ALICIA ©

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— Los Hermanos Crowley —

Gina me dió una sonrisa de boca cerrada.

— Los hermanos Crowley — dijo Gina.
— Elegantes, raros, y con aire perturbante. Pero aún así — dijo Gina acercando su cara, quedando a centímetros de mi. — Mojan las bragas de todas la chicas.

Todas, sin excepción. Se encontraban mirando a los chicos, y era verdad, todos eran guapos sin excepción. Entre todo el grupo, se encontraba solo una chica, rubia, con cuerpo esbelto.

— A excepción de la chica, ella es más perturbante que sus hermanos, la trate un par de tiempo, pero parece que no quiere hacer amigas — dijo mi amiga regresando a su asiento, tomando de su bebida.

La mirada de Sean, cruzo con la mía.

Y ahí me di cuenta que estaba Lucien, su cabello negro estaba alborotado, su labios estaban rojos por el frío, tenía una camisa blanca, y unos pantalones ajustados de mezclilla. Caminaron, pasaron a un lado de nuestra mesa, sus lociones de hicieron presentes, mezcla de perfumes caros.

— Tienen mucho dinero — dijo Dipper.

— Pero, casi no le hablan a nadie.

Recorde el placer que me había ocasionado, de tan solo pensarlo mi corazón se aceleró. Voltee a mirar a la mesa en que ellos se habían sentado, su mirada se cruzó con la mía. Una ola de nervios recorrió mi cuerpo, sentí la mirada de sus hermanos, su mirada parecía trasladarme el alma. Y la desvíe.

Sentía la tensión entre lo que pasó.

Me levanté de la mesa tomando mi mochila.

— ¿Te vas? Faltan diez minutos para nuestras siguiente clase — dijo el rubio, mirándome confuso.

— Iré al baño, te alcanzo en el salón.

Y sin dejarlo responder salí de la cafetería.

Me sentí aliviada, me sentía comprometida con el, por aquel beso. Un beso que anhelaba que volviera a pasar, pero no sucedería, el era un chico con dinero, que tal vez tiene a la mayoría de chicas a sus pies.

Entre al baño, entre a un cubículo de baño, e hice mis necesidades. Salí, lave mis manos, tomé un poco de agua en las palmas de mis manos para remojar mi cara.

— Tan nerviosa te pongo — una voz ronca de hizo presente, coloqué mis manos en la barra, levanté mi vista, viendo su reflejo en el espejo.

— N-no se de qué me hablas
— respondí nerviosa, sintiendo mi corazón latir fuertemente.

— ¿Que sientes, Alicia? — dijo poscisionandose detrás de mi, sentía su aliento chocar contra mi cuello, deslizó sus manos alrededor de las mías. Escalofríos de placer me recorrieron ante su tacto. — Te deseo — dijo repartiendo besos en mi cuello, esparciendo espasmos en mi cuerpo, reaccionando ante su toque.

¿Por qué me sentía tan atraída por este chico raro?

— ¿Te acompaño a tu clase? — pregunto. De una manera rápida me voltio hasta el, y lo tuve de frente. Podía detallar sus ojos azules. Una sonrisa torcida se formó en su rostro, que me encantaba.