Miranda Bellerose, una joven ordinaria, con metas normales, raros amigos comunes, y que pasó parte de su vida en una resignada soledad. No obstante, estuvo muy equivocada al creer saber lo suficiente de su pasado, puesto a que un día, al visitar un...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Me levanto con esfuerzo del suelo, haciéndome presión en el hombro por el dolor, un dolor que puede sentirse tal como si me hubiesen apuñalado sin piedad allí. El mágico camino de hojas me pide que pase a través del grueso y frondoso muro de arbustos, no obstante, corro el riesgo de que las espinas y ramas se claven en mi piel. Sin embargo, tengo que tomar el riesgo si quiero obtener respuestas, podría salir por la verja de entrada, pero está cerrada y la llave se encuentra rondando de borracho en borracho dentro de la casa. Abro camino entre los arbustos y me adentro en éstos, moviéndome con dificultad, persiguiendo el brillante camino de hojas que sobrenaturalmente se formó. Siento como las espinas rasgan la tela del delicado vestido, así también clavándose en mis extremidades, provocando jadeos y quejidos de dolor por mi parte.
Ya cuando finalmente salgo de aquellos arbustos, suelto un gran resoplido de alivio al no seguir sintiendo como se clavan las ramas en mi piel. Me saco las espinas enterradas en mis extremidades y al notar que no tengo herida alguna causada por éstas, quedo completamente pasmada.
-¿C-cómo es posible que no esté sangrando? -musito.
Ignorando lo ocurrido, ahora sólo me concentro en seguir el esplendoroso sendero que me lleva a lo más profundo del bosque. Trato de correr lo más rápido posible sin que el ardor en mi hombro izquierdo me distraiga. Luego de correr por bastantes minutos mis piernas se cansan y creo no poder seguir corriendo, pero al ver aquella tan familiar cortina de lianas y musgo a lo lejos, sé que ya estoy cerca, así que me esfuerzo por seguir corriendo para adentrarme en ésta.
Al fin...
Al acceder, el ambiente del lugar se hace más silencioso y denso, sólo puedo escuchar mi propia respiración. El ardor en mi hombro se hace más agudo, causando que suelte más quejidos de dolor, y ahí es cuando escucho esos susurros de nuevo.
«Un singular árbol podrás encontrar»
-¡Sí, ya sé! ¡Ya voy! -protesto con hastío, mirando bruscamente a todos lados, esperando a quienquiera que sea aquel ser de los susurros se revele, si es que realmente alguien los provoca.
Camino dando grandes zancadas con dirección al árbol, alzo mis manos con la intención de tocarlo de nuevo, ya que al parecer eso es lo que quieren las voces que escucho.
Pego ambas manos a la corteza del árbol de una manera abrupta y rápida, completamente diferente a la de ayer. Ahí es donde un fuerte resplandor cegador se hace presente y siento una muy fuerte energía entrando por mis manos que empieza a recorrer todo mi cuerpo. Y de la nada, siento como todo se oscurece.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.