Los días pasaban y las posibilidades de encontrar a Gustabo disminuían por momentos. Toda la comisaría estaba centrada en encontrarlo, habían rastreado la cuidad íntegramente miles de veces, pero no estaba por ningún lado, parecía que la tierra se lo había comido, y Conwey empezaba a pensar que esos hijos de puta lo habían aniquilado.
A pesar de toda esa incertidumbre, la realidad era que Gustabo estaba vivo, un poco demacrado por la falta de alimento, pero vivo. Últimamente no había salido a hacer recados por las constantes búsquedas de la policía y, por lo tanto, había perdido la noción del tiempo, no sabía qué hora era, ni siquiera si era de día o de noche.
Mientras, sus secuestradores se encontraban en un bar tomando unas copas, estaban relajados, era imposible que los pillaran y aún más imposible era que encontraran a Gustabo. Por casualidad, Volkov también estaba en ese bar, tenía a ese grupo muy vigilado pero estaba vez no les estaba siguiendo. Observaba detenidamente a Horacio, no podía creer que él tuviera secuestrado a ese pequeño, pero tenía más fe en Conwey que en él.
Unos minutos después, Horacio se percató de la presencia del comisario y, sin pensarlo dos veces, se acercó a él. Ya estaba pasado de copas y no era muy consciente de todo lo que decía.
Horacio: Hola comisario bombón.
Volkov: Hola Horacio.
Horacio: ¿Se ve usted más guapo de lo normal o es mi impresión?
Volkov: Es tu impresión.
Horacio: No se preocupe, se lo voy a demostrar. –Como pudo se sentó encima de las piernas de Volkov y hundió su cabeza entre el cuello del contrario mientras depositaba pequeños besos en el mismo.
Volkov: Horacio, no es el momento.
Horacio: ¿Por qué? Podemos ir a mi casa si es por el lugar.
Volkov: No es eso.
Horacio: ¿Entonces? –Continuaba besándole el cuello dejando pequeñas marcas.
Volkov: No estoy de humor. –Le separó cuidadosamente de él. Horacio sin entender volvió a acercarse al cuello del comisario.- ¡Joder, Horacio! ¡Han secuestrado a tu mejor amigo y estás como si nada! –lo volvió a separar.
Horacio: Sé dónde está, cálmate.
Volkov: ¿Cómo que sabes dónde está? –Esta era su oportunidad de poder descubrir algo y no la iba a desperdiciar.
Horacio: Sí, lo tenemos nosotros, pero no se lo cuentes a la policía, se enfadaría y el superindigente me matará. –Se notaba que había bebido mucho, es su sano juicio nunca habría dicho eso.
Volkov: No te preocupes, no se lo diré a nadie. –Le abrazó para hacerle ver que no se lo diría a nadie.- Y por curiosidad, ¿dónde está?
Horacio: En el norte. –Bostezó mientras se acomodaba en el hombro de Volkov, estaba a punto de quedarse dormido,
Volkov: No te preocupes, duerme tranquilo. –Y sin más se durmió. Ya tenía una pista de dónde estaba.
Se llevó a Horacio a comisaría dormido, no había grabado la conversación porque estaba fuera de servicio, pero la confesión ya estaba hecha. Lo metió en uno de los calabozos y llamó enseguida a Conwey para informarle. En menos de quince minutos, ellos dos y algún compañero más, se encontraban registrando el norte. Todo allí podía ser sospecho, hasta un animal, por lo que, registrar todo llevaría días.
Mientras todos buscaban a Gustabo, Horacio había despertado y el agente que estaba pendiente de él le contó por qué estaba allí. Al darse cuenta, llamó inmediatamente a escondidas a Segismundo.
LLAMADA ENTRE HORACIO Y SEGISMUNDO
Segismundo: ¿Dónde estás? Te llevamos buscando desde anoche.
Horacio: Estoy en comisaría, escúchame, por error le conté a Volkov que Gustabo está en el norte, tenéis que sacarlo de ahí enseguida antes de que estos cabrones lo encuentren. –el agente se había dado cuenta de que el de cresta estaba hablando por teléfono y enseguida se lo requisó, no sin antes darle unas cuantas veces con la porra.
FIN LLAMADA ENTRE HORACIO Y SEGISMUNDO
Horacio fue esposado y el agente informó a Conwey de lo sucedido. Inmediatamente, la búsqueda se intensificó, si no lo encontraban pronto, probablemente no lo encontrarían nunca.
Segismundo y Emilio estaban preparando la huída, habían mandado a unos amigos a la comisaría para sacar a Horacio. Mientras, ellos estaban de camino al lugar en donde tenían a Gustabo. Habían preparado una lancha que les llevaría a un submarino ubicado en aguas internacionales, en él escaparían rumbo a otros país o, incluso, a otro continente.
En comisaría, Horacio y los que le habían ido a buscar, mataron al agente que se encontraba allí y salieron en busca de Segismundo y Emilio, que ya tenían a Gustabo en la furgoneta. Una vez se encontraron, pusieron rumbo al muelle. Lo que no sabían era que Conwey y Volkov les estaban siguiendo hasta el muelle. Una vez allí, salieron del coche apuntando a la furgoneta pero el teléfono de Conwey sonó, era Horacio.
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Lo que veo en tus ojos - Intendenteplay
RomanceEn un mundo de caos y estrés siempre hay alguien que te puede sacar una sonrisa, incluso solo con verlo a los ojos.