Sidney

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Transcurre la semana y yo actúo relajada, porque jamás creí decir que, me encanta este lugar. Todo es tan ameno, y sobretodo tranquilo. Cada día tacho en mi calendario los días que faltan para acabar y jamás pisar ningún lugar de pasantías ya.

Suelo ser una chica tímida, pretendo no serlo pero es inevitable, por lo general, la mayor parte del tiempo estoy junto a mi amiga Vera, aunque con las demás chicas también la paso bien, pero Vera es el alma de las amistades, siempre llevándose bien con todos, nos hace unirnos y reír hasta morir. 
Muchas veces suelo alejarme, porque simplemente no me gusta estar rodeada de tantas personas, es tan agobiante, pero no tanto como estar cerca de Jeremy, y tener siempre que ver como él trata de esa forma a esa chica tan necia y masoquista, aunque debo admitir que reí un poco con su comentario tan fuera del lugar que hizo un día frente a mi con respecto a ella, ya que su cara era de molestia total. Yo sólo podía reír para mis adentros.
—Oye, tus manos parecen de hombres, y las de Sidney son pequeñas como las de una mujer.—, gracioso el chico, pero no lo suficiente para caerme bien.

La primera semana se fue, pero en ella observé que los rumores que decían acerca de él, no eran reales, esta chica era quien lo buscaba a más no poder.
¿Has tenido mascotas en tu vida?, seguro se llenaron de garrapatas alguna vez, recuerdas ver como ellas buscan sin césar la pobre piel de nuestros peludos con desesperación, así era Ava, había olvidado mencionar el nombre de la chica garrapata.

Esa semana aprendí que Jeremy tal vez no era el mal chico que creí y del cuál todas hablaban.

La segunda semana llegó y yo estaba más que dispuesta a trabajar con toda la energía del universo. Las rutinas fueron las mismas junto a Vera, esta vez nos enseñaron un nuevo proceso en otra zona del lugar donde trabajamos, pero hubo un ligero cambio, yo regrese antes al sitio donde se trabaja frecuentemente y me encontré a él, solo, trabajando muy concentrado, decidí acercarme.

—¿Puedo ayudarle en algo?.— Él es mayor que yo por unos años, pero es mi superior y ya saben las formalidades de la vida. Él sólo me miró por unos segundos y dijo:
—No, ya casi termino Sidney.—con una pequeña sonrisa amable en sus labios. Vuelve a mirarme, —Sidney, así es tu nombre, ¿Verdad?. —Así es.— Respondí sonriendo un poco.

Creo que pasaron unos segundos, que yo sentí minutos eternos en los cuales sólo lo observaba trabajar en silencio, hasta que él comenzó a hablar.

—Sidney, ¿Vives con tus padres?. — su pregunta me sorprendió, y respondí que sí.
—¿Sales a fiestas?. — ya no sabía hacía donde se dirigían sus preguntas pero respondí que no.
—Me lo imaginé, tienes una carita inocente.— dijo sonriendo y mirándome a los ojos, en ese punto creo que no existían las palabras para poder responder, así que solo sonreí.
—En serio, tienes una carita inocente, me recuerdas a mi hermana.— en ese momento entendí que sólo quería hacer conversación conmigo, supongo para llevarnos bien, y puedo decir que me gustó hablar esos minutos con él, hasta que apareció mi bendita Vera a la conversación.

Vera bromeó con él y luego yo traté de seguir el sentido de humor que se había instalado en ese pequeño cubículo. Llegó la hora del almuerzo y nos fuimos juntas, el comentario de Jeremy simplemente me parecía  extraño, pero no le tomé importancia, se lo conté a Vera, a lo que ella se sorprendió diciendo:  —No puedo dejarte sola ni dos minutos, porque aprovecha.—yo solo reí, de todas formas no era importante.

Ava seguía siempre como sanguijuela pegada a Jeremy, él siempre trataba de evitarla o conversaba con las demás chicas, porque si algo tiene este hombre es que es tan agradable, aún así no me importaba nada acerca de él.

La segunda semana casi llegaba a su fin, cada uno se movilizaba por su lado, solo nos asentíamos en forma de saludo, pero la mayor parte del tiempo me buscaba a mí para ayudarlo con alguna tarea, hasta que el tan esperado día que el destino me tenia preparado llegó, él se acercó a mi nuevamente.

—Sidney, ya te había dicho que tienes una carita inocente.—sonreí— Sí, ya lo había mencionado, no es la primera vez que me lo dicen.— respondí en tono de broma— ¡En serio! Yo pensé que sólo yo te lo había dicho, y... ¿Cuántos años tienes?— preguntó curioso— Veintidós años—respondí y realmente no pude descifrar su expresión, por lo que también decidí preguntar— ¿Usted cuántos años tiene?.— ¿Cuántos crees que tengo?—reí un poco antes de contestar— ¿No sé?— Él sonrío de lado y dijo— Tengo veinticinco años apenas.— ¡En serio!.
—sorprendida por su respuesta, realmente nunca me había interesado pensar que edad tendría él. —¿Porqué? ¿Me veo más viejo?— me sacó de mis pensamientos y solo sonreí — No, en realidad pensé que tenía veinticuatro. — Vaya, un gran cambio, un año de diferencia—respondió en tono de burla y ambos  reímos.

Lo que resto para finalizar la semana ambos nos mirábamos con más confianza y libertad. Aún faltaba mi  última semana, la cuál nunca esperé llegará a suceder nada.

Lentes Con Destellos Azules.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora