Tres semanas después...
Los edificios y casitas pintorescas de París dejaban al duque algo decepcionado, pues todo se veía con un aire lúgubre por las constantes protestas entre los ciudadanos.
Desde joven, él siempre había añorado con visitar la romántica y artística cuidad de París, pero todo rastro de alegría fue arrebatado por esta tonta guerra de casi un siglo, ¿Cual era el objetivo? Solo tener mas tierras para presumir y sin quedar conforme, arrebatar aun más, pero todo quedaría en cenizas, lamentos y familias separadas. Magnus lo sabía mejor que nadie y a pesar de ser reconocido, temido y respetado en todo el reino germánico él era feliz en su tierra y no quería expandirlas, él ya sentía que todo lo tenia, aunque una profunda tristeza lo hizo recordar de que tal vez pudo apreciarla en compañía de sus dos, ahora, ángeles.
Charles estaba nuevamente enfrente de Magnus, estudiando su expresión tan pérdida que solo estaba siendo reflejada por la ventana de aquel carruaje.
–Magnus... Debo contarte algo– Suspiró, atrayendo la atención total de su contra parte.
Durante el viaje nuestros personajes hablaron de cualquier tipo de banalidades, pero cuando el duque preguntaba sobre Stryker o el verdadero motivo de su viaje, el británico solo cambiaba de tema o se excusaba con algún malestar imaginario dejando solo al mayor.
Esta vez debía decirle la verdad, sobre todo cuando ya estaban cerca de su destino.
–Hace seis años me enamoré vagamente de la hija del carnicero de mi pueblo, ella antes era mi mejor amiga, pero en una noche en que la bebida nos jugó en contra terminamos haciendo el amor.– Estaba nervioso, la reacción estoica del duque no ayudaba mucho, así que solo agarró aire para seguir hablando.
–Mi madre, aunque estaba feliz de recibir a su primer nieto, no tuvo mucha fuerza para objetar contra mi padre que rechazaba que mi primogénito tuviera que ser el hijo de una pueblerina, alguien común, según él. – Charles apretaba sus puños sobre sus rodillas, si bien no odiaba a su padre. La tristeza que tuvo su madre después la condujo en una gran depresión hasta la muerte.
–Mi padre... Después de la muerte de mi madre dijo que mi hijo era un bastardo, pues si bien no era nacido fuera de un matrimonio no podía ser aceptado con semejante origen. Así que yo...– Las lágrimas comenzaron a salir, nunca había tenido que contar la historia, pues así se aseguraba que su pequeño estuviera a salvo.
–Yo lo dejé bajo la tutela de unos amigos que viven aquí, son británicos, pero prefirieron vivir en París. –
Magnus estaba en asombro y confusión, el tuvo una historia similar, aunque sus mellizas, ni su madre pudieron sobrevivir. Lo que le generó la siguiente interrogante.
–¿Y la madre de tu hijo?– Habló el duque con preocupación.
–Ella... Moira... Murió al dar a luz.– Levantó la vista con los ojos cerrados y se limpió los ojos con brusquedad. El Duque al ver que su amigo se maltrataba la cara agarró sus manos con delicadeza.
Él entendía el secretismo en el asunto y también supuso que al morir Lord Brian, Charles aprovecharía para llevar a su pequeño a su verdadero hogar.
–Lo entiendo. – Dijo dando una ligera sonrisa, al percatarse de la cara roja y los ojos azules intenso de Xavier.
Sus miradas conectadas y en silencio, fue algo mágico. La tranquilidad del asunto y la sonrisas que se transmitían le daban paz al otro, las preocupaciones no importaban, estaban para apoyarse, estos hombres de tortuosos pasados se habían encontrado y congeniaron lo suficiente para saber que la compañía del otro era lo que les faltaba. Ahora la pregunta era ¿ Era estos sentimientos una clara declaración de algo más que una amistad?.
–Mes seigneurs nous sommes arrivés*.– Dijo el chofer francés, desde afuera del carruaje.
Ambos hombres avergonzados se alejaron en un instante, ruborizados y apenados. El Lord Xavier aclaró su garganta y evitando el contacto visual se dirigió al duque.
–Yo bajare primero, cuando le de la señal, puede bajar.– El duque estaba demasiado avergonzado para dar replicas a que le dieran ordenes, o para hablar si quiera. Así que sólo asintió.
Charles bajó acomodando su típico chaleco azul con detalles dorados, en forma de hojas de olivo en cada lado de este, mientras dirigía una mirada por el jardín y la fuente que les daba la bienvenida a aquella gran casa, si bien no era un castillo como el suyo, se notaba lo ancha y alta que era, contando con dos pisos. Después su sonrisa se agrando al ver al rubio y al castaño en la entrada y detrás de ellos salía disparado un pequeño niño castaño, de ojos azules cían, blanco como Charles; se abalanzó sobre el lord Xavier y este lo agarró para alzarlo y abrazarlo fuertemente.
–David, mi hijo, mi amado hijo, te he extrañando.– Dijo mientras besaba la coronilla del pequeño y lo volvía a dejar en el suelo.
–Moi aussi père.*– Charles sonrió con orgullo, su pequeño ya hablaba un francés fluido.
–Y nosotros también lo extrañamos mi Lord, espero que sea recíproco. –Dijo un castaño más joven mientras se acercaba junto a un rubio.
Charles río.
–Por supuesto. Lord Scott, también a usted, Lord Alexander.– Tanto el castaño como el rubio asintieron de forma lenta con sus cabezas.
-Déjeme presentarles a mi acompañante... El duque de Génova, Magnus Segundo Lehnsherr. – Charles extendió su brazo en dirección al carruaje, del cual salía el nombrado.
Ambos hermanos estaban perplejos, nunca imaginaron que se encontrarían con semejante leyenda enfrente de ellos.
–Magnus le magnifique...*. – Dijo Alexander en un murmullo y con sus ojos destellando del asombro.
Mientras, Scott estaba recelo y recio ante aquella imagen del germánico acercándose con una mirada fría y porte de superioridad, tal vez sea un legendario guerrero e incluso el héroe de su hermano mayor, pero eso no quitaba todas las vidas inocentes que arrebató.
–Mis señores Summers, gracias por recibirnos.– Dijo ya estando al lado de Charles, mientras hacia una ligera, pero delicada, reverencia.
–Por favor Duque, no sea tan cortés, puede decirme Alex, él es mi hermano Scott. – Dijo rápidamente el rubio con una amplia sonrisa.
– A mi si me diga Lord Summers. – Dijo a secas el castaño, mientras su hermano mayor lo reprendía con una mirada llena de enfado.
– Esta bien, lord Summers.– Dijo con un poco de burla al momento de otorgarle aquel título al joven, pues este no aparentaba más de 20 y su hermano mayor, los 24.
Charles que estaba perplejo ante la actitud de los tres hombres, tosió falsamente para así captar la atención de todos.
–Mi querido amigo, quiero presentarle a la luz más brillante de mi vida... Mi hijo David.– El mencionado asomó su cabeza con algo de timidez, pues estaba escondido detrás de su padre.
Magnus estaba asombrado y apenado al ver a ese pequeño. ¡Era tan igual a Charles que podría asegurar que era su viva copia! Solo compartía pequeñas diferencia como el grosor de sus labios era menor que el de su padre y también prometía ser más alto que este cuando fuera un adulto, pues a pesar de ser de la misma edad que sus sobrinos el niño era una cabeza más alto que Pietro.
–Ravi de te rencontrer, petit David, ton père a fait des merveilles sur toi...*– El duque agradeció mentalmente a su madre por haberle enseñado francés, mientras el pequeño se debatía entre contestar o no encontrándose con la suave mirada de su padre, el cual asintió, confirmándole que podía responder.
–le goût est le mien.* – Respondió sin titubear y mirando al duque, el niño sabia de modales y aunque se notaba por sus mejillas enrojecidas que se moría de la pena, el infante tenía que ser cortés ante el amigo de su padre.
Charles estaba orgulloso, su pequeño había sido educado excelente por sus amigos.
–Bueno, será mejor que pasemos.– Dijo lord Xavier mirando con una sonrisa expectante a los tres adultos y después cargar a su hijo mientras se adentraban en la casa.
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Mis señores hemos llegado*
Yo también padre**
Mucho gusto pequeño David, tu padre me ha hablo maravillas de ti***
El gusto es mío.****
Bueno chicxs lo prometido es deuda y aquí ya tenemos al pequeño David. Tranquilos que el drama esta más cerca de lo que creen
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La Gota Del Amor (Cherik)
DiversosDurante la guerra de los 100 años, donde el reino británico y el reinado francés se masacraban mutuamente y los héroes comenzaban a nacer, existió un lord británico que se despojó de todas las costumbres y prejuicios de aquella época al enamorarse d...