CAPITULO 1.

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Había gente que me gustaba y gente que odiaba...y a la mayoría odiaba. Mi vida nunca fue fácil y por eso, mi querido padre quiso mandarme a un maldito internado cuando vio que no podía conmigo. Nunca me ha faltado nada y por eso, quería revelarme contra ellos. Dylan y Alyssa Waldforf se conocieron cuando mi madre tenia 16 años y mi padre 19. Se quedó embarazada y estuvo conmigo hasta que tuve cuatro años. Luego, le dio algo en la cabeza y quiso pirarse y conocer a gente y mundo. Mi padre no es que sea un ejemplo a seguir debido a que bueno…es un maldito hombre de negocios algo asqueroso y mejor no meterse en sus asuntos. Mientras mi padre estaba muy ocupado en sus “asuntos” yo me iba a emborracharme hasta que no recordara nada. A él nunca le ha importado lo que me pasara, así que tuve que defenderme yo sola. Cuando veo que mi padre aparca en un internado, con césped alrededor y el edificio es antiguo, de ladrillo y alejado del mundo. Las casas más cercanas se encuentran a dos kilómetros. Mi padre aparca y me bajo del coche. Nos dirigimos dentro del edificio y es bastante lujoso por dentro pero da bastante mal rollo. Tiene lámparas de araña, bastantes cuadros y los colores de la paredes son rojos y negros. Si, da muy mal rollo. Mi padre me señala una oficina y entramos. Una mujer más o menos de unos cincuenta años nos saluda. Nos dice que se llama Heidi o algo de eso, pero no le doy importancia.
-Bienvenida al Winchester Collage. Tu debes de ser Irina Waldforf. Te explico como va esto-dice mientras se sienta en una silla y nos hace un gesto de que nos sentemos enfrente. Nos sentamos y saca una carpeta con varias hojas-las clases empiezan a las nueve de la mañana, tu padre nos ha dicho que tienes diecisiete años por lo que tus clases son las siguientes: literatura, matemáticas y ciencia y puedes elegir entre Periodismo e idiomas-dice dándome la carpeta que había sacado y las hojas. Escribo que periodismo y se lo devuelvo. Después de explicarme todo sobre el Internado-que tengo que decir que es muy coñazo- nos lleva por las escaleras y nos dice que el internado tiene cuatro plantas, las clases están en el otro pabellón mientras que las habitaciones están en el lado derecho. En la tercera planta, seguimos un pasillo enorme, que da mal rollo con una gran alfombra y llegamos a la habitación 66.saca una llave y abre la puerta y en la habitación hay dos camas de matrimonio. Los colores siguen siendo rojos y negros y al menos tiene un baño que agradezco, un armario enorme y dos escritorios. Entro en la habitación y miro a mi padre.
-Padre ¿puedes ir a por mis maletas?-le digo mirándome las uñas. Él pone los ojos en blanco y baja hasta el coche. Heidi mira algo en los papeles y señala la otra cama.
-Tienes una compañera de habitación, se llama Lilian y va a tu curso. Espero que os llevéis bien-y dicho eso, sale de la habitación cerrando la puerta. Suspiro y me siento en una de las camas, la que está a la derecha. Así que este va a ser mi nueva “casa”. Odio a mis padres, a las personas en general y odio estar en una nueva ciudad, alejada de todo. Siempre he vivido en California y ahora me he tenido que ir a esta mierda de ciudad. Mi padre ha decidido llevarme a Detroit donde no conozco a nadie y encima está lejos de mi casa. Aparece mi padre con las tres maletas llenas de ropa. Mi ordenador y mis cosas vendrán dentro de dos días así que no podré hacer nada.
-Irina, lo hago por tu bien-dice mi padre sentándose a mi lado. Me aparto de él y niego la cabeza.
-¿Por mi o por la guarra cazafortuna que tienes como amante? Entiendo que Alyssa nos abandonara pero tu padre, no. Nunca te has preocupado por mi así que no me vengas como buen padre. No me importas-le dije dándole la espalda. Él suspiro, le oí levantarse e irse por la puerta y cerró tras él. Noté como mis lágrimas empezaban a salir y me las limpié rápidamente.
Después de tres horas tumbada en la cama mirando al techo, pensando en mis cosas, salí de la habitación recorriendo el internado. Las clases no empezaban hasta dentro de cuatro días así que había poca gente. Vi una sala enorme que ponía comedor, así que me dirigí hasta allí. Eran ya la una, por lo que decidí comer. Cogí una bandeja y unos macarrones con queso y de postre una manzana. El comedor estaba compuesto por cinco mesas alargadas donde podían caber treinta personas por lo menos. Me senté en la primera mesa en una esquina y saqué mi móvil. Me llegó un mensaje de una amiga de California, Elizabeth.
Tía te echo de menos, a ver si pronto nos vemos y hacemos una buena fiesta con muchísima bebida ;)
Sonreí al mensaje y me puse a comer los macarrones, que la verdad no estaban tan malos. En casa de California teníamos sirvientes que nos hacían la comida y la verdad es que me encantaban. Me gustaba comer sola porque casi toda mi vida he comido así. Mi padre estaba tan ocupado en sus asuntos y no tenía tiempo para que podamos comer juntos y mi madre bueno, se marchó. Solo venía a verme una vez al año para pedirle más dinero a mi padre para viajar y esas cosas. Noto que alguien se siente enfrente de mi y frunzo el ceño. Él me sonríe y señala mi plato.
-¿Tu eres la nueva, no? Soy Harry y llevo aquí más tiempo que la mayoría de los alumnos-dice riéndose-por cierto los macarrones son lo mejor que vas a comer aquí.
-Soy Irina. Por cierto, no me gusta comer con gente así que ¿podrías apartarte y dejar de mirarme? Me das mal fario-le digo poniendo los ojos en blanco y presté atención a mi móvil.
-Así que eres una chica dura eh-dice el pesado. Me está hartando aquí que decido coger la bandeja y tirarla a la basura. El chico me mira extrañado y por un segundo me da pena. Suspiro y decido sentarme otra vez-mira, se que intentas ser amable y tal pero no me gusta la gente que va de amigable y sociable. No me importa.
-Perdona, es que creía que querías hablar con alguien, porque eres nueva y se lo difícil que es que nadie te hable. Yo la verdad es que no tengo muchos amigos-dice bajando la mirada. Sí, me da bastante pena.
-Vale, mira, vamos a hacer una cosa, seré tu amiga pero solo si me dejas espacio vital. No me caes mal pero odio a las personas así-le digo suspirando. Él levanta la mirada rápidamente y sonríe. Ay dios mío, ¿por qué habré hecho eso?
-¿Quieres que te enseñe el internado? Las clases están muy bien, el campus es bastante grande y hay muchas… -le corto de golpe. ¿Qué no entiende de espacio?
-Bueno ya, no me importa. Quiero descansar que he tenido un viaje largo-le digo fingiendo un bostezo. Él me mira sin creérselo pero asiente. Me deja su número de teléfono y se va. Se que he sido un poco borde pero…es lo que me han enseñado, a no fiarme de nadie. Cuando me dirijo a mi habitación, me choco con alguien. Se me cae el móvil y la persona en concreto, me coge el móvil y me lo devuelve. Levanto la vista y veo que es un chico, más o menos de mi edad, con el pelo rubio y unos ojos azules de infarto. Su mirada es fría y me mira cabreado. Le quito el móvil de la mano y me voy a mi habitación. Abro la puerta y un par de miradas me mira.
-Tu debes de ser mi compañera de habitación-dice recogiendo su ropa. Es más bajita que yo, con el pelo pelirrojo y ojos grises. Tiene un piercing en la nariz y el medusa. Me la queso mirando bastante confusa y asiento-soy Lilian Blake encantada.
-Soy Irina Waldforf. Me flipa tus piercing-la digo sentándome en la cama. Ella me mira y sonríe.
-Gracias, mis padres casi le dan un infarto cuando me lo vieron. ¿Tú tienes alguno?-me pregunta curiosa. Yo asiento aunque no puede verme, ya que se ha puesto a colocar ropa en el armario.
-Sí, tengo el smile y el del ombligo-la digo. Ella se gira a verme y le enseño los piercing. El del ombligo me lo hice con catorce años. Un amigo que tenía dieciséis años me retó a hacérmelo y el smile hace un año. Dice que está muy guay y que ella va a hacerse más, sobretodo en la oreja y el de la lengua. La verdad es que es maja pero tampoco quiero confiarme. Soy bastante fría y eso se debe a la familia de mi madre. Mi madre es medio rusa pero se vino aquí a Estados Unidos bastante joven. Después de un rato más hablando, ella decide ir al comedor porque ha quedado con algunas amigas y me invita a conocer a sus amigas pero rechazo su invitación. Cuando veo que ha salido de la habitación, decido hablar con Liz, así que hago videollamada. Liz me cuenta como va la vida allí mientras que yo le cuento la mierda de internado. Cuento que mi compañera de habitación es maja pero ojalá tenerla a ella. Ella fue mi amiga desde pequeñas y la verdad es que agradezco todo lo que ha hecho por mi. Ella me acogía en su casa cuando iba bastante borracha no porque mi padre se enfadara, me daba igual eso, sino porque no quería ir a casa por la noche cuando iba esa zorra que tiene de amante. Después de un buen rato hablando, cuelgo diciendo que íbamos a llamarnos todos los días. Me cambio de ropa y como todavía hace calor, me pongo unos pantalones cortos vaqueros, un top rojo y unas converses negras. Me arreglo mi pelo negro largo ondulado y salgo de la habitación. Cuando voy por las escaleras para el comedor, veo que hay muchas mas personas por allí. Me adentro en el comedor y cojo un sándwich de pavo para cenar con una botella de agua. Cuando voy a sentarme, oigo que alguien me llama. Cuando miro hacía la tercera mesa, está Harry levantando la mano y agitándolo. Me dirijo hacía allí y me siento en una esquina, al lado de él. Hay otros dos chicos más y una chica. Ella mira hacía Harry como si fuera el único hombre en la Tierra y me hace gracia la verdad. Harry es bastante monillo, con el pelo castaño y ojos marrones. Pero sigo diciendo que es muy pesado.
-Chicos, os presento a Irina. Irina ellos son Michael, Thomas y Clarissa-dice señalándome a cada uno de ellos. Yo no les saludo, sino que me pongo a comer mi sándwich en silencio. Cuando ven que paso de ellos, empiezan a hablar de temas triviales como las asignaturas, el fin de semana y las fiestas. En lo último presto mas atención.
-¿Aquí se celebran fiestas? -pregunto bastante intrigada. Harry me mira y asiente divertido.
-Claro, hay una sala para hacer fiestas. También se hacen en el bosque que hay detrás del Internado aunque no te aconsejo ir sola por allí-dice preocupado. Le miro algo cabreada porque en mis diecisiete años, nadie se ha preocupado de lo que pasara y me jode que ahora el único “amigo” que tengo aquí-aparte de mi compañera de habitación- se preocupe por mí. No me conoce absolutamente de nada.
-Mira Harry, no es por ser borde o mala persona pero no me conoces de nada. Puedo hacer lo que me de la puta gana sin que nadie me diga que es lo que tengo que hacer. Me toca las narices que te preocupes por mi-le digo cabreada. Él baja la vista y asiente algo decepcionado. Se que me he pasado pero mis padres me han convertido en alguien horrible. Me levanto de la mesa con intención de irme pero alguien se queda en la puerta. El chico con quien había chocado esta tarde. Noto que me mira demasiado y eso me pone muy nerviosa. Me está interrogando con la mirada, cosa que hacían siempre la gente antes de conocerme. Juzgarme. Más cabreada que antes, le doy un empujón y salgo del comedor para irme a la habitación. Vaya día mas aburrido y mierda.
Sobre las doce de la noche, oigo ruidos y unas risas. Mi compañera de habitación abre la puerta torpemente y se recuesta en la cama. Oigo besos y unas risas.
-Nate, aquí no, está Irina y nos puede oír-dice Lilian intentando no hacer ruido para no despertarme…pero lo estaba. El chico tiene que decirle algo a ella que Lilian empieza a reírse. Enciendo la luz de la habitación solo para joderles.
-Joder Irina, ¿Qué haces? -dice mi compañera de habitación. Yo solo me cruzo de brazos y me fijo en el chico. Él se me queda mirando y recuerdo que es el chico con quien me he chocado esta tarde y en la cafetería.
-Lo siento, no quería molestar con lo que estuvierais…haciendo-le digo irónicamente. Lilian no me cae mal pero traer a un chico el primer día nada más conocer a tu compañera de habitación no me hace gracia, sinceramente. El chico de nombre Nate, se empieza a reír.
-No se quien coño te crees que eres pero no la hables así. Ella puedes hacer lo que quiera y esta es su habitación, antes de que tu llegaras-salta el imbécil defendiendo a Lilian. Yo solo le fulmino con la mirada y Lilian, avergonzada, le pide a Nate que se vaya. Él solo le da un beso rápido en los labios y se va. Cuando se cierra la puerta, Lilian se dirige al baño y al cabo de cinco minutos, sale. Se tumba en la cama que hay a la izquierda, apaga la luz y es cuando me doy cuenta que la he cabreado de verdad.

Atracción FatalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora