v e i n t i u n o

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Aprieto hudiendo la yema de mis dedos en su deliciosa piel.

Mi cuerpo esta completamente tenso y me muevo encima de ella con más fuerza buscando llegar a mi propio orgasmo. Escondo el rostro en su cuello y deslizó la lengua saboreando el salado del sudor.

Ella tiene los ojos medio cerrados. No está del todo consiente, esta drogada. Tanto, para no defenderse o darme lucha y es que Sun Hee últimamente se resistía. Si antes no decía algo o lanzaba comentarios mordaces. Ahora se resistía, luchaba porque mis manos no toquen su cuerpo.

No quería lidiar con ella. Así que no me quedo más remedio en drogarla. Sin llegar a excederme. No quería que muriera de una sobredosis.

Gruño aumentando las estocadas, apretando sus pechos expuesto y ella hace pequeños ruidos casi inaudibles.
Chocó mi pelvis con fuerza y siento mi orgasmo, soltando un leve gruñido.

El peso de mi cuerpo cayendo encima de ella. El sudor en mi frente y lentamente me coloco de rodillas para salir de ella sin dejar de mirar su cuerpo desnudo con las piernas abiertas. Aunque aún posee la camiseta alzada por encima de su pecho.

Ella tiene la respiración lenta con los brazos a cada lado de su cabeza, las marcas de las agujas son notorias ya que su piel es pálida. No tengo la necesidad en ponerle los grilletes sus tobillos están lastimados.

Ya va a anochecer. Deslizó en preservativo y lo amarro para después desecharlo. Me visto; un pantalón suelto y una camiseta holgada. Vuelvo a donde está ella.

—Estamos juntos en esto.

Susurro pasando los brazos debajo de sus piernas y la cargo. La colocó encima de la cama, se que ella me escucha aunque no se si recordará lo que dije. No me importa.

Tiene los ojos entrecerrados. Acomodo su ropa dejándola quieta, no creo que despierte tan pronto. Así que la dejó ahí. Recojo algunas prendas y salgo. Colocó el candado, porque sigo sin confiarme.

Salgo del departamento, todo está en completo silencio, en el piso donde estoy no hay nadie. Las luces están apagadas en el pasillo así que me dirijo a las escaleras que dan al último piso.

Necesito fumar un cigarrillo.

Últimamente es un vicio. Inhalo el frío aire y y suelto el humo de forma lenta. Frente mío observo el barril donde se encuentra el cuerpo de Yeji.

Jungkook, papá no quiere que viva contigo.”

Kang solía desconfiarse mucho de mi y no lo culpaba. Creía que podía hacerle daño a su única hija. Aunque Yeji parecía querer estar la mayor parte del tiempo conmigo prefería mi espacio y que ella viviera con el viejecillo o en uno de esos edificios que alquilaban cuartos para estudiantes.

No quería pegarme demasiado a ella.

No de esa forma. No de la forma en como había nacido.

—Papá jamás va a perdonarme por esto, verdad Yeji. Si estuviera vivo y yo muerto hasta escupiría en mi lecho.

Suelto con burla. La muerte del hombre la había dejado dolida, demasiado. No quise consolarle, evitaba que se presentara en mi departamento o mucho menos que fuera al edificio de Kang, hasta que decidió perseguir al bastardo de Kim nuevamente.

—La vida es una completa mierda Yeji.

Suelto el humo mirando fijamente el barril donde está ella. O lo que queda de ella y soy consiente de que no hay remordimiento alguno por lo que hice. No queda nada.

Solo la necesidad que nadie me aparte de Sun Hee. A mis veintiséis años ya estaba lo suficientemente viejo para seguir en lo mismo. Ella sería la última, después de ella no habría nadie más, no necesitaría a nadie más.

Hostage ➵ jeon jungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora