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Hermione.

No pudo evitar lamentarse un poco al verla marcharse así; se obligó a mirar a otro lado para contener las ganas que tenía de correr a disculparse. Pero ¿qué diría? ¿Qué lo hacía por su salud mental y luego le confesaría el sueño que tuvo? Probablemente la muchachita se espantaría (y no podía culparla) y se alejaría corriendo de ella.

Suspiró. Pansy se había desaparecido ya y ella fue en dirección contraria. Su intento de distraerse de sus pensamientos había fracasado estrepitosamente: no contaba con encontrarse a Pansy en una tienda de ropa en el centro comercial y, como para empeorar más la situación, a Draco Malfoy. Había sido descortés, lo sabía, pero tampoco iba a fingir alegría o iba a tratar con educación a Malfoy después de todo lo que habían pasado entre ellos antes.

Se estaba volviendo loca, lo sabía. Pansy la estaba volviendo loca.

Las clases (muy para su desdicha) no tardaron en reanudarse. Por primera vez en muchos años, no sintió su acostumbrada felicidad por volver a las aulas. No quería. Ésa noche durmió con el único pensamiento de que habría dado todo lo que tenía para extender las vacaciones por toda la eternidad.

...

Se apareció allí, como siempre, pero no lucía como ella. Sin embargo, no se atrevió a soltar ningún comentario, se contentó con devolverle el monótono saludo y bajó la vista hacia los cuadernos que estaba revisando. Era incomodo como nunca antes lo había sido. Pansy no la miraba y, más apremiante aún, ya no hacía nada; simplemente estaba allí, recostada en la mesa, ocultando el rostro entre los brazos. Hermione podría jurar que estaba dormida, pero no atrevió a comprobarlo.

La escena se repitió el resto de la semana. Ni ella ni Pansy intercambiaron más que saludos; Hermione tenía una excusa, ¿pero Pansy qué? Se sentía tonta por angustiarse con eso cuando sabía que debía sentirse alegre de que Pansy la estuviera ignorando también, ¿no era eso lo que quería? ¿No debería aliviarla? Pero allí estaba, rompiéndose la cabeza buscando razones o intentando encontrar la explicación a su comportamiento.

Estaba enloqueciendo.

Quizá no fuera mala idea aparecerse un día de esos en la casa de Cho. O confesarle todo a Moody para que la arrestase de una vez o hablarlo con Lily quién era una buena consejera (claro, que Lupin también lo era, pero a él iba a sentarle como anillo al dedo esa conversación sobre el "interés" en una persona varios años menor), ¡estaba pensando incluso en pedirle a Luna que practique una sesión de hipnosis para olvidar aquel sueño! Desesperada. Estaba desesperada.

Pansy no solo se portaba distante en las detenciones, sino también en clases. Seguía sentándose hasta el fondo, pero ya no tenía ningún interés en escucharla: se distraía mirando el techo o jugueteando con un anillo en su dedo; y Hermione tampoco tenía valor para recriminarle su actitud en el aula, simplemente lo dejaba pasar. Era cobarde, por esa y otras razones.

Un día, Pansy no apareció en el salón vacío al terminar las clases. Hermione sintió preocupación y alivio a partes iguales (su vida se había convertido en una constante contradicción) y lo dejo pasar. El segundo día fue igual, la veía en clases y andando en el patio pero no se apareció en el salón, y así el tercero, el cuarto, el quinto... y Pansy se hacía humo en las horas que se suponía debía estar con ella.

Podía acercarse un día a ella y preguntárselo, pero su cobardía era mayor que su curiosidad. Podía ir y exponerle la situación sobre las faltas de Pansy a McGonagall, pero temía meter a la muchacha (y a ella misma) en un aprieto. Sus pensamientos y su vida eran un desastre en ése momento y todo por un simple sueño.

Siempre | Pansmione |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora