Querida Maria:
Estaba pensando en el día que al fin nos topamos.
Aunque es muy triste para mi.
Te vi.
Tenias un vestido rojo.
El viento jugaba con tu pelo.
Eras tan hermosa.
Pero,
Parecias perdida y mirabas al suelo.
Apresuré el paso y te pude sostener antes que tu cuerpo impactará con el suelo.
Mis profundos ojos verdes te miraron.
Pero tu no los viste a ellos.
Las lagrimas que habían en tu rostro empañaban tu vista.
¿Qué paso ese día, Maria?
Recuerdo que sin mirarme aún,
Apartaste mis manos de tu cintura y seguiste caminando.
Lamento no haberte seguido, pequeña Maria.