🍂 𝒞𝒽𝒶𝓅𝓉ℯ𝓇 𝒯𝒽𝓇ℯℯ 🍂

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🍂 𝓒𝓱𝓪𝓹𝓽𝓮𝓻 𝓣𝓱𝓻𝓮𝓮 🍂

🍂 𝓣𝓻𝓪𝓹𝓮𝓭 🍂

Alguien despierta a la muchacha, un molesto ruido que no para de sonar. Es irritante que levanten a alguien así y ella lo sabe. El día está frío, y por la ventana se sabe, al tocar el vidrio su mano en lugar de estar caliente, está fría. Vio la chamarra que Guillermo le dio el día anterior así que la tomó y se la puso. Olía bien la loción que utilizaba el chico de la casa casa del árbol.

Camino por el salón intentando arreglar su cabello, pero era inútil, se acababa de levantar. Abrió la puerta y vio a un Rubius con gorro, orejeras, bufanda y máximo una decena de chamarras haciendo que se viera apachurrable.

—Hola, Nieves.—dijo saludándola de una manera lenta. Ella solamente suspiro deseando que los dioses le mandaran más paciencia con ese chico.—¿Como estas?

—Bien, osi... Rubius, ya te dije muchas veces que no soy lenta.—dijo la chica intentando ocultar su enojo.—¿Y tu? ¿Cómo estás?

—Bien, muy bien, ¡los días con Samuel han sido fabulosos! El único problema es que me estoy acalorando aquí. Quiere practicar para cuando adoptemos a un niño.

—¿Un Niño?—preguntó la muchacha incrédula. ¿Desde cuanto tiempo llevan planeando adoptar un niño? Con ella nunca hablo de tener hijos lo que le hizo formularse otra pregunta: ¿desde cuánto tiempo Rubén había estado saliendo con Samuel?

—Si, tontita.—dijo nuevamente lento, causando que Nieves se pusiera roja.—¿Puedo pasar por mis maletas?—la chica asintió.

—Voy ha hacer una llamada...—comenta señalando su habitación. A Rubén le da igual.

Rápidamente marca al número de Akira que no contesta. La muchacha piensa rápido a quien le puede decir todo lo que siente, pero no conoce a nadie salvo a Guillermo y a Akira que la puedan ayudar, y no piensa llamar a Guillermo, quiere conservar la chamarra un poco más.

Nieves busca el teléfono del psicólogo que Rubén le había sacado a Rubén un día de su cartera mientras buscaba una pulsera que le prestó al chico. El psicólogo Abduzcan tal vez la podía ayudar. Marcó el número y espero, primer pitido... segundo.... y ya al tercero se escuchó una voz femenina.

—Buenas tardes, está hablando al consultorio del doctor Raúl Álvarez.—el apellido se le hacía conocido, igual y había escuchado a Rubén hablar una que otra vez sobre ese tal Álvarez.—¿En que puedo ayudarle?

—Buenas... soy Nieves Abels, quisiera agendar una cita...—dijo tímida, sabía que era buena idea ir con ese psicólogo, tampoco es como si tuviera la gran variedad de psicólogos en el pueblo.

—Dígame el día y la hora en que la quiere, señorita Abels.

Nieves se quedó pensando con cuidado, haciendo su agenda mental.—¿Cuando tiene su hora vacía?—preguntó la muchacha muriéndose de vergüenza.

—¿Usted era pareja de Doblas Gundersen, Doblas, no es así?—la muchacha da una respuesta afirmativa. Del otro lado de la línea se quedó callada durante más de dos minutos hasta que volvió a decir—: El señor Álvarez la espera a las cuatro de la tarde del día de hoy, ¿está bien?

—Me parece fenomenal.—dijo la muchacha con una sonrisa aliviada. No fue tan malo como Nieves creía, le caería bien una sesión con el chico.—¿Cual será el método de pago?

—La primera sesión es gratuita.

Después de despedirse. Nieves salió para ver a Samuel hablando con Rubén. La mirada de la chica retrocedió. Miro a Samuel con rencor, no había hablado con Guillermo sobre lo que le había dicho la actual pareja de Rubén cuando rompieron oficialmente pero la chica estaba segura de que había hecho algo malo. Tan solo bastó con recordar la apariencia de Willy cuando llegó a su casa ayer.

—¿Fue ayer?—se preguntó la chica asombrada.—Parece que ya ha pasado una eternidad...—susurro en su mente.

Vio cómo Rubén peleaba con Samuel por las chamarras. Hasta que la muchacha aclaró su garganta, las miradas de dos guerreros de Karmaland estaban en ella causando que se pusiera más nerviosa.

—¿Que fue lo que le dijiste a Guille?—preguntó Nieves armándose de valor.

—¿Guille?—preguntaron los dos jóvenes mayores. La chica asintió.

—¿Que le dijiste a Guille?—insistió, si hacer eso era sinónimo de ayudar a Guillermo haría todo lo posible por sacarle información.

—¿Yo? Nada, sólo le dije que mis sentimientos habían cambiado y que no existían, y le comenté que nunca supe si ese amor por el siquiera existió.—dijo Samuel restándole importancia al asunto.—También mencione que era un pesado por no dejarme ir, se aferraba a mi. No me quería dejar ir de su casa, por lo que me enojé y...—se quedó callado, bajando la mirada.

—¡¿Y qué?!

—Lo empuje... lo abandoné dejándolo tirado en el piso... y lo lamento, en serio, pero él ya no me querrá ver...—el chico de los orbes morados miró a Nieves.—Esa chamarra... es de Willy.

—Si, ¿y qué?—dijo acariciando la manga. Aún seguía oliendo a su olor.

—No, nada, sólo que se me hace curioso verte con esa chamarra.

Había sido atrapada, pero no tenía nada de malo, al contrario, con él a su lado se sentía diferente de como cuando estaba con Rubén. Era un orgullo haber conocido a Guille a pesar de las circunstancias.

Rubén y Samuel se fueron de la casa después de que se despidieron. La chica por fin hizo su rutina mañanera, tenía que estar lista para la sesión con el doctor Álvarez. Al acabar de bañarse y cambiarse, a nada de arreglarse el pelo su mirada se encontró con la chamarra de Guille. La aferró a su cuerpo.

—¡Te atrape! No se cuando te devolveré, pero es una excusa para verlo e invitarle un moka.—dijo colocando la chamarra encima de su cama.

Se fue, dejando la prenda de Guillermo afuera. ¿Por que no la guardo con otras chamarras que tenía por ahí que eran de Rubén? Simple, no quería que el dulce olor de la loción se confinara con la loción fresca de Rubén.

🌻ℬℯ𝓈𝒾𝒹ℯ ℳℯ🌻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora