EPÍLOGO

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El caos y la destrucción pueden venir en diferentes formas, por ejemplo en aquel que yacía parado enfrente suyo, mientras las llamas consumían todo el lugar. El olor a sangre y carne en descomposición era opacado por el sofocante calor del humo. Trato de levantarse pero era inútil, ambas piernas habían sido destrozadas ¿Pero cómo? ¿Cuándo? ¿En qué momento todo se había ido al carajo?

-Padre...- Ah es cierto, fue cuando aspiro ese dulce olor a vainilla y chocolate.

-To...- Intentaba suplicar. -... ny...- Aun en su último aliento, en su último pensamiento, todo siempre fue por su omega destinado. ¿Qué más podría albergar la mente insana de Steve Rogers?

El adolescente se acercó a paso recto y porte elegante ¿Cómo es que las llamas no le estaban afectando? Debería estar asfixiándose como él. –Shhhhh...- Silencio, de rodillas al suelo coloco la cabeza de su padre en ellas en un acto de consuelo que para el rubio mayor era más como una burla, pensándolo bien siempre se había burlado de su padre.

Cuando era un bebé y lloraba por la atención de Tony, cuando empezó a dar sus primeros pasos todo por alcanzar a Tony, cuando dijo sus primeras palabras –"Mamá..."- para Tony desde luego, cuando sus manitas se aferraban a la cara del castaño en un intento de besar a su mamá... De tal palo tal astilla.

Si bien los hijos son una bendición, este fue su maldición. -Ha... Har...- Quería huir de su contacto, tantos años sin recibir afecto de ese bastardo, porque para el Capitán ese nunca fue su hijo.

-Todo estará bien...- Sonrió. –Para mí...- Sus manos acariciaban aquellas hebras ya no tan doradas del mayor.

Aun con súper suero el tiempo había tenido sus efectos en Steve, algunas canas no tan visibles por el escombro, el humo, y la sangre pegados a su cabellera. –To...- Su garganta yo no podía pronunciar más allá, su visión ya débil solo contemplaba un borrón anaranjado y rojo producto de las llamas en movimiento por todo alrededor.

-Padre...- Al menor podía contemplarlo perfectamente, aquella cabellera rubia (parecida a la suya) salpicada en sangre, esos ojos antes azules ahora como brillantes rubíes. –Te quiero...- Sus manos, anti-naturalmente heladas, rodearon el cuello de Steve.

Siempre lo supo, pero nunca hizo nada ¿Por qué? Tony. Siempre había sido por Tony, Tony por aquí, Tony por allá, Tony, Tony Tony. Siempre supo que lo que hacía estaba mal, pero nunca le importo si eso significaba tener a su omega.

Quería reír, quería llorar ¿Ese era el fruto de todo su esfuerzo? Cría cuervos y te sacaran los ojos dicen. Ese cuervo le saco los ojos a cada integrante de H.Y.D.R.A, pulverizo la organización con tan solo quince años.

La búsqueda del soldado perfecto resulto en el monstruo perfecto, aquel capaz de acabar con su propio creador, o más bien acabar con sus creadores. ¿Qué esperar de un alfa demente y un omega genio? Solo el monstruo perfecto.

Sabía que Harley seria su perdición desde que vio esos ojos azules cuando era bebé, el niño tenía su misma mirada, toda falta de cordura reflejada en su hijo. Los años hablaron por si solos y por mucho que hubiera querido matarlo... ¡Tony! Siempre fue por Tony.

Dicen que los hijos son la cruz personal de cada padre, pues el suyo era una cruz invertida que rivalizaba con el mismísimo Satanás.

Aun acosta de sacrificar y arruinar varias vidas, incluyendo la suya. Ahí estaba el resultado, su omega en quién sabe dónde ¿Vivo? ¿Muerto? Jamás lo sabría, le perdió la vista en algún punto de todo el caos.

Sus oídos zumbaban pero en sus últimos segundos pudo escuchar a la perfección. -Auf Wiedersehen Vater...- El último adiós.

Y el cuello se rompió.

Alfa FailDonde viven las historias. Descúbrelo ahora