VIII. Paraíso

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El sexo con Woo Hyun sin duda es lo mejor que le ha pasado en toda su vida, aunque en realidad, esas sensaciones se atribuyen más a que Sung Kyu nunca antes ha tenido relaciones sexuales. Pero se ha preparado bien. Y no porque hubiera pensado que un día de esos se iba a "tirar" por fin al apuesto director, sino porque, ha pasado bastantes noches masturbándose en su cama y en la ducha, pensando en cómo se sentirían las redondeadas nalgas de Woo Hyun alrededor de su erecto pene.

Sung Kyu no es una blanca palomita. Y esos recuerdos lo excitan aún más. Así que no se lo piensa dos veces para sujetar con más fuerza el trasero de Woo Hyun para cargarlo, obligándole a enredar las piernas en torno a su cintura mientras se pone de pie.

Nam entierra el rostro en el hueco del cuello del joven actor y comienza a morderlo, a lamerlo y su agitada respiración le eriza todos los vellos del cuerpo. Sung Kyu suelta unos cuántos jadeos y, de pronto, se deja caer de rodillas en la alfombra dejando a Woo Hyun de espaldas a ella mientras se deleita con la sensual expresión de su rostro. Se acerca de nuevo a sus labios para devorarlos mientras le sujeta las manos por encima de la cabeza antes de empezar otra vez las profundas estocadas con las que lo está llevando al paraíso. Y no tardan demasiado tiempo en llegar juntos al orgasmo.

Sung Kyu sabe que no es un amante experimentado, y espera no haber decepcionado a Woo Hyun, quien aprieta los ojos mientras continúa retorciéndose bajo su cuerpo. Lo cierto es que el famoso director Nam tiene la misma "experiencia" que Sung Kyu, sólo espera que el joven no lo haya notado.

Las rodillas de Sung Kyu pierden su fuerza y cae sobre el pecho de Woo Hyun para tratar de normalizar su respiración, aunque su lengua sigue jugueteando un par de segundos más con uno de los pezones del director al mismo tiempo que su semilla escurre entre sus abdómenes.

Dibujando una sonrisa de satisfacción, Sung Kyu siente su corazón estabilizarse. Escucha un ligero carraspeo por parte de Woo Hyun y después de dejar escapar un último jadeo, el joven actor repentinamente acaba en la alfombra cuando el director lo toma de los hombros y lo hace a un lado de un empujón.

Incrédulo, Sung Kyu observa cómo se pone de pie con rapidez para recoger su ropa y correr al baño. No pierde detalle de sus bien formadas nalgas y sonríe de lado antes de que Woo Hyun cierre la puerta. Se muerde el labio inferior por la excitante imagen, se pone de pie y toma unos cuantos pañuelos desechables para limpiarse.

Entonces suspira profundo y considera esperar a Woo Hyun hasta que se le ocurra salir del baño para hablar con él. Sung Kyu piensa aclarar las cosas de alguna forma y cree más conveniente que sea en ese preciso momento, así que toma su propia ropa que yace esparcida sobre el sillón y se viste antes de tomar asiento en el mueble.

La puerta del baño se abre poco después y los ojos de Sung Kyu se encuentran de lleno con los de Woo Hyun. El director lo mira con algo parecido al desconcierto y el enfado mientras el actor se pone de pie, aunque no puede decir nada ya que Nam habla primero.

—¿Sigues aquí? —pregunta con molestia. Camina con rapidez hacia la puerta principal y la abre de golpe—. Vete. Y ni se te ocurra mencionar lo que pasó entre nosotros —le advierte, fastidiado.

Sung Kyu rueda los ojos y también se acerca a la entrada. Lo mira por última vez con un sentimiento de desafío y abre los labios.

—No soy un soplón, por si eso le preocupa. —Recorre con la mirada al director desde los pies hasta la cabeza y no puede evitar mostrar una pícara sonrisa porque le parece que Woo Hyun está temblando—. Nos vemos mañana —dice, pero antes de salir, sujeta a Woo Hyun de la cintura y lo besa con deseo.

Inesperadamente, el director le corresponde al instante, sin embargo, no demora en sujetarlo por los hombros para separarse de él. Entrecierra los ojos con reproche y Sung Kyu le regala otra divertida sonrisa antes de salir del cuarto, olvidando por completo el principal objetivo de aquel extraño y excitante encuentro.


Dos semanas después...


—¡Eres increíble, Sung Kyu! —lo felicita Sung Yeol al palmearle la espalda.

—Tu actuación fue espectacular —dice Dong Woo asintiendo con la cabeza.

Sonriendo, Sung Kyu les ofrece una respetuosa reverencia a ambos, quienes no han dejado de felicitarlo después de haber bajado del escenario. La obra por fin se ha estrenado, y Kim está demasiado contento con el trabajo que ha hecho porque está seguro que con eso estará en la mira de otros productores, y así, tal vez la suerte al fin le sonría y comience con una carrera profesional.

El actor mira a Woo Hyun de reojo, quien se mantiene charlando con demasiada confianza con algunas personas y a quienes no deja de mostrarles sus blancos dientes con inusitada simpatía.

Sung Kyu suspira en silencio y se despide de los muchachos. Se marcha a su camerino y una vez que está dentro acomoda sobre el tocador los pequeños arreglos de flores que le han dado. Se quita las prendas con las que lo han caracterizado a su personaje y las pone en el maniquí a un lado de la entrada. Toma una silla y se sienta frente al espejo para mirar un momento su reflejo. Luego saca un par de toallitas limpiadoras para desmaquillarse.

Al terminar de guardar sus cosas, Sung Kyu sujeta su mochila y saca su suéter. Se lo cuelga en el brazo antes de caminar a la salida del cuarto, pero, cuando abre la puerta, se encuentra de frente con el apuesto rostro del director y aquello le sorprende, aunque, más que eso, está demasiado feliz ante el gesto de aprobación que le muestra en ese instante. Woo Hyun da un par de pasos al interior del camerino y Sung Kyu retrocede otros tantos.

—¿Qué se le ofrece direc-...?

Y ni siquiera puede terminar la pregunta porque Woo Hyun se lanza a sus labios para besarlo con desesperación.

Sung Kyu trastabilla y deja caer la mochila y su suéter antes de rodear con ambos brazos la cintura del director, correspondiendo a su contacto con la misma efusividad. Entonces Sung Kyu empuja la puerta con el pie para cerrarla y acorrala el cuerpo de Woo Hyun contra ella.

Entrelaza los dedos con los del director y la saliva de ambos comienza a resbalar por sus mentones. El beso es tan desesperado y necesitado que sus jadeos quedan atrapados entre sus húmedos e hinchados labios, mientras que Kim frota con descaro la entrepierna de Nam ayudado de su muslo.

El joven se separa un momento de su boca y le delinea los labios con la lengua. Siente el cuerpo de Woo Hyun estremecerse y, sin pensarlo siquiera, lo toma de un brazo con algo de fuerza y le da la vuelta, pegando su rostro contra la puerta.

Pero, contrario a lo que piensa, escucha a Woo Hyun gemir despacio y sólo atina a dibujar una socarrona sonrisa cuando se deshace del cinturón y baja los pantalones del director hasta sus rodillas.

Abre su propia cremallera y Sung Kyu libera su pronunciada erección. Toma de la base su despierto miembro y lo restriega sin descaro entre las nalgas de Woo Hyun antes de abrirse paso por su fruncido agujero y penetrarlo de una sola vez.

El director se queja, incluso algunas lágrimas humedecen sus ojos, tal vez porque aquello es un poco (demasiado) salvaje, aunque no por eso quiere arrepentirse.

Entonces encaja las uñas en la puerta y Sung Kyu se aferra a sus caderas para comenzar con las fuertes y veloces arremetidas, mientras que sus gemidos obscenos nublan su propio juicio al sentir que los testículos del joven actor golpean su trasero, una, y otra, y otra vez.

El Musical | GyuWooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora