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Hermione.

Ni siquiera se sorprendió cuando Pansy le contó el motivo de su castigo, se esperaba que esa fuera la razón (además de que había escuchado a McGonagall mencionar algo sobre una alumna fumando en el baño). De alguna manera, Hermione veía en Pansy a una versión femenina y mucho más atrevida de Fred y George, ¡que ellos eran unos alborotadores por excelencia pero jamás se habrían atrevido a fumar en los baños del colegio! Probablemente Molly Weasley los habría despellejado vivos antes de que pudieran encontrar las palabras adecuadas para excusarse.

Así que Hermione no añadió mucho a la conversación, simplemente dejo que Pansy se lo contara todo y luego cambio de tema; sospechaba que la muchacha ya había tenido una regañina de más de veinte minutos con McGonagall, quién era muy susceptible con el tema. 

Sentía las miradas de un par de profesores sobre ellas, quizá sorprendidos de la extraña familiaridad que parecían tener o de la tranquilidad de Pansy, sea lo que sea, no apartaban su vista de ellas y Hermione empezaba a incomodarse; pero Pansy o no lo notaba o le daba igual, porque estaba más concentrada en seguir con la conversación que en preocuparse porque alguien las estuviera mirando. 

Cuando tocaron la campana que anunciaba el término de la hora de almuerzo, Pansy se levantó como movida por una descarga eléctrica. Hermione la miró con curiosidad.

—No puedo llegar tarde—dijo mientras recogía sus cosas y las metía en su mochila—. Tengo clases. La veo más tarde.

—Va, pórtate bien.

Pansy le sonrió y Hermione la imitó. Le resultaba curioso que ella estuviera tan preocupada por no llegar tarde a una clase pero que no le importara hacer un millón de desmanes a los profesores. Era una chica extraña y le recordaba a Luna por eso, aunque ambas eran muy (demasiado) diferentes entre sí. Pero no había duda en que las dos eran igual de amables… o Pansy trataba de serlo, al menos, cuando estaba con ella.

La vio salir de la sala de profesores con paso apresurado mientras los maestros la imitaban (con paso lento y desanimado), Hermione no, ella tenía dos horas libres en ése momento y no sabía qué hacer. Podía ir a meterse en la biblioteca y esperar a que el tiempo corriera, pero (seguro Ron se impresionaría mucho si lo descubría) no tenía ganas de leer. Suspiro y se levantó con lentitud de la silla en la que estaba sentada, seguramente se divertiría un rato viendo a los alumnos correr en clases de educación física…

Otro suspiro.

Empezaba a pensar que Pansy disfrutaba meterse en problemas.

—¿Por qué no está vestida, señorita Parkinson?—preguntó Hooch furiosa. El resto de estudiantes las miraban divertidos.

—No voy a nadar—contestó Pansy inexpresiva.

—¿Por qué no?

—¿Por qué lo haría?

—¿Por qué yo se lo ordeno, señorita Parkinson?—inquirió Hooch poniéndose de un feo color rojo que solo indicaba peligro. Hermione estaba bastante sorprendida de que Pansy pudiera mantener su expresión indiferente ante esa señal de riesgo.

—Es una pérdida de tiempo—siguió la muchacha mirando fijamente a Hooch a los ojos—. Soy mejor que todos y voy a sacar la mejor nota y usted lo sabe, así que ¿por qué la haría perder su tiempo evaluándome?

—Bien—gruñó Rolanda Hooch—. Veinte vueltas a la cancha de básquet, señorita Parkinson.

Ahora sí el resto de muchachos explotaron en carcajadas pero Pansy se mantuvo impasible. Empezó a caminar hacía la cancha de básquet a paso lento mientras las risas de sus compañeros inundaban el gimnasio, llegó allí y de inmediato se puso en lo suyo.

Hermione fue hacia ella con paso lento; sentía una sincera admiración por la osadía y temple de Pansy que no sería capaz de admitir en voz alta por temor a que se tome sus cumplidos como una incitación para seguir poniendo de cabeza el colegio. Sonrío para sí, imaginando qué (si algo tan poco probable como eso sucedía) McGonagall firmaría su carta de renuncia en ése preciso momento.

—Buenas tardes, profesora.

Pansy pasó veloz como una flecha por el frente de ella. Hermione se quedó con la palabra en la boca pues, cuando iba a responder su saludo, se dio cuenta que la muchacha ya estaba muy lejos de ella como para escucharle. La muchacha siguió dando vuelta tras vuelta ante la atenta mirada de Hermione, hasta que al fin pareció cumplir las veinte y fue disminuyendo la velocidad hasta que se dejó caer cerca de las piernas de Hermione echando un largo suspiro.  

—Buenas tardes, profesora—repitió la muchacha entonces—. ¿Ha venido a verme?

—¿Por qué desobedeciste a la profesora Hooch, Pansy?—inquirió Hermione con seriedad.

—No tenía ganas de mojarme—contestó la muchacha sin inmutarse—. ¿Y qué sentido tiene que yo me meta a la piscina con ellos? Hooch me ve en las prácticas, ya no hay ninguna necesidad. Profesora.

—Van a mandarte limpiar la piscina un día de estos—advirtió Hermione.

Pansy no hizo otra cosa que reírse muy bajito, al parecer el comentario le había resultado gracioso. Hermione no dijo nada y dirigió la vista hacia el grupo de alumnos que daban grandes brazadas en la piscina dirigidos por Hooch, la escena le trajo muchísimos recuerdos, sobretodo, lo poco que le gustaban sus clases. No es que fuera una mala docente, si no que ella apestaba en los deportes y las clases de educación física no eran un recuerdo agradable.

—¿Está molesta?

—Aunque no me lo creas, no puedo enojarme contigo—respondió Hermione con sinceridad, después de todo (y al contrario que el resto) ella no tenía ningún motivo para enfadarse con Pansy.

Entonces Pansy le sonrió y Hermione no pudo evitar pensar que mandaría a tomar por loco al primero que le dijera que Pansy era el demonio encarnado. En ése momento era imposible para ella pensar que la muchacha que tenía al lado era la misma que, un día hace del año pasado, había practicado tiro al blanco contra el turbante del profesor Quirrel. No pudo contenerse más y empezó a reírse a carcajadas, Pansy la miró extrañada y divertida a la vez.

—Perdona—dijo cuándo pudo dejar de reír—. He recordado algo muy gracioso.

—McGonagall no tiene muy buena opinión de la gente que se ríe sola de la nada.

—Sí, ¿verdad? Es una suerte que no éste aquí.

—Ella es tan antigua como el colegio—siguió Pansy con misteriosa seriedad—. Tan antigua como Binns, ¿es cierto que los tres fundaron el colegio? Dumbledore, Binns y McGonagall, me refiero. 

No sabía si lo decía en serio o no pero eso no evito que se riera tan escandalosamente que bastantes cabezas giraran a mirarla pero a ella no le importo, siguió riendo mientras las lágrimas escapaban por sus ojos y el estómago le dolía por el esfuerzo.  Sin sospecharlo, Pansy le había recordado muchas de las conversaciones que había mantenido con sus amigos en las que discutían la edad de los tres antiguos profesores y que siempre terminaban en estruendosas carcajadas. 

“Unos pocos miles de años” escucho decir a Ron en su mente.  

Siempre | Pansmione |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora