Capítulo 17 | Ángel

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¿Entonces éste es Adriel? ¡No sabía que era tan lindo!

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¿Entonces éste es Adriel? ¡No sabía que era tan lindo!

«Claro que sí, es un ángel, dah». Replica mi subconsciente.

¡Cállate, mini yo incrustada en mi cerebro!

Estudio de pies a cabeza al nuevo chico que yace a centímetros de mí. Su cabello es de un color caramelo, alborotado, como si un huracán le hubiese pasado por encima -bien, tampoco tan exagerado-. Tiene una mirada que transmite dulzura, y la tonalidad verde olivo de sus ojos denota cierto carisma. Su tez es de un color cremoso; como el café con leche, lo que le hace diferente a Ariel ya que éste es muy pálido. En su rostro trae una juguetona sonrisa ladina, lo cual forma un lindo hoyuelo en una de sus mejillas. Físicamente es de complexión delgada, y un poco más bajo que Emo, mide uno setenta y cinco probablemente. Pero, algo que debo decir, y en mi más humilde opinión, expresaré que... estoy enamorada de su sonrisa.

-Y, ella es Miranda -emite Emo, presentándome a Adriel-. Pero ya debes conocerla.

-Sí, sí -corrobora el castaño, mirando al pelinegro sin desvanecer esa simpática sonrisa. Noto como después vuelve su mirar hacia mí, entornando los ojos. ¿Qué? ¿Tengo algo?-. La vi hace como treinta minutos en el centro de la ciudad -agrega, guiñándome un ojo con galantería.

¡Entonces fue éste el que estuvo mirándome todo este tiempo! Pues coqueto salió el chiquillo.

-¿Y tú eres...? -insto, sin sonar mal. Esta soy yo, queriendo saber quién es más allá de Adriel.

-¡Soy Adriel, uno de los ángeles mensajeros en la corte celestial! -Se presenta con gallardía y elegancia-. Aunque uno no tan reconocido... -añade entre dientes-. Puto Gabriel -masculla.

-Espera un momento... -expreso con recelo-. ¡¿No se supone que eras ángel guardián de Alexandre también?! -Espeto, sonando como un reproche-. ¿Dónde estuviste cuando hacías falta? ¡Ahora Alexandre está metido en el infierno junto Ariel y no se sabe cuándo volverá! ¡O tal vez no lo hagan nunca!

-¿Disculpa? -suena ofendido, llevándose una de sus manos al pecho, acercándose a mí-. ¡Primero que todo, Ariel fue quien me insistió en que lo cuidara aunque no fuese mi trabajo! -se defiende-. ¿Crees que no tengo asuntos que resolver en el cielo así como Ariel los tenía? ¡Había ocasiones donde te dejaba sola para solucionar conflictos allá arriba! -Hace una seña hacia el techo, dando referencia al cielo-. Y en realidad, vine acá precisamente para decirle a Nicodemo que hay una posibilidad de sacarlos del inframundo -menciona, calmando un poco su temperamento. Se me hace algo chocante que haya llamado al brujo por su verdadero nombre, y sé que a Emo también gracias a la expresión de incomodidad que veo en su rostro.

Todo mi enojo repentino se desvanece tras lo dicho por Adriel. ¿Pueden volver? ¿Podemos sacarlos? De tan sólo pensarlo me estremezco entera.

-¿De verdad? -le lanzo una mirada furtiva a Emo llena de conmoción. Ese fogueo de esperanza se enciende en mí, anhelo que sea posible, anhelo que sí.

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