18: Entre las cenizas

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Edwalls - Ninnock 1980




          "Pulvis et cinis", así se fue Agatha Bloodie II.

          El combate entre los cazadores y los vampiros fue despiadado, los cazadores no tuvieron oportunidad de dar pelea, los vampiros los mataron a todos, Harry y su familia nos habían ayudado en el momento en que más los necesitábamos, aparecieron en el momento justo, yo no entendía muy bien como habían llegado hasta la casa y habían decidido cruzar todos el río para andar por los terrenos de las brujas, pero lo habían hecho y quién sabe lo que hubiese pasado si ellos no hubieran llegado para salvarnos.

          Mi abuela no dijo ni una sola palabra, de hecho ninguna de mis familiares lo hizo, yo le agradecí a Harry el padre luego de que me salvara la vida, él me dijo que no le agradeciera a él, que todos estaban allí gracias a la insistencia de Harry, su hijo, y la fidelidad moral que Sir Vincent había establecido conmigo. Los vampiros comenzaron a deshacerse de los cuerpos de los cazadores mientras mi familia y yo nos manteníamos en el suelo observando los restos de la que había sido nuestra casa, todos sabíamos en el fondo que la íbamos a recuperar, que íbamos a levantarla en menos tiempo del que se pensaría, pero ver las llamas arder sobre todas nuestras posesiones era una llamada de atención, nos dábamos cuenta de que no éramos invencibles. Sir Vincent se acercó a mí, estaba parado justo a mi lado.

          — Estamos a mano, Marcus. — quise levantar la mirada para ser más cordial, al sentir el dolor en mi cuello preferí ahorrarme la cordialidad. Solo asentí mirando fijamente el fuego que seguía ardiendo.

          — Gracias. — mi abuela habló finalmente. — por la ayuda. Esta familia siempre estará agradecida con ustedes. — sonaba como si estuviera empujando las palabras fuera de su boca por obligación.

          — No es nada Hebola, tregua. — él dejó espacio en sus labios para que una sonrisa forzada saliera.

          — Recuérdalo Vincent. — ellos conocían los nombres del otro, debía suponerlo. — es una tregua de familias, no de razas.

          — Claro que lo es. — Sir Vincent se acercó a mi abuela agachándose delante de ella. Mi abuela arrugó la nariz, no podía soportar el olor a vampiro, para mí ya era una esencia agradable. — ya dejen de ser tan miserables y vengan conmigo, en mi casa estarán más cómodos y seguros, mañana podrán trabajar en la casa.

          Dejé de mirar la casa y presté atención a su conversación, el resto de la familia también los observaba atenta, esa era una oferta muy tentativa y peligrosa, todos estábamos molidos, las brujas aún no se recuperaban por completo de los efectos del veneno que habían creado los cazadores, Gael había sido levantado por los aires, retenido a la fuerza y golpeado varias veces, y yo, no podía usar más magia, necesitaba recargarme por al menos una noche, sentía todas las extremidades entumecidas. Había toda una familia de vampiros en nuestro bosque pero eso no significaba que ya podíamos pasar a ambos lados cuando nos diera la gana, si íbamos a su casa para pasar la noche tendría que ser algo muy callado y con discreción.

          — Muchas gracias. Pero no es necesario. — me parecía muy tonto no aceptar la oferta, ya mi abuela se había tragado bastante el orgullo, hacerlo un poco más no afectaría su imagen ante nosotros.

          — Pero abuela. — traté de cambiar su opinión.

          — Ya es una decisión tomada Marcus. — miré a Sir Vincent rogándole que siguiera insistiendo, él solo hizo una mueca de decepción.

Sangre y diamantes: El primer brujoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora