1. De cero

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Llevaba viviendo en Tokio por cinco años, desde que tuve que partir con mis tíos y dejar a mi familia atrás, todo para ingresar en una escuela con un buen equipo de baloncesto, pero todo había acabado para nosotras, nos habían suspendido, un par de compañeras hacían trampas a nuestras espaldas y lo acabamos pagando todas.

Me sentía frustrada, todo lo que por lo que había luchado ha acabado, ¿y ahora qué?
Hablé con mis tíos, volvería a mi ciudad junto a mis padres y mi hermana pequeña.
Llamé a mi madre, le conté lo sucedido y le pedí permiso para volver a casa.

—¡Pues claro hija! Sabes que siempre que nos necesites estamos aquí, ¿pero el papeleo de la escuela?
—Lo sé, perdón por no haberme mantenido en contacto ni haberte contado las cosas, he estado ocupada. Con respecto al papeleo mis tíos se ocuparon de ello, me ingresaron en una preparatoria llamada Karasuno que según ellos está cerca de casa —expliqué apenada—, por cierto, ¿cómo está Dai? —Dai era mi hermana pequeña la cual tiene 11 años actualmente. Una curiosidad es que se llama así ya que yo lo sugerí por mi mejor amigo Daichi, con el que perdí el contacto tres años después de venir a Tokio, le echaba mucho de menos.

—Bien, hace poco que entró en el colegio y en un equipo de voleibol.

—Voleibol... ¿no es un poco pequeña? —mientras me intentaba imaginar a mi hermana jugar a este deporte escuché a mi tía gritando mi nombre desde la planta de abajo— Ah lo siento mamá, nos vemos en unos días.

—¡Claro! ¡Que ganas de verte hija!

Colgué el teléfono sin poder evitar sentir un poco de miedo por todos los cambios que estaban a la vuelta de la esquina.

...

Ahí estaba, delante de la puerta de mi casa.

—¿No vas a entrar? —Preguntó mi tío el cual me había traído de vuelta a casa en coche.

—E-eh ¡sí! —nerviosa, di un par de golpes a la puerta, la cual se abrió unos siete segundos más tarde.  

—¡(t/n)! —mi madre abrió la puerta y exclamó mi nombre.

—¡Mamá! —nos abrazamos, habían pasado cinco años desde la vi por última vez.
Mi tío saludó y entramos a la casa.

Lo primero que vi fue a mi padre, viniendo hacia mí con lágrimas en los ojos mientras pronunciaba mi nombre.

—¡Papá! —reí en sus brazos.

Estuvimos un rato hablando los cuatro sobre el transcurso de los últimos años. Mi hermana pequeña entró al salón un poco después.

—¡Dai! —se veía muy mayor y había cambiado mucho desde la última vez que le vi.

—¡(t/nnn)! —vino hacia mí sollozando y alargando la última letra de mi nombre.

Subí a mi habitación a la que me acompañó Dai.

—Bueno bueno, me ha dicho un pajarito que estás jugando voleibol, ¿cómo te va?

—Todavía no le he cogido el tranquillo, ¡pero es muy divertido! ¡Deberías probarlo! —Reí ante el entusiasmo que ensañaba la pequeña.

Lo pensé durante un momento. ¿Habrá en mi nuevo instituto, el que creo que se llamaba Karasuno, club de baloncesto o incluso de voley?

Me acordé de Daichi por un momento, él hacía voleibol cuando éramos críos, ¿seguirá jugando? ¿Y si le llamo?

Terminé de guardar todo lo que traía, agarré mi teléfono y marqué a mi viejo amigo.

—¿A quién llamas? —preguntó con curiosidad mi
hermana.

—A un amigo —Le sonreí. Ella asintió y salió de la habitación para darme más tranquilidad y privacidad.

Después de un rato comunicando, al final contestaron al teléfono.

—¡¡(t/n)!! ¡Esperé tus llamadas! ¿Cómo estás?

—¡Hola Daichi! Bien bueno, ¿te puedo contar algo?

—Eh, ¡claro, por supuesto! —le conté lo de mi equipo de baloncesto y el hecho de que tuve que volver de Tokio, y ahora estoy en una secundaria llamada Karasuno ya que mi tía se había ocupado del papeleo y ya que parecía que era la más cercana a mi casa.

—¿¡K- Karasuno!? ¡Esa es mi preparatoria! —exclamó Daichi nervioso.

—¿¡Qué!? ¿¡En serio!?

—Supongo que después de cinco años, ¡nuestros caminos vuelven a cruzarse!

—¡No sabes cómo me alegro de ello! Pero tú estás en tercer año ya, ¿no?

—Sí, estás en lo correcto, pero estoy aprovechando este año al máximo.

—Me alegra oír eso, de verdad. Y oye, ¿sigues jugando al voley? Es que como hace dos años que no te llamo... -me tembló la voz un poco debido a la culpabilidad que sentía, Daichi siempre ha sido uno de mis mejores amigos y cuando nos separamos, dolió muchísimo.

—¡Sí! Soy capitán del equipo, también hay equipo femenino si te interesa, aunque no hay femenino de baloncesto —dijo apenado.

—¿Capitán? ¡Qué nivel! Y en cuanto al baloncesto no te preocupes, necesitaba un descanso, por mucho que me guste llevo muchos años jugándolo.

—Hmm entiendo...

—Lo malo va a ser cuando llegue allí y no conozca a nadie —reí nerviosa, nunca he sido muy buena al empezar conversación o entablar conversación desde cero.

—Oye (t/n)... he estado pensando...

—¿Si?

—Hiciste un curso de primeros auxilios para poder ingresar en el equipo de baloncesto, ¿no?

—Sí, era obligatorio —asentí aunque no pudiera verlo—. Sé lo básico pero lo suficiente.

—Nuestro equipo tiene manager pero no tiene un médico en caso de urgencia... —insinuó Daichi.

—Pero yo no soy médica, solo—

—Es suficiente, con que sepas vendar tobillos torcidos y cosas así me vale. Además te podemos enseñar cómo se juega en algún entrenamiento, no podrás entrar en el equipo femenino si no sabes nada.

—Eso es... muy amable por tu parte Daichi, te lo agradezco muchísimo.

—No hay de qué para eso están los amigos, ¿no? —animó el chico castaño, el cual debería de haber crecido mucho desde la última vez que le vi.

—Claro que sí, gracias...—reí— pero, ¿estás seguro que a los chicos del equipo no les importará?

—Seguro que te cogen cariño en muy poco tiempo, ¡te lo aseguro! —sus palabras calmaron un poco mis nervios.

—Está bien, acepto.

—Tenemos un partido de práctica en una semana, así que nos vas a ver entrenar en serio —habló Daichi.

—¡Lo espero impaciente!

—Oye, por cierto... ¿sabes cómo llegar al edificio?

—Que va, pensaba mirarlo ahora desde mi teléfono.

—¡Te puedo ir a buscar si quieres! Recuerdo bien cual era tu casa.

—Oh, pues sería de gran ayuda —contesté con apuro.

—Decidido entonces, mañana veinte minutos antes de clase llamaré a tu puerta, ¡sé puntual! —Esas fueron las enérgicas últimas palabras que escuché de mi amigo antes de que este colgara.

Me tumbé en la cama mirando al techo.

Que rápido ha pasado todo.
...

Café (Sugawara Koshi x fem!reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora