Capítulo 2

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Gustabo permaneció unos segundos observando ese lugar sin salir del coche, estaba tan anonadado por lo que estaba viendo que ni siquiera se enteró del momento en el que Conwey bajó del coche. El mayor, al darse cuenta de que Gustabo aún estaba en el coche se acercó y abrió la puerta del copiloto donde él se encontraba.

Jack: ¿Vas a quedarte aquí toda la puta noche o vas a salir de una maldita vez? –Gustabo volvió a la realidad y asintió con la cabeza ante la pregunta. Acto seguido bajó del vehículo algo avergonzado por haberse quedado tan inmerso en sus pensamientos. Esperó a que Conwey cerrara el coche y abriera la puerta de la casa, esta era muy ordenada y limpia, no había nada que no estuviera en su lugar y desprendía el aroma que siempre llevaba el dueño.

Jack: ¿Qué querías decirme? –habló mientras de desanudaba la corbata y se sentaba en un sillón.

Gustabo: ¿Me ha traído aquí para que le cuente lo que pasó después de pasar de mí en la comisaría? –el menor estaba algo nervioso y pensó que tal vez no debió de decir eso pues la expresión del contrario se puso más seria de lo que solía estar.

Jack: Si lo prefieres puedes pasar el resto de la noche en la puta calle. –sin duda estaba molesto.

Gustabo: Disculpe No era mi intención molestarle-cada segundo que pasaba el ambiente se sentía más tensó y el menor intuía que, de un momento a otro, recibiría un buen golpe.

Conwey se levantó del sillón y empujó a Gustabo contra la pared mientras sujetaba sus brazos con ambas manos a los lados.

Jack: Gustabín Me estás cansando y justamente hoy mi paciencia está en su límite así que te voy a dar dos opciones, o dejas de decir gilipolleces de niño bueno disculpándote, cosa que nunca has hecho, ni siquiera cuando os pillé atracando un banco, y me dices de una puñetera vez lo que quieres o te mando desde aquí al hospital durante unos meses. Tú eliges. –Gustabo tembló ante esas palabras, no quería pasarse meses en el hospital y la mirada amenazante del superintendente le estaba asustando aún más.

Gustabo: V-vale Yo se lo cuento pero por favor suélteme -Conway le soltó bruscamente, casi haciendo que se cayera al suelo pero pudo estabilizarse antes de hacer. El mayor volvió al sitio en el que estaba anteriormente y esperó a que hablara, mientras, Gustabo se sentaba en el sofá que se encontraba al lado del contrario.

Gustabo: Verá Horacio, Emilio, Segismundo y yo fuimos a la playa porque alguien había organizado una fiesta, estuvimos bebiendo un rato y pasándolo bien. Empezaron a hacer bromas sobre las relaciones de Horacio con médicos e incluso con gente del cuerpo y llegó un momento en el que se pusieron a hablar de usted, la verdad no recuerdo cómo salió la conversación pero todos dijeron que usted los llama de vez en cuando para pedirles cosas a parte de las que ya pide y yo les dije que no recibía ninguna llamada de usted y ellos se rieron y comenzaron a decirme que usted me odia y que ellos preferían estar solos porque yo solo era un incordio, y -estaba tratando de contenerse las ganas de llorar pero tarde o temprano perdería ese control- yo solo iba a preguntarle si eso es verdad -el mayor se quedó un tanto sorprendido ante aquella declaración, aunque su cara no reflejó nada de asombro, también él pensaba que aquellos chicos eran uña y carne pero la realidad parecía ser muy distinta.

Jack: Es verdad que les llamo para pedirles cosas –no mentía, les llamaba para pedirles misiones un tanto más peligrosas, cosa que no hacía con el menor, en el fondo sentía que tenía que protegerlo y no lo mandaría a la boca del lobo- pero no te odio. –lo soltó sin pensar, de hecho, desde el principio pensó que solo lo dijo en su mente pero cuando vio que la cara de Gustabo se tornaba más tranquila supo que lo había dicho en voz alta.

Gustabo: ¿Entonces por qué no me llama también a mí? -aunque se sentía más tranquilo esa duda le seguía rondando la cabeza.

Jack: Eso no te incumbe. –Por supuesto que no le diría que no quería que le pasara nada.

Gustabo: En el fondo usted me tiene un poco de aprecio. –Rió al decirlo y aunque fuera bromeando había dado en el clavo.

Jack: No te confundas mariconetti. –le lanzó una manta y se levantó de su sitio- A primera hora te quiero despierto y preparado, no voy a esperarte ni un mísero segundo, así que si quieres salir de aquí tendrás que madrugar por una vez capullo. –Caminó hasta su habitación y se metió en la cama, si ese chico no quería regresar a su casa lo tendría todo el día metido en su comisaría, aunque la idea no le llegaba a disgustar del todo.

Lo que veo en tus ojos - IntendenteplayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora