Edwalls - Ninnock 1980
La biblioteca siempre había sido el único lugar silencioso de la casa, aquel lugar en el que podía relajarme. A pesar del pequeño espacio que había por la gran cantidad de libros la biblioteca normalmente estaba vacía, solo mi abuela y yo nos metíamos ahí cuando no era necesario, el resto de la familia entraba a sacar libros y salían más rápido de lo que entraban. En ese momento la situación era otra, habían muchas gallinas en el gallinero y ninguna de las gallinas eran silenciosas, Gael trataba de mantenerse fuera de la conversación mientras todas las brujas de la familia gritaban sus teorías sobre el demonio y como rayos había llegado a la casa.
— La única manera de saber quién lo había enviado era interrogándolo, pero lo mataron. — sí, yo estaba recriminando un poco a mi abuela por matarlo.
— Discúlpame Marcus, la próxima vez que un demonio amenace con matarnos a todos le diré que se espere. — mi abuela se notaba amargada. — que se espere a que tú llegues para interrogarlo.
— Pero si yo fui el que las salvó a todas, claro, ustedes estaban muy felices durmiendo cuando el demonio llegó. — no pretendía sacarles nada, pero si yo no hubiese llegado la historia no hubiese tenido un final tan feliz.
— Y, ¿Dónde se supone que estabas Marcus? — Mi tía abuela me hizo tragar con dificultad.
— ¿No llegaste con Chloe y Gael cariño? — mi madre me preguntó, pretendía sorpresa.
— Claro que no lo hizo. — Martha fingió hablar para ella misma pero se aseguró de que todos escucháramos lo que había dicho.
— Ehm, Gael se sentía mal. — Gael salió de sus pensamientos y me miró confundido, luego de que yo lo fulminase con la mirada asintió para apoyarme. — Chloe vino a traerlo y yo me quedé porque no era cortés dejar a los invitados allí en la fiesta.
— ¿De verdad te importó dejar a los invitados? — no culpaba a mi tía Clarence por dudar de mí, mi historia no tenía mucho que ver con mi personalidad.
— Es verdad mamá, Gael estaba vomitando mucho, así que lo traje y le preparé una poción "Déjalo dentro".
— Aun así eso no explica quién pudo enviar al demonio a atacarnos. — mi madre volvió a traer el tema a flote, nadie dijo nada, cada quién en su cabeza maquinaba algún tipo de explicación que nos aclarara las cosas.
— ¡Buenos días familia! — Agatha II entró a la biblioteca con mucho entusiasmo, estaba descalza con sus tacones en las manos. El maquillaje lo tenía un poco corrido.
— ¿Se puede saber dónde estabas hija? — su madre la miró de pies a cabeza.
— Me quedé con unos amigos mamá, estoy grandecita, no necesito dar explicaciones. — dejó su tono feliz y volvió a ser la misma amargada de siempre, me costó creer que Agatha II pudiera tener amigos, pero los últimos meses habían estado llenos de sorpresas, ella nos miró a todos y después se percató de los restos del demonio que estaban en el centro de la biblioteca. — ¿Qué pasó?
— Nos atacaron anoche hija, mandaron un demonio a acabar con la familia. Lo sabrías si hubieses estado aquí.
La expresión de Agatha II cambió por completo, evitó que su mirada se encontrara con cualquier otra en la habitación y salió de la biblioteca tropezándose, escapando tal vez, se notaba que algo de lo que escuchó no le había gustado. Caminé disimuladamente entre las personas hasta que llegué a donde estaba Chloe, me acerqué a su oído.
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Sangre y diamantes: El primer brujo
Fantasi"Exhalaba el humo y seguía admirando la belleza de la naturaleza, ¿por qué tenía que ser prohibida para mí?, ¿por qué yo tenía que ser una máquina de destrucción total?". A sus dieciséis años Marcus Bloodie, el primer brujo de toda la hist...