Últimamente los días en la comisaría de Los Santos no eran muy ajetreados, algo muy extraño si se tenía en cuenta la situación de la ciudad. Sus dos fieles chivatos hacia días que no se daban señales de vida y, aunque nunca lo admitiría, estaba preocupado por ellos. Alguien llamó a la puerta cuando se disponía a salir por lo que la abrió directamente. Ante ella apareció Gustabo con cara de pocos amigos, cosa muy poco habitual en él.
Jack: ¿Qué coño haces aquí mariconetti? –tenía ganas de irse casa y estaba dispuesto a marcharse dejándolo con la palabra en la boca si no hablaba rápido.
Gustabo: ¿Tiene un momento señor superintendente? –se le notaba nervioso y hastiado pero eso no haría que el superintendente se apiadara de él.
Jack: No –lo soltó sin más, no pensaba esperar ni un segundo más ahí dentro, aunque fuese por Gustabo.
Gustabo: Le prometo que solo será un segundo, por favor. –Se hubiera puesto de rodillas si se lo hubiera pedido, se le notaba la desesperación en la voz.
Jack: Te he dicho que no capullo, mi turno ya se ha acabado. –Caminaba en dirección hacia la salida sin siquiera pararse al mirar al contrario.
Gustabo se resignó a seguir intentándolo, estaba seguro de no lo convencería. Salió por la puerta de la comisaría, unos pasos detrás de Conway y se sentó en un banco. Había ido corriendo hasta allí sin avisar a nadie y tampoco tenía ganas de llamar a alguno de sus amigos para que fuera a recogerlo.
Jack solo se montó en su Audi rosa y lo arrancó dispuesto a irse a su casa pero verle ahí sentado solo hizo que algo dentro de él se removiera y le hiciera parar el coche a su lado.
Jack: ¿Piensas quedarte ahí hasta mañana? –Gustabo se dio cuenta de que Conwey le estaba hablando y giró su cabeza para verlo.
Gustabo: Es muy probable que sí. –lo dijo casi en un suspiro a la vez que apartaba la mirada del contrario.
Jack: ¿Quieres que te lleve a casa? –Ni siquiera supo en qué momento se le cruzó eso por la cabeza pero lo dijo y ya no podía dar marcha atrás.
Gustabo quedó atónito ante esa propuesta, era lo último que se esperaba de ese hombre y, para ser sinceros, eso le dio ganas de volver a casa pero cuando recordó lo sucedido volvió a la realidad.
Gustabo: Gracias por la oferta superintendente pero no tenía pensado ir a mi casa esta noche -sonrió en señal de amabilidad hacia el mayor aunque esa sonrisa se tornó a la de un semblante triste y decaído.
El superintendente notó el estado de ánimo de Gustabo y algo en su interior le dijo que tenía que escuchar al menor.
Jack: Sube.
Gustabo: Pero señor, ya le he dicho que no iré a cas- -Conway lo había interrumpido antes de que pudiera acabar la frase.
Jack: Sube coño, no te voy a llevar a casa.
Finalmente, Gustabo accedió y se sentó en el asiento del copiloto. No tenía ni la menor idea de lo que pensaba hacer Conwey con él, muchas posibilidades se le venían a la cabeza, como que lo mataría y lo tiraría en aguas internacionales por haberlo molestado. Pero cuando el vehículo se detuvo pudo ver que se encontraba enfrente de una preciosa casa en uno de los barrios más caros de toda la cuidad.
ESTÁS LEYENDO
Lo que veo en tus ojos - Intendenteplay
RomansaEn un mundo de caos y estrés siempre hay alguien que te puede sacar una sonrisa, incluso solo con verlo a los ojos.