La ambulancia llega al hospital cuando Joana lleva ya varios minutos sin abrir los ojos ni responder, bueno, creo que han sido minutos, pero bien podrían ser horas o días, el tiempo no ha pasado tan lento nunca como en ese viaje del parque al hospital. Llegamos y los paramédicos bajan a Joana en la camilla y ya hay una doctora esperando allí, ellos le dicen un montón de palabras y números que mi cerebro no alcanza a comprender, solo logro registrar las palabras “trauma”, “cerebral”, “inconsciente”, “mucha sangre”, “delicada”.
Camino junto a ellos mientras entran a la sala de urgencias del hospital, tomando la mano de Joana en cuanto puedo, se siente fría pero no puedo asegurar si es ella o soy yo. Camino junto a la camilla hasta que siento un par de brazos que me agarran por los hombros y veo como la alejan de mi sin que yo pueda hacer algo al respecto.
Creo que digo su nombre, pero no estoy segura, los oídos me zumban y todo se mueve lento, las voces están distorsionadas y siento que no puedo respirar, agacho la mirada y veo mis manos llenas de sangre, su sangre, las froto contra mi ropa intentando limpiarlas pero no se quita, esta pegada a mi y siento que nunca podré lavarla. Me quedo de pie quien sabe cuanto tiempo hasta que alguien me toma de las manos y alcanzo a escuchar que llama mi nombre.
“¿Cris? ¿Cris me escuchas?”
Alzo la cara y veo a Amira, intento responderle, pero no puedo, no tengo control sobre mí, es como si no fuera yo, tengo frío y creo que las manos me empiezan a temblar porque ella las sostiene con fuerza. Me guía hasta unas sillas y se sienta junto a mí, me sigue hablando, pero creo que es mas por ella que por mí.
“Los demás ya vienen, bueno no, no todos. Nora si que viene en camino, con Alejandro. Eva y Lucas fueron con Viri a su casa, Los chicos se quedaron en el lugar por si vuelven a ver el auto, y le he hablado a Dani para que venga con el carro para llevarnos a casa en cuanto haya noticias.”
Mi mente esta en loop recordando todo lo que acaba de pasar, todo el día se reproduce, el primer parque, el bar, el metro, Joana, Joana sonriendo y bromeando, Joana mirándome, Joana… la sangre, el auto. Empiezo a sacudir mi cabeza rápidamente y un sentimiento oscuro me empieza a llenar por completo.
“Es mi culpa.”
Miro mis manos y aun alcanzo a ver la sangre, aunque Amira casi las cubre con las suyas.
“Es mi culpa.”
“Anda, ¿pero qué dices?”
Alzo la mirada y la miro, de repente todo está borroso y las luces se ven raras, Amira se ve un poco deforme y no registra mi mente que es porque tengo los ojos de lágrimas.
“Es mi culpa, Amira. Joder… es mi culpa.”
Amira pone primero cara de sorpresa y después me mira seriamente, como jamás la he visto antes.
“Que no Cristina. Escúchame.”
Niego con la cabeza y empiezo a voltear frenéticamente a mi alrededor, la sala se siente pequeña y no puedo respirar bien.
“Cristina, mírame. Mírame.”
Pero no puedo, no puedo reaccionar, siento que empiezo a ahogarme; ella me toma de la cara con ambas manos y me voltea para que la vea.
“No es tu culpa, Cris. No lo es.”
Si no fuera por mí, Joana ahora no estaría en un hospital a punto de… Dios, ¿si algo le pasa? ¿Sino despierta? Sacudo la cabeza. No, no puedo pensar eso. Ella tiene que estar bien. Ella tiene que…
“¿Hay noticias?”
Alguien se sienta junto a mí, del lado opuesto a Amira, y me jala en un abrazo que no respondo.