CAPÍTULO 4

1.2K 169 80
                                    

Se posiciona frente a mí y sin pudor alguno, sus ojos barren todo mi cuerpo de manera lenta y tortuosa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Se posiciona frente a mí y sin pudor alguno, sus ojos barren todo mi cuerpo de manera lenta y tortuosa. De modo que me es imposible no apretar un poco mis piernas, y sé que él se dio cuenta de esa reacción, su sonrisa pícara lo confirma.

En este momento, sonrojarme es inevitable. Maldición.

Después de unos segundos que en realidad parecen siglos, sus ojos buscan los míos y yo trato con todas mis fuerzas de no demostrarle que su cercanía y su mirada fiera me afectan.

Su sonrisa ladina se hace presente de nuevo en sus labios y señala las bolsas que se encuentran dentro del carrito de compras y yo inmediatamente me obligo a recomponerme y a no echarle un vistazo a su atuendo.

—¿Necesitas ayuda con eso, dulzura?

Su voz ronca y la manera en la que me ha llamado, hace que me estremezca. Realmente estoy haciendo un esfuerzo monumental para no demostrar ninguna de mis emociones, Zack no es un tipo del que pueda fiarme. Aunque mi cuerpo grite todo lo contrario, mi razonamiento me dice que no confíe en él.

—¿Estas siguiéndome? —lo cuestiono ignorando su pregunta.

Él no ha borrado esa estúpida sonrisa de sus labios, y al momento en el que la pregunta sale de mi boca la amplía aún más, dejando ver esos bonitos hoyuelos de muerte.

—Así es. —confiesa. «Jodido descarado»—. Y deberías agradecerme que lo haya hecho, de lo contrario tendrías problemas para transportar todo eso.

—¡¿Disculpa?! —exclamo furiosa. Okay, éste tipo logra alterarme sorprendentemente rápido—. Mejor ni lo intentes, ¿está bien? Ni creas que voy a permitir que lleves esto en tu estúpido auto.

Una risa ronca, varonil, y definitivamente sexy escapa de su garganta, y el sólo hecho de escuchar ese sonido me deja sin aliento. «Ya deja de babear» me acusa la vocecilla en mi cabeza y la ignoro, porque eso es una tontería. Es verdad que este chico es muy atractivo pero simplemente no es mi tipo.

—Nena, ¿acaso pregunté si estás de acuerdo? —su rostro se vuelve serio, y su voz es demandante. Y yo sólo quiero golpearlo—. Voy a llevarlo quieras o no, y no está en discusión.

—Vete a la mierda, idiota. —vocifero realmente furiosa—. No pienso aceptar tu ayuda. —sentencio—. Así que, sólo lárgate y déjame tranquila.

—Será mejor que cambies ese vocabulario cuando te dirijas a mí —advierte, notablemente irritado—. No tengo mucha paciencia, dulzura. Así que deberías cerrar la boca si sólo la abrirás para soltar pura mierda.

¿Quién demonios se cree éste sujeto?

—Escúchame bien, hijo de... —comencé a hablar, pero me vi interrumpida por su estúpida voz.

—Mucho cuidado... mi madre es un límite intocable. —amenaza con los dientes apretados.

Sus ojos me miran fríos y amenazantes. Ya no hay ese ápice de diversión que logré vislumbrar hace unos momentos. Sin embargo, su amenaza me tiene sin cuidado, a mí eso no me amedrenta. Y se lo hago saber dedicándole una mirada desafiante y cargada de desprecio.

FUISTE TÚ © [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora