Capítulo 20 | Plan A

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Unos suaves roces; que empiezan su ruta desde mi hombro y terminan acariciando la palma de mi mano, provocan que mis sentidos vayan despertándose; tal cual capullo floreciendo

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Unos suaves roces; que empiezan su ruta desde mi hombro y terminan acariciando la palma de mi mano, provocan que mis sentidos vayan despertándose; tal cual capullo floreciendo. De nuevo, va comenzando desde mi hombro, acabando hasta mi mano, como un bucle, uno muy placentero que recorre todo mi brazo.

Suelto unos quejidos, al estirar mis extremidades antes de abrir los ojos. Y, cuando creo estar en sola en la cama, abro los ojos de golpe.

Carajo.

Lo primero que admiro en mi campo visual: un Emo de brazos cruzados, frente a la cama, escrutándome con su mirada violácea; tal como si quisiese ver el pasado a través de mis ojos.

Lo segundo que contemplo, a mi derecha: un Alexandre recostado a mi costado, y parece dormir como un bebé chiquito. Alto... ¡durmió conmigo anoche!

Lo tercero que contemplo, a mi izquierda: un Ariel reposando a mi lado; rozando sus dedos sobre mi brazo, mientras sus ojos celestes me contemplan con ternura.

Lo cuarto que contemplo, detrás de Emo: ¡un molesto Adriel mofándose de mí! ¡¿Qué, qué, quiere pelea?! ¡¿Acaso le parece gracioso que haya tenido un trío ayer?! Está bien... ni siquiera recuerdo que eso fuese lo sucedido.

¡¿QUÉ PASÓ ANOCHE?!

Y en eso algunos recuerdos me ayudan a rememorar todo lo ocurrido.

-¡Toma la escoba! -había dicho con apuro, abriendo la puerta a medias y lanzándole la escoba a Jeff, para luego cerrarle la puerta en toda la cara.

¿Con que eso hice, eh?

-¡¿No vas a tomar?! -escuché gritar a Paris desde afuera. En ese momento no sabía qué responder, sólo miraba a Alexandre que estaba frente a mí, mirándome con una sonrisa burlona estampada en todo su rostro.

-¡No! ¡Es que de repente me sentí algo mal! -le respondí, algo nerviosa-. ¡Me vino el período y ahora no estoy de buenas! ¡Así que no entren, les presto la sala para que hagan su fiesta de borrachos! -Le añadí a mi mentira-, sí eso -susurré para mí misma.

-Eres una excelente mentirosa -murmuró Alexandre, en tono sarcástico.

De repente los recuerdos en mi mente empiezan a adelantarse. Estábamos Ariel, Alexandre y yo, sobre la cama con... ¡la botella de vodka! ¿Cómo llegó a nuestras manos? Tomaba por sorbitos, después se la pasaba a Alexandre; y hacía lo mismo. Me sentía cansada, Ariel intercambiaba miradas entre el chico de ojos plateados y yo; como si estuviera vigilándonos. Y... hasta ahí puedo recordar, no sé ni qué hablábamos. ¿El alcohol acaso habrá afectado mi memoria? Probablemente.

Escucho un carraspeo, y allí mismo doy un respingo, volviendo del mundo de los recuerdos. Me siento de un tirón, y miro sobre mi hombro al ángel de cabello platinado; quien también hace lo mismo. Y del otro lado, observo por el rabillo de mi ojo a Alexandre; que se remueve sobre la cama, probablemente despertándose.

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