XVI. Hipnotizante

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Tres semanas después, los ensayos van de maravilla. Sung Kyu está poniendo todo su esfuerzo (como se lo ha prometido a sí mismo) e intenta no pensar en lo que ha pasado entre el director y él tiempo atrás. Aunque eso no significa que lo ha olvidado. Incluso recordó la primera vez que lo tomó de la cintura para besarlo, y eso le ha sacado algunas pequeñas sonrisas de vez en cuando.

Sin embargo, lo que más le causa satisfacción, es la interesada mirada que Woo Hyun mantiene sobre él a cada momento. Le ha dado a entender que de verdad lo está haciendo muy bien y que ha mejorado mucho desde la última vez que trabajó para él, por eso cree que nadie merece el rol principal más que él, aunque eso suene un poco arrogante de su parte.

—Tendrán que quedarse dos horas más. Esta última escena no me convence del todo —dice el director con un tono de voz autoritario, y las miradas un tanto molestas y cansadas de sus compañeros no se hacen esperar. No obstante, Sung Kyu conoce bien cómo trabaja Woo Hyun y aquello para nada le sorprende—. Tienen cinco minutos de descanso antes de que continuemos.

Algunos chicos toman de nuevo sus posiciones y cuando Sung Kyu hace lo mismo, un movimiento de cabeza por parte del director llama su atención.

—Tú no, Kim. Ya puedes irte a casa —le hace saber, relajado.

Y la repentina orden desconcierta a Sung Kyu.

—Pero, señor.

—Dije que puedes irte ya. Te veo mañana.

Sung Kyu no tiene otra opción más que aceptar lo que le ha pedido Woo Hyun. Sintiéndose insatisfecho con eso, se dirige a su casillero y toma su mochila, pero, antes de salir del lugar, tiene la necesidad de usar el baño y es ahí donde escucha a algunos de sus compañeros de obra hablar sobre él después de que ha entrado en uno de los cubículos.

—A mí me parece que Sung Kyu no tiene nada de especial —dice uno de los muchachos y las risas burlonas no se hacen esperar.

—Sí, estoy de acuerdo contigo. Además, ¿no creen que el protagonista debería ser más guapo?

—Más que él, sí.

Y de nuevo las carcajadas retumban en todo el cuarto. Sung Kyu entrecierra los ojos con algo de frustración y está a punto de salir para sorprenderlos, pero al escuchar el nombre del director se congela.

—Leí que Nam es muy reconocido en varios países.

—Yo sólo quiero algo bueno en mi currículo para entrar a la Universidad.

—Pues, yo pienso que no servirá de nada que nos esforcemos, claramente se ve su favoritismo —dice otro de los chicos, y Sung Kyu frunce el ceño, interesado.

—¿Lo dices por Sung Kyu?

—Claro. Es obvio que se tira al director. ¡Ni siquiera audicionó para obtener el rol principal!

—Tienes razón.

—A mí también me pareció extraño.

—Así son estas cosas. Si te falta talento o atractivo, al menos debes ser bueno en la cama.

Y los muchachos salen del servicio mientras escupen otras risas burlonas, dejando a Sung Kyu con un nudo en la garganta y la mente revuelta.

Porque nunca imaginó que sus compañeros pensaran así, aunque, dadas las circunstancias en las que se desarrolló este nuevo proyecto, no le parece extraño que crean lo peor. No obstante, lo cierto es que nada de eso es verdad. A esas alturas, el director Nam ni siquiera le dirige la palabra, o al menos no cómo lo había hecho meses atrás. Woo Hyun no da señales de querer mencionar lo pasado. Para él, es como si apenas se hubieran conocido, y Sung Kyu quiere mantener esa ilusión entre los dos porque al menos así puede intentar ignorar la herida que hay en su corazón.

Lo único que tiene que importarle es el principio de su carrera. Sung Yeol le ha dejado muy claro que eso es sólo el primer paso para estar más cerca del éxito.

No obstante, días después, los rumores sobre Sung Kyu y el director empeoran, y Kim ya no piensa que quedarse callado es la mejor de las opciones.

—¡Miren a Sung Kyu! En pocos meses demostró todo lo que es capaz de lograr. No les caerían mal algunos consejos de su parte —comenta Woo Hyun al final del día y el joven de angelical voz no puede evitar sentirse más que apenado al notar a varios de sus compañeros mirarlo de reojo con el ceño fruncido.

Woo Hyun se despide y se da la vuelta para ir a su cuarto privado. Sung Kyu agacha la mirada y luego escucha algunos murmullos por parte de sus compañeros. Aunque sabe muy bien lo que cuchichean entre ellos. El rumor de que hay algo entre el director y él está creciendo cada vez más.

Y entonces Sung Kyu no puede aguantar más. Ya no quiere que los demás piensen que está ahí porque se acuesta con Woo Hyun. Por lo que, después de que el estudio se vacía, se dirige al cuarto del director, sabiendo que aún está trabajando ahí.

Suspira hondo cuando está frente a la puerta y se muerde los labios con suavidad recordando la primera vez que hizo eso, aunque en esta ocasión cree que las cosas no terminarán igual.

—Pase —escucha tras la entrada después de dar un par de golpes.

Sung Kyu toma el pomo con valentía y entra.

—Director... —comienza de inmediato, atrayendo la atención de Nam, quien yace sentado en el pequeño sofá en una de las esquinas de la habitación con varios papeles en la mano.

Woo Hyun lo mira entrecerrando los ojos, y luego Sung Kyu no puede evitar sentir un escalofrío recorrerle la espalda. Porque Nam ha sonreído y el muchacho conoce muy bien esa sonrisa. Es la misma sonrisa que Woo Hyun dibujó todas aquellas veces que tuvieron sexo. Y Kim se pone más nervioso, traga saliva con fuerza y el director se pone de pie, dejando las hojas en el mueble.

—¿Necesitas algo? —pregunta, acercándosele un poco más. Y eso termina por hacerle perder a Sung Kyu la fuerza que le resta en las piernas.

Entreabre la boca, mirándolo a los ojos, y Woo Hyun le sonríe otra vez de aquella manera tan hipnotizante que le hace perder la cabeza.

El Musical | GyuWooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora