CAPÍTULO 1

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Horacio tras salir del despacho de Papu, sentía cómo su corazón se rompía a mil pedazos por todo lo que hizo y sintiendo cómo Conway tenía alguna razón para seguir teniéndoles al lado que nunca llegaría a entender.

Cuando llegó a casa vio como Gustabo dormía como una marmota. Necesitaba hablar con alguien...

-Horacio: Gustabo... Levanta, tenemos que hablar.

-Gustabo: ¿Qué? Dios, Horacio... ¿Sabes el día que hemos tenido hoy? Descansemos un poco... - volvería a ponerse cómodo.

-Horacio: Escúchame, es importante. ¡Si no estaría más sobado que tú!

Al final se levantaría, le había quitado las ganas de dormir de todas formas...

-Gustabo: A ver, ¿qué te ocurre? -  diría suspirando.

-Horacio: ¿No crees que Conway nos oculta algo?

-Gustabo: Pero qué dices... El yayo es un misterio, ¡claro que nos oculta cosas!

-Horacio: eso no comemierda. A estas alturas, ya nos habría matado por las gilipolleces que hemos hecho. Hemos hecho 2 atracos, apuñalado a varias personas, herido a uno de sus agentes... ¡hasta le hemos causado un infarto! - comenzaría a acelerarse -  ¿No ves que algo no encaja, que nos esconde el por qué nos salva el pellejo cada vez que hacemos algo mal? ¡Si no, no tendría sentido!

-Gustabo: qué quieres decir con eso... - empezaría a cuestionarse si Conway sentiría una relación especial con los dos canelos – no... no puede ser...

Se quedaron un buen rato en silencio procesando la situación. En fin, no hay duda de que Conway les dio su primer abrazo en años, antes que a sus comisarios. ¿Qué le estaría pasando al frío, sádico y mastodonte Superintendente?

Entonces, los dos levantaron miradas a la vez y decidieron actuar. Sí, debían hablar directamente con él. 

PATERNIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora