16 En Cuerpo y Alma

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Los días en la mansión Zabini se apaciguaron bastante después de la visita a la Madriguera. Las bromas en la mesa a la hora de las diferentes comidas, conversaciones durante las caminatas por el jardín, las noches largas en las que exploraban sus cuerpos interiorizándose más del ajeno. Los besos antes de salir o al regresar del trabajo

Esa noche era especial y ambos lo sabían. Después de las consultas y las respetivas solicitudes ante el Ministerio para la adopción mágica, finalmente les habían dado fecha para vincular la magia de sus hijos a la de Blaise. En una semana por fin Molly no tendría ningún vínculo con sus hijos, y todo sería mucho más fácil aun

Arthur entró a la recámara y sonrió al ver a Blaise parado en el balcón. Lanzó un hechizo insonoro sobre la puerta para que nadie escuchara. Dejo su varita sobre la mesita de noche y camino hacia el chico y lo abrazó por la espalda para besarle la espalda

- Los chicos ya se durmieron – dijo el pelirrojo aspirando su aroma

- ¿Ah sí? – dijo Blaise mientras giraba y lo abrazaba por la cintura mientras Arthur le rodeo el cuello con los brazos – supongo que nosotros también tenemos que ir a la cama

- Si – dijo Arthur empezando a desabotonar la camisa del moreno – solo que yo no planeo dejarlo dormir señor Zabini – y besándole el cuello

- ¿Pusiste chinches en mi lado de la cama? – dijo Blaise frunciendo los ojos

- Hablas demasiado, niño – dijo Arthur arrojándolo a la cama

- ¡Uou! – dijo Blaise en medio de una carcajada – ¿Dónde está mi pudoroso y tímido señor Weasley? ¿Y qué hiciste con él?

- ¿Lo quieres de vuelta? – preguntó Arthur sentándose en sobre su entrepierna y moviendo las caderas

- Mañana muy temprano, por favor – dijo Blaise –. No quiero que los niños vean un mal ejemplo

- Piensa que será... una especie de clase de biología – dijo Arthur y ambos lanzaron una carcajada

- Con lo hormonal que andan – dijo Blaise quietándole la camisa – seguramente correrían a practicar – besándole el cuello –. Y no me lo tomes a mal, pero somos demasiado jóvenes para ser abuelos

- Hay algo que te quiero preguntar hace días – dijo Arthur cerrando los ojos

- Si Arthur – dijo acariciándole los muslos mientras le basaba el pecho –, me traes loco

- No eso, bobo – gimió Arthur cerrando los ojos mientras sonreía – en realidad me lo preguntaron los niños cuando nos mudamos aquí ¿tú... quieres... hijos? Ya sabes. Engendrados por ti, nacidos de mi

- ¿Tú quieres más hijos? – pregunto Blaise mirándolo curioso

- Bueno... – dijo Arthur – eres un hombre... joven, es lógico que quieras que...

- Arthur – dijo Blaise – mira..., antes de reclamar a los niños, lo pensé. Pero ahora no sé, los quiero como míos de verdad, ya sabes... – Arthur miro hacia otro lado – te propongo algo sobre ese tema. ¿Qué te parece si lo dejamos a Merlín?

- ¿Qué quieres decir? – pregunto Arthur

- Eso que escuchaste – dijo Blaise –, si Merlín quiere tendremos más hijos, si no... yo – encogió los hombros – ya soy feliz con los que tenemos – Arthur lo miro fijamente y sus ojos se llenaron de lágrimas – ¿dije algo malo? – preguntó preocupado por lo que Arthur sonrió negando con la cabeza – ¿Entonces?

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