La hija de mi mejor amigo

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Narra Michael.

Estaba llendo justo a la casa de mi mejor amigo, Charlie. Él me había invitado a su casa pues organizó una gran fiesta en su casa.

Tragos, gente bailando, prostitutas, ese tipo de cosas. Iba en mi auto, a punto de llegar. Solo me faltaban unas cuantas cuadras más, hasta que el auto se detiene.

-Joder! Se me olvidó echarle gasolina. Miré mi reloj con frustración.

Tan solo faltaban cinco minutos para que empezará la fiesta. Me propuse a bajar de mi auto e irme caminando, ya que no me quedaba tan lejos.

Ahora me encontraba caminando por las frías y oscuras calles de Los Ángeles, llendo hacía la casa de mi mejor amigo, Charlie. A la distancia visualicé una casa toda iluminada, con globos, gente borracha en las afueras de esta y música tan alta cómo para que los vecinos se molestaran.

~Esa es la casa~

Caminé un poco más rápido y por fin llegué a mi destino.

Entré, ahí estaba Charlie sentado en uno de los sofás, rodeado de prostitutas. Quise saludarlo, para avisarle que ya estaba aquí, pero los invitados me lo impedían.

Así que me dirigí a la barra a pedir algo. No recuerdo exactamente lo que pedí, pero a los pocos minutos de haberlo ingerido me emborraché.

Pasaron las horas, aún estaba borracho. Todos ya se habían ido a sus hogares. Charlie se me acercó, él ya no se ve tan borracho.

-¿Te quieres quedar a dormir amigo?

-Sí claro. Pues mi auto no servía y no tenía cómo regresar a casa a estas horas.

-Solo que tendrás que dormir en el cuarto de mi hija.

-Bien, no hay ningún problema.

Creo que sí me ha presentado a su hija. Según recuerdo se llama, Tn. Pelo largo y castaño, tez morena, ojos oscuros y cafés, una bella y dulce sonrisa de una jóven de 18.

Charlie me dirigió a su cuarto. Entré y sin decir una sola palabra se fue.

Tn se encontraba leyendo un libro en la comodidad de su cama.

-Hola.

-Hola. Me respondió sin despegar la vista de su libro, al parecer estaba muy concentrada.

Aún estaba borracho. Comencé a quitarme la ropa, ya que yo siempre duermo en ropa interior. No pensé mucho en lo que hice, por los mismos efectos del alcohol. Ella sacó su vista del libro y se fijó en mi acto.

Al quedar en boxers ella me observó con picardía, bajo su mirada, llegando a mi miembro, mordió su labio y soltó un diminuto gemido.

-¿Te gusta lo que ves? Masajé mi pene por encima del boxer para provocarle.

Ella solo asintió gimiendo, por su rostro sabía que le encantaba, o tal vez sólo eran efectos del alcohol que ya me estaban afectando más. Ella se levantó lentamente de la cama, sí que tiene un bello cuerpo. Se acercó a mí, poniendo sus manos en mi pecho, acercándose a mi rostro, capturó mis labios. Enrolló sus piernas a los costados de mi cintura, tomé su trasero con fuerza y la llevé hacia la cama.

La empezé a desnudar y la dejé cómo dios la trajo al mundo —desnuda—. Fui besando su cuello, su aroma puro logró inundar mis fosas nasales. Hasta qué reaccioné y me separé de ella.

-¿Por qué te detienes? Me miró confusa.

-Esto no está bien, pequeña. Tu padre me matará. Sé de lo que Charlie es capaz de hacer por su hija, nada bueno para mí.

-No, no lo hará...vamos hazme tuya- contoneó sensualmente sus caderas. Incitándome a seguir sus órdenes.

-¿Estás segura?

-Mmm...muy segura.

-Bueno, si es lo que quieres. Me posicioné encima de ella.

Me quité el boxer, dejándola sorprendida con tal pene de 27 cm. Abrí sus piernas, entrando lentamente en ella. Siseó del dolor.

-Soy... virgen. Dijo como pudo.

-¿Porque no me dijiste, nena?

-Tú sigue.

Comencé a hacerlo lo más lento que podía. Después observé como alzaba sus caderas en señal de que le diera más fuerte, mientras sus gemidos de placer se estaban haciendo presentes. Al ver que ya no le dolía empecé a penetrarla duro.

Ella se retorcía de placer, gimiendo mi nombre. Me volteó, ella quedó arriba, besó mi cuello. Dejó una pequeña marca de propiedad. Yo le pertenecía y ella me pertenecía a mí.

Se escucharon pasos llendo a la habitación. Nos separamos y nos cambiamos rápidamente. Luego nos acostamos en la cama dándonos la espalda y nos hicimos los dormidos.

Alguien abrió la puerta, se trataba de Charlie.

-Ah, que raro. Juraría que escuché gemidos. Tal vez aún estoy algo borracho. Se marchó.

Ambos nos volteámos y reímos.

-Deberían de hacer más fiestas cómo está. La miré con lujuria.

-No se necesita una fiesta para coger, ¿Cierto?

-Buen punto.

Ambos nos quedamos dormidos en la luz de luna, ocultando nuestro secreto amoroso.

Imaginas: Imagina Con Michael Jackson [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora