Pérdida.

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La hoguera se alzaba en la oscura noche. Miles de personas corrían mientras bailaban, alzando la arena a cada paso que daban sus pies. 

Mía estaba parada mirando la hoguera que se alzaba impetuosa delante de ella. Presentía que algo malo iba a ocurrir, escuchaba el palpitar de su corazón resonando en sus oídos. Pero ella se mantenía inmóvil mirando la llama.

Mike, besa a Lydia. - Mike se hacía el remolón, mientras fumaba del porro recién encendido.


Él había perdido la cuenta ya de cuántos se había fumado esa misma noche, celebraban el solsticio de verano. Lydia, no obstante, solo iba bebida, no le gustaba la marihuana pero tampoco toleraba mucho el alcohol.

Venga vaaaa. - le empujaba Landon a Mike, hasta que los pies de Lydia y Mike chocaron en la arena.


Ambos se sonrieron coquetos. Lydia estaba muy nerviosa, sentía mariposas en el estómago a medida que Mike bajaba la cabeza hacia su boca.

Aquí viene. - dijo Mía mirando a los ojos a Lydia.


Lydia cerró los ojos al notar la nariz de Mike rozando la suya. Notó las manos de Mike en su cintura, acariciándola. Pero, las risas no cesaron, el alboroto fue en crescendo, las palmadas eran más fuertes, animando al animal a lanzarse a su presa. Cuando abrió los ojos, vio los ojos azules de Mike, con las pupilas dilatadas, sonreía con fiereza. Acto seguido, Mike tiró a Lydia a la hoguera, no pudo pararlo, no pudo zafarse. Ella se retorcía, chillando del dolor y moviéndose continuamente para apagar el fuego. Pero las llamas quemaban cada poro de su piel, sin que ella pudiera impedirlo.

Aquella pandilla de amigos era una secta, la misma secta que la mató hace 3 años en el solsticio de verano. Ella estaba enamorada de Mike, quien iba al instituto privado de su ciudad, el cual le había estado coqueteando por mensajes. Hasta que un día quedaron para celebrar el solsticio de verano. Desde aquel entonces, Mía aparece en aquella hoguera, en cada solsticio, para ver si algún día algo les salía mal. Lydia era otra víctima de sus juegos macabros, rituales para alimentar a un Dios ficticio.

Menuda pérdida de noche, ¿no crees? - decía Mía mirando al otro lado de la enorme llama en la que todos bailaban alrededor.

Pues sí. - dijo Lydia al otro lado.


Aquel día, ellos sabrían que no había Dios al que poder rezar cuando la venganza se sirve. Aquel día todo ardió en llamas. Hasta las almas de Lydia y Mía.

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