2 Visita Vergonzosa

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Arthur siento como algo pequeño se abría paso entre sus glúteos mientras, tanto su entrepierna como sus tetillas, se erguían nuevamente arrancándole un nuevo jadeo cuando dejó caer la cabeza hacia atrás, y justo cuando sus piernas flaqueaban un par de brazos evito su caída

- Yo... yo - intento disculparse

- Acuéstese - dijo el medimago ayudándolo a subir a la camilla nuevamente

- Perdón, perdón - decía Arthur a punto de llorar

- Tranquilo querido - dijo con voz dulce entregándole un pañuelo desechable

- No sé qué me pasa - sollozo el pelirrojo --. Yo no soy así. Perdón

- Lo sé - dijo el médico - tranquilo. Esto será lo último, déjeme ver sus tetillas por última vez - nuevamente el hombre obedeció y el medimago las toco como antes sintiéndolas más duras que la primera vez - muy bien le daré unos minutos para que se relaje y se vista

- Gracias - sollozo el hombre mayor y cuando lo escucho salir tomo su miembro y lo volvió a estimularlo hasta liberarse completamente. Lloro abiertamente. Nunca se había sentido así

El medimago regresó diez minutos después y encontró a Arthur completamente vestido, sentado frente al escritorio, con el pañuelo desechable en su mano

- ¿Se encuentra mejor señor Weasley? - pregunto sentándose frente a él y mirándolo asentir - me alegro mucho. No tiene que sentirse apenado. Su verdadera naturaleza despertó.

- Estoy casado - sollozo - ¡Amo a mi mujer! ¡Acabamos de cumplir 32 años de matrimonio! ¡Es una vida entera! ¿Qué va pasar con mis hijos? ¿con la mujer que amo? ¿voy a perder mi vida? ¿Por qué recién a esta altura de mi vida me pasa esto? ¡Estoy terminando de vivir!

- A ver, a ver, a ver - dijo el médico tranquilizándolo - tranquilícese señor. Le recomiendo que hable con un abogado sobre su hijo y su actual esposa. Yo le hablare sobre el aspecto biológico - Arthur se limpió la nariz asintiendo - su pareja, hombre o mujer, también está recibiendo su marca

- ¿Pero por qué recién a esta altura? - pregunto Arthur

- Puede que no haya estado preparado antes a los ojos de la Madre Magia - dijo el medimago - o... puede ser un adolescente

- Puede ser una niña entonces para mi - dijo angustiado

- Esa niña solo lo será en edad - dijo el medimago -. Ella... o él - dijo cuidadosamente - ya es una persona lo suficientemente fuerte y madura como para hacer cargo de la familia que formaran tal como cualquiera, al grado que llegado el momento usted no notara esa diferencia

- ¿Yo... yo debo...? - dijo Arthur nervioso - Usted me entiende ¿debo darle... hijos?

- Es lo lógico - dijo el médico - usted lleva la marca en el pecho - sobre los otros temas le sugiero conversar con un abogado. Pero lo que sí le puedo asegurar es que mientras no se reúna con su destinado y lo reconozca como tal no se sentirá en paz ni será feliz

- ¿Y si me rechaza? - dijo Arthur

- No lo hará - dijo sonriendo suavemente

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Tres días fue lo que demoro Arthur en encontrar a un abogado familiar que le inspirara lo necesario y lo suficientemente lejos de cualquier conocido. Su cita era a las 6 de la tarde de un día miércoles, en Liverpool, por lo que pidió permiso para salir un poco más temprano. Fue al baño antes de salir de la oficina y se examinó la marca que ese día en especial le dolía más que de costumbre. Su suerte no podía ser más desgraciada. No existían muchos magos con ese nombre y menos con ese apellido, sus hijos no lo aceptarían jamás, lo iban a odiar ¡Por Merlín Santísimo! ¡Era un niño! Sus lágrimas cayeron sin control ¡No era justo!

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