastosa.

-¿De verdad me lo estás preguntando?- habló sobre tu oído, su voz te provocó un escalofrío, sentiste como la temperatura aumentaba y casi jadeas.

Entonces hizo que te inclinaras sobre la barra, esta vez no pudiste evitar gemir, ahora estabas recostada inclinada con él detrás de ti, sonreiste y entonces él se inclinó para susurrarte en el oído.

-Estoy cabreado _________ y voy a ser rudo contigo.- te mordiste el labio inferior.- sus manos se sentían tan firmes en tu cintura.

-Quiero que seas rudo conmigo...- jadeaste, sentiste como eso lo exitaba aun más, ahora tenía algo duro en sus pantalones.

Aceptando el reto Daryl apretó los labios y tomando tus manos hizo que las extendieras, se irguió y observandote en esa posición comenzó a desabrocharse los pantalones, Dixon estaba furioso, verte con tu amigo lo sacaba de sus casillas, más aún porque el cabroncete ya había confesado que te quería, cuando te levantó la falta te dio un azote algo que solo sirvió como impulso y exitación para ambos, por tu parte estabas ansiosa, lo querías, lo necesitabas y te encantaba cada vez que se portaba como todo un macho alfa, escuchaste como se abría la evilla del cinturón, Dixon odiaba que utilizarás falda pero en ese instante lo agradeció, lentamente te bajó las bragas, la anticipación de saber lo que harían e imaginar como lo haría te estaba carcomiendo, entonces sólo para molestarlo hablaste.

-¿Dónde está lo rudo amor?- apretáste los labios conteniendo un gemido cuando te otra nalgada que siendo sinceros llevaba más fuerza de la necesaria, jadeaste.

Estabas actuando como una perra, te gustaba, te encantaba que fuera así, entonces te abrió las piernas, te sujetaste de la orilla de la mesa Tu corazón se aceleró.

-¿Qué si de verdad vamos a hacerlo en la cocina?- pasó su miembro sobre tí y gemiste, tus manos se hicieron un puño. -Amor, eres mía y puedo tomarte donde yo quiera.- y entonces lo hizo, cerraste los ojos y soltaste un gran gemido, la embestida había sido atros y placentera, algo que incluso le pasó factura a Dixon ya que gruñó, estiró un brazo y con su mano te sujetó del cabello. El vaivén comenzó.

La manera en que entraba y salía de ti te volvía loca, no podías evitar gemir, con cada empuje te movía hacia adelante y atrás, en esa posición su entrada y salida era tan fácil que no creías aguantar mucho por más que te esforzaras, él volvió a darte otro azote y volvió a embestir, era tan asombroso que casi ves estrellas, el sonido donde chocaban sus cuerpo acompañaban sus gemidos, de pronto la cocina pasó a ser de todo menos eso.

DARYL DIXON ONE-SHOTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora