Capitulo 2

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La molesta alarma resonó en mis oídos por tercera vez en aquella mañana de sábado. Refunfuñando, la apagué finalmente, queriendo morir por tener que madrugar a esas horas. 

Puse un pie fuera de la cama, acercándome a mi gran espejo, dándome cuenta de mi mal estado. Tenía las ojeras relativamente marcadas y mis pelos algo anudados. Me rasqué la cabeza, buscando alguna alternativa que no me llevara a bañarme a estas horas, pero finalmente decidí hacerlo de igual manera.

Me preparé tomando mi crema corporal, mi shampoo especial con queratina, y mi acondicionador extra suave para luego ir con ellos hacia el baño. 
Abrí antes de adentrarme en la ducha, el grifo de agua caliente y luego un poco el frío para lograr templar el agua. Una vez lista el agua, me metí. 

Al terminar, salí de la regadera envolviéndome en una toalla rosa mientras buscaba la ropa mía que debería de estar acomodada en la tapa del inodoro, pero luego recordé que jamás la llevé,  había olvidado llevar la ropa al baño. 

- ¡Estúpida! - me regañé mentalmente -

En consecuencia, tuve que salir a buscarla en mi cuarto, pero en cuanto puse un pie fuera, un cuerpo chocó de espaldas con la mía. Me di vuelta para encontrarme un Jaden de sonrisa ladina.

-Parece que el destino nos está queriendo unir... - dijo él mirándome de arriba a abajo, justo como lo había hecho el día anterior en la puerta de su casa, maldito idiota.

- ¡¿Tu?! ¿¿En serio?? - bufé indignada. Era increíble, ¿Qué carajos vino a hacer aquí? ¿Y por qué razón no deja de verme como si fuese comida?  - ¡Deja de mirarme! - chillé tratando de sostener aún más la toalla que me envolvía, sus observadores ojos se sentían como si pudiesen atravesarla, y aquella rara idea me hacía temblar de nervios.

- Si, yo, el más lindo e inigualable vecino que jamás podrás tener. Aunque eso ya lo sabes, ¿Cierto? - se burló de mí guiñando el ojo. Su tan notable idiotez me dejó sin palabras, por lo que, sin dejar de mirarme, me rodeó lentamente hasta lograr en el baño, cerrando la puerta a mis espaldas. Una corriente de aire frío me envolvió, haciéndome estremecer por aquel casi roce. 

¡Dios, cuanto lo odio! Es un maldito sufrimiento tenerlo de vecino. Detesto a los hombres arrogantes así como él, me estresa que piensen que por ser tan perfectos cualquiera cedería ante ellos. ¿Qué hice yo para semejante tortura? 

Regañándome mentalmente, me adentre rápido en mi habitación. Por las dudas, revise que Jaden todavía estuviese en el baño, y luego comencé a cambiarme. Hoy se supone que debía ir de compras con las chicas, por lo que me puse algo lindo y simple. Elegí una pollera celeste pastel y un crop top blanco, junto unas converse a juego.

Estaba terminando de peinarme, cuando oí mi panza rugir, señal de que tenía mucha hambre.  Me miré una última vez por el espejo antes de salir de mi dormitorio para bajar a desayunar. Por suerte, nadie se encontraba ahí, así que muy tranquilamente, tomé dos rodajas de pan y me hice unas tostadas. Para acompañarlas, me habría comenzado a preparar un café de no ser que sentí como dos manos se amoldaban en mi cintura. Me di vuelta de un pequeño saltito, indignada,  quede a unos centímetros de la cara de Jaden. Definitivamente era muy hermoso, pero no debía pensar en eso, es un idiota, egocéntrico, manipulador y acosador. 

- ¿Q-q que haces? - tartamudee apoyando mis manos en sus hombros, dándole una indirecta de que deseaba separarme, señal que notó e ignoró con facilidad.

- ¿Qué pasa? ¿Te pongo nerviosa, linda? - preguntó con aquella maldita sonrisa altanera que tanto detesto de él. 

- ¿Debo repetirte las cosas? Creo haberte dicho perfectamente que no me llamases de esa forma. - le recordé tratando de hacerle a un lado - Y claro no me pones nerviosa, tan solo me asustaste y ahora me estas cansando, así que suéltame.

The Neighbour [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora