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México buscaba por todos los lados de la enorme casa al argentino, estaba bastante nervioso, pero a la vez estaba desesperado, seguramente Argentina nunca más lo quería ver, pero el sentía esa necesidad de verlo, de tenerlo en sus brazos como alguna vez lo tuvo, todo se había vuelto tan complicado sin Argentina, sin darse cuenta el mexicano dependía de el más alto, necesitaba de él para seguir vivo, sabía que estaba mal depender de alguien, pero Argentina lo hacía sentir tan especial, llegó a sentirse como nunca se había sentido con sus romances y relaciones pasadas, su fama de una puta cualquiera había cambiado a ser el de un muchacho completamente enamorado, pero no quería cambiar después al muchacho dejado y estúpido por creer en el amor.

Argentina se encontraba en su habitación, envuelto en sus cobijas, como si fuese un niño envuelto, él solamente miraba a la pared, miraba esta fijamente, de vez en cuando parpadeaba, no quería pensar en nada, cada vez que cerraba sus ojos o intentaba dormir el recuerdo de aquel día lo atormentaba, una ansiedad profunda lo atrapaba, comenzaba a mirar a los lados con nervios, se abrazaba enterrando sus uñas en sus hombros, casi dejando roja su piel, se estaba haciendo demasiado daño, él solamente quería descansar, poder cerrar sus ojos sin que ese maldito recuerdo culposo estuviera ahí, pero no se daba cuenta que mientras más pensaba en eso más empeoraba, se sentía una completa mierda, tal vez solamente necesitaba de alguien que lo escuchara, como si estuviese confesando todos sus pecados, y en cuanto le dijeran que todo fue perdonado volver a su vida normal, como si nada hubiese sucedido. Comenzó a entrar en desesperación, pequeños sollozos salían de su boca, su mirada se hacía borrosa por las lágrimas que salían de sus ojos.

–Yo solamente necesito a México, quiero verlo, tocar su rostro de nuevo, sentir sus manos recorrer mi piel, es lo único que necesito– Admitió el muchacho repetidas veces, comenzó a subir el tono de su voz, quería gritarlo, quería que todos escucharan que extrañaba demasiado a su chaparro cachetón

Esos gritos llamaron la atención del mexicano y comenzó a seguirlos con mucha prisa, hasta que estuvo lo suficientemente cerca como para poder reconocer esa voz, era nada más y nada menos que...

–Argentina...– México se detuvo un momento, ¿De verdad estaba listo?, no lo pensó más, y corrió hasta llegar a la puerta de aquella habitación donde se escuchaban todos esos lamentos, con miedo la abrió, a Argentina le llamó mucho la atención el rechinido que produjo la puerta en cuanto fue abierta, solamente se secó las lágrimas rápido y se cubrió con sus cobijas.

–M-Mamá ya te dije muchas veces que toques antes de entrar, ¿Qué querés?– Intentó disimular que no estaba llorando, pero su voz entrecortada lo decía todo, por un momento hubo un gran silencio, México cerró la puerta con lentitud y le colocó el seguro, Argentina ya estaba algo inquieto, ¿Qué le sucedía a su madre Italia?, se comenzaron a escuchar pasos Oye, no es gracioso, ya dime qué querés o te puedes largar, necesito descansar–

México se sentó a un lado de Argentina de espaldas, aún no estaba listo para hablar, no hasta que Argentina se diera cuenta de que estaba ahí con él. Argentina ya nervioso decidió quitarse las cobijas algo molesto y mirar al contrario

–¡Habla ya!, ¡No soy un puto adivino como para adivinar qué me querés decir, ¿Qué suce Miró muy bien a la persona que estaba sentada, no era su madre Italia, no tenían la misma ropa, además de que no tenían la misma estatura, en ese momento se dio cuenta de quién estaba en esa habitación, era su querido...

¡Funcionó El Agua De Calzón! MexArg temporada 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora