Despertar a las 5 de la mañana con la luz del bombillo pegando a mi ventana se había vuelto algo habitual, no era que me molestara, aunque, si me hacía recordar que era hora de irme a estudiar, lo cual disfrutaba algunas veces y otras no.
Abren la puerta de mi habitación...
– Amelia, será que te puedes parar ya de la cama – A veces odiaba a mi hermana, era una chiquilla de 14 años muy caprichosa que se creía de 30. – Si, ya voy. Deberías dejar de gritar todas las mañanas, para eso tengo un despertador. – Mi hermana me torció los ojos y se fue.
Sali de mi habitación y escuche gritos que venían de la cocina.
–¡Basta! Me haces daño. –me acerque rápidamente al reconocer la voz de mi mama, era el otra vez. Saul era una persona muy violenta, y cuando estaba en desacuerdo con algo reaccionaba de esa manera y mi madre siempre tenía que soportar ese tipo de abuso.
–Déjala. ¡Idiota! Llamare a la policía si no la sueltas. – Le hable fuertemente a Saul, él y yo no nos llevábamos bien. Me miro con todo el odio que le salía del corazón, pero no iba a permitir este tipo de actitudes, no mientras yo este, no con mi hermana en casa.
–¿No te ha enseñado tu mama que no te metas en conversaciones de adultos? – hablo su esposo con cinismo mientras la soltaba violentamente.
–¿A ti no te enseñaron que a las mujeres no se les pega? ¡Guache! –Respondí ofendida por su actitud.
–Amelia ya, no te preocupes, ve y alístate que vas a llegar tarde– mi madre hablo como si no pasara nada.
–Pero...
–Ve y alístate, ya te hable– El me miro con cara de triunfo y me resigne a salir de la cocina e ir a alistarme. Siempre pasaba la misma situación, la golpea, trato de ayudar, pero siempre lo defiende, Creo que no volveré a meterme en eso, por más que me duela que le hagan daño, ella sola es la que debe darse su lugar.
Termine de alistarme y ellos seguían en su discusión, pero ya en su cuarto. No me despedí de nadie, solo salí y tomé rumbo hacia al instituto. Decidí ir caminando, siempre lo hacía cuando pasaban este tipo de situaciones, así despejaba mi mente, me puse a pensar que ya solo me faltaba un año para salir, estábamos en proceso de elegir que queríamos estudiar y por cual universidad optaríamos, me daba un poco de emoción por fin culminar esta etapa de mi vida, salir de mi casa y ya no vivir con mi padrastro, sería lo mejor y me ayudaba a resistir un poco más.
Al llegar al instituto me tope con mi director de salón, que a su vez se acercó a mí, siempre estaba muy bien vestido, aparentaba tener entre 40 a 45 años. Es físico e ingeniero, le gustaba hablar mucho sobre teorías conspirativas y como los zombis dominaran el mundo, también tenía la costumbre de ser muy entusiasta. Se acerco a mi.
– Señorita Amelia, ¿Cómo esta? – ni siquiera me dejo contestar. – Espero que este muy bien, necesito que se dirija al salón E30. Cada estudiante hablara con la psicóloga antes de empezar con el proceso de inscripción y recomendación para la universidad que elijan.
– ¿Por qué con el psicólogo? – me sentí un poco incomoda al pensar que me tocaría hablar sobre mi desgracia de familia.
– Necesitamos ver las condiciones de cada estudiante, sus capacidades y como ayudar en el caso de que haya alguna problemática. – bueno, al menos no es tan malo.
– Está bien profesor, ya me dirijo. – el profesor me hizo una seña de nos vemos luego.
Me dirigí al salón, al llegar respiré profundamente antes de entrar, abrí la puerta y encontré una mujer joven sentada en el escritorio del profesor, me miro.
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En medio de los Universos
FantastikEstar al borde, sentir como tu mundo se vuelve una bola de enredos y vivir preocupados por ser algo cuando ya lo eres. Complicarse la vida es a veces involuntario, Amelia, una chica como todas llevando una vida normal, sin darse cuenta que su propós...