FINAL

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FINAL.

Hermione no sabía cuál de sus amigos la había atrapado besando a Pansy en el baño y tampoco quería enterarse. Todos la seguían tratando como siempre, ninguno hizo comentarios de doble sentido ni la miró con decepción o reproche, nadie le pidió hablar en privado ni le recordó los problemas en los que podía meterse. Eso solo la hacía plantearse que, quizá, todo había sido una coincidencia (una corriente de aire salida de la nada podía haber cerrado la puerta) o simplemente se lo imaginaron todo.

El beso con Pansy bien podría ser una mala jugada de su inestable mente y las cervezas que se había tomado.

Pero no tenía como negarlo: realmente había sucedido. Cuando despertó, el día siguiente de esa intensa noche, todo lo que hizo le cayó encima y, para su completo desconcierto, no se arrepentía. Estaba mal por donde lo mirase, no tenía excusas ni manera de justificarse y, aunque la culpa le remordiera el cerebro, estaba segura de que (si tuviera la oportunidad de evitarlo) volvería a hacerlo, porqué había sido cosa de magia.

Y Hermione no creía en la magia.

Mal, mal, mal.

Probablemente ir y pedirle una disculpa a Pansy fuera la opción más sensata pero ella no tenía el valor necesario para acercarse a la muchacha. Y, por su parte, Pansy la evitaba de todas las maneras posibles. A veces se saludaban, sin embargo su acostumbrada familiaridad había sido reemplazada por una excesiva formalidad que no pegaba bien con ninguna de las dos. Era extremadamente incómodo.

Y luego estaba el hecho de las detenciones se reanudaban. Pansy iba al aula vacía y se sentaba hasta el fondo (como antes) y las dos se rehuían la mirada; a veces Hermione se salía del salón diciendo cualquier cosa y se quedaba dando vueltas por el colegio esperando que las horas pasasen. Funcionaba, porqué cuando regresaba al salón a recoger ya no había ni rastro de Pansy y ella podía volver a actuar con normalidad.

Aguanto tres días, solo tres. Ni siquiera quería imaginarse lo que significaría estar con ella, por dos horas, todas las tardes hasta que el año escolar concluyera. Entonces fue donde McGonagall y apeló por el buen comportamiento de Pansy (rogando internamente que se mantuviera así hasta el final); la subdirectora, para su sorpresa y alivio, se mostró de acuerdo con su pedido y puso fin a su sufrimiento. Ya no tendría que ver a Pansy más de lo estrictamente necesario. Faltaba poco para que el año terminara y Pansy se iría al fin.

Gracias a ése pensamiento (que no era muy agradable pero si la consolaba) Hermione pudo sobrellevar las cuatro últimas semanas.

Y terminó el año. Y vio a Pansy salir del portón por última vez. Y su suplicio acabó.

O. quizá, no hacía más que empezar porqué, mientras le veía marchar, no pudo evitar pensar que debía decirle algo. Despedirse. Probablemente pasarían años hasta que volvieran a coincidir y ella no iba a poder confesarle (o admitir en voz alta) que la quería, de una manera que escandalizaba a muchos y que enorgullecía a otros.

Pero ella calló y miró hacia otro lado.

Era una cobarde.

Lo comprobó porqué fue Pansy quién la buscó.

***

Miércoles.

Veintitrés de diciembre.

Allí estaba Pansy, parada bajo el marco de la puerta con una sonrisa tímida. Su cabello estaba perfectamente peinado y su ropa impecable, nada que ver con el aspecto que traía en el colegio. La miraba temerosa, como si quisiera decir algo pero no tuviera el valor para hacerlo; entonces dio unos pasos hacia el frente hasta quedar en su delante.

Hermione tampoco podía hablar, ni siquiera sabía que decir. La escena se le hacía tan inverosímil que empezaba a temer que estuviera soñando. ¿Qué estaba haciendo ella allí? Las clases habían terminado hace días, solo los profesores y algunos administrativos se quedaban para entregar las notas finales y coordinar los últimos asuntos antes de que las vacaciones comenzaran. Ya ningún alumno se asomaba por allí.

—Me venía a despedir de los profesores, están contentísimos —sonrió, sabiendo que su felicidad era porqué ella ya no volvería a atormentarles la existencia-, y me han dicho que estaba aquí.

Tenía la mente en blanco, el corazón desbocado y los labios temblorosos. ¿Qué se suponía que debía decir? No sabía nada, no pensaba en nada, no se sentía capaz de hacer nada... solo mirarla.

Las hojas que estaba sosteniendo se le resbalaron de entre los dedos y cayeron en el suelo, pero no se inmuto, ninguna lo hizo, se seguían mirando fijamente.

—Hoy es mi cumpleaños pero seguro que lo ha olvidado.

Quiso felicitarla, de verdad lo quiso, abrió la boca pero no pudo articular ninguna palabra. Ella acentuó más su sonrisa y se acercó, casi deslizándose y sus movimientos le recordaron a Hermione los de una serpiente, una que llevaba rato acechando a su presa (ella lo era) y al fin se decidía a lanzarse sobre ella (ése era el momento).

Puso una de sus manos en su rostro y clavó sus dos brillantes esmeraldas en su rostro, la miró intensamente por unos segundos hasta que se lanzó sobre sus labios.

No fue un beso salvaje, feroz ni mucho menos osado. Solo era un beso tímido e inocente, de los que se dan los niños sin saber en verdad lo que están haciendo. Sin embargo, para Hermione ése fue el mejor beso que había recibido en su vida y se lo devolvió sin pensárselo dos veces.

Entonces Pansy se separó y Hermione sintió que se llevaba un pedazo de su alma con ello.

Pansy agachó levemente la cabeza y un mechón de su cabello le cubrió la mitad del rostro, puso sus manos hacía atrás, frunció los labios y evito mirarla a la cara.

—Creo que ya no voy a verla en mucho tiempo, así que... bueno, solo venía a despedirme y... cuídese mucho... y...

Hermione se agachó de repente y empezó a recoger del suelo los papeles que se le habían caído. Estaba oyendo los balbuceos de Pansy pero no los escuchaba realmente, simplemente sentía el sonido que salía de su boca y, que a la vez, le aceleraba el corazón.

Los labios le ardían.

—No se tiene que... sentir cul-culpable realmente...—carraspeó para serenar la voz, para serenarse ella misma porqué parecía a punto de llorar—. Bueno, ya no hay nada de malo, ¿no? Usted ya no es más mi profesora y yo... ya tengo dieciocho, así que nada de qué preocuparse... Yo, la verdad es que yo...

Hermione se levantó y le dio la espalda al instante, empezó a ordenar los papeles a la desesperada en el escritorio mientras el corazón le latía dichoso en el pecho.

—Pansy—acabó la tarea, cogió su celular de la mesa y se lo metió en el bolsillo trasero del pantalón. Se giró entonces y enfrentó a Pansy—. Vámonos de aquí.

Sus palabras tomaron por completa sorpresa a la muchacha, quien la miro incrédula. Hermione le extendió una mano, había tomado una decisión y probablemente tendría que renunciar al colegio el año siguiente pero eso no era lo que importaba en ése preciso momento. Pansy la miró unos segundos, tenía los ojos llorosos y las mejillas rojísimas pero, cuando vio la convicción en la mirada de Hermione, sonrío y entrelazo sus dedos con los de ella.

Se miraron otra vez.

Y Hermione le sonrió y luego jaló a Pansy de la mano y ambas salieron corriendo de la oficina, cruzaron el patio a toda velocidad y desaparecieron por el portón hacía la anhelada libertad.

***

¡Ajá! Se lo creyeron, ¿no? No me gustan los finales tristes pero si los abiertos, para que quedé en su imaginación lo que pasó después jsjsjsjs

¡Muchas gracias si llegaste hasta aquí! Les mandó a todxs un fuerte abrazo, lxs quiero mucho.

<3

PD: El fandom de Harry Potter en Twitter es muy bonito, me uni y estoy escribiendo AU's allí (por eso abandoné Wattpad por un tiempo). Da igual, pueden encontrarme como @/blackpottah. Nada más, ¡cuídense!

Siempre | Pansmione |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora