Capítulo I

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Marinette era, una chica peculiar. Desde pequeña demostró ser curiosa, lo que llenaba de orgullo a sus padres, les gustaba lo esforzada que se volvía para encontrar las respuestas a sus dudas, pero esta curiosidad comenzó a ser un problema.

Era torpe por naturaleza, se metía constantemente en líos. Sus padres no podían vigilarla siempre debido a que tenían una panadería que atender, y la experiencia decía (y algunos clientes también) que tener a una niña curiosa de 7 años dentro de la concina no era buena idea...no cuando cada semana habían nuevas "creaciones" de la azabache en una que otra bolsa de compra. La azabache siempre decía "quería saber que ocurría cuando mezcladas esas dos ingredientes, no sabía que era una combinación peligrosa" "no pensé que sabría tan mal, se supone que debía ser algo dulce" "nunca creí que el horno explotará, debieron advertirme que ese postre no era horneado". Sus padres la miraba preocupados y enternecida a la vez, les parecía gracioso que su hija logrará causar tantos desastres con tan solo unos minutos dentro de la cocina.

Sabine, su madre, tuvo una idea. Había notado el talento que tenía su hija para el dibujo y le recomendó que dibujara cosas que le llamasen la atención...grave error, nunca pensó que su hija comenzará a subirse al tejado de su casa, puesto que su atención era atraída por la ciudad y como está se veía cuando se miraba desde la altura. Pero al menos, le daba la tranquilidad de que desde su balcón era más fácil acceder a este, pero tenía curiosidad...
- ¿Porque el techo hija?, Creo que observas lo mismo desde el balcón, son solo dos metros, no habrá mucha diferencia
Su hija, ya de once años, le respondió
- Exacto, son dos metros que hacen cambiar la percepción de las cosas- viendo la cara de su madre, quien no estaba feliz por su respuesta, agregó- además desde el balcón tengo una vista parcial, desde aquí puedo ver en todas direcciones- forzó una sonrisa, sabía que su madre temía por que se lastimara, pero en su defensa, era bastante cuidadosa al subir y bajar del tejado, sabía que debía serlo por su tendencia a tropezarse.

No se puede explicar la alegría que sintió Sabine cuando vio a su hija dibujando en la sala, no en el tejado, si no que en su casa, utilizando una silla, y comiendo...una de las pocas recetas que resultó en una combinación comestible (y deliciosa si se puede agregar)...Frunció el ceño pensativa

-¿Que haces?
-¿Dibujo?
-Si, pero ¿Por que no el balcón?...no está lloviendo
- Lo se...no estoy dibujando la ciudad, por eso no estoy arriba
-Y que es lo que dibujas
- Un vestido
-¿Un vestido?
-Si, estaba afuera cuando vi pasar una bandada de pájaros, y no sé porque, pero lo asocie a un vestido...asi que decidí diseñar.
Sabine suspiró, por supuesto que estuvo en el tejado, pero luego se dio cuenta de un detalle
- ¿Estás diseñando un vestido?
- Así es...de hecho, he visto algunas revistas de moda, y debo decir que muchos de los diseños son excelentes. Sabías que en París vive uno de las diseñadores considerados más innovadores de este último tiempo, Gabriel Agreste. Sus diseños son fantásticos y...
Sabine dejo de escuchar, se sentía feliz, su hija se había interesado por diseñar, era algo inofensivo, solo era dibujar, no había riesgo en eso... ¿verdad?

Ok, esto no debió ocurrir, aceptaba que Marinette tuviera talento para la moda, e incluso aceptó que comenzará a confeccionar sus propios diseños, porque sí, ella no solo quería en papel sus creaciones sino que su intención era volverlos reales. No había mucho riesgo en aquello, salvo unos pinchazos de dedos cuando comenzó, pero ahora manejaba bien el arte de las costuras, e incluso la vieja máquina de coser de Sabine tenía un mejor uso del que había tenido en años.  Pero esto, fue demasiado

-Marinette, ¿Que les ocurrió a las cortinas?
Marinette, con 13 años de edad, respondió de manera culpable
- Me faltó tela para terminar el traje, y el diseño de las cortinas se parecía a lo que tenía en mente..Disculpe, no volverá a suceder
-Eso me dijiste acerca de las cortinas de tu Habitación
- Si, pero...
- Y las de mi Habitación
Marinette decidió no responder, sabía que lo había prometido, pero cuando le faltó tela para terminar aquel vestido, que irónicamente sería un regalo para su madre,  una ráfaga de viento hizo que las cortinas se movieran, golpeándole la cara, como si se burlaran de su mala suerte, Marinette no permitía que nadie se burlaran de ella, ni siquiera un objeto. Las cortó y comenzó a adherirlas al traje antes confeccionado cuando su madre entro a la sala, observando a su hija, luego el vestido, para finalmente posar su vista hacia la ventana.  Esto ya es demasiado.

Buscadora de oroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora