Ya había pasado un día desde que el Duque Lehnsherr y Lord Xavier se habían hospedado en la quinta de los Summers. Charles decidió pasar tiempo de caridad con su hijo desde su llegada, algo lo cual, a Magnus no le importó pues entendía el anhelo de un padre por pasar tiempo con su hijo.
Eso le hizo recordar vagamente a sus gemelas, Anya y Laura. Aunque no fueron hijas biologiamentes suyas, las crió como si lo fueran. Aún podía recordar, con nostalgia, como una de las doncellas del castillo, en Genova, murió dando a luz y nadie sabía del padre de las niñas. Así que el Duque, sin oposición de nadie, decidió adoptar a las pequeñas. Todos estaban felices por las pequeñas, excepto su padre y hermana pues no eran su sangre, y por el acto de bondad de Magnus. Sin embargo, solo llegaron al año antes de la traición de su abanderado, Maximoff.
Al anocher, y después de que todos cenaron y fueron a sus respectivas habitaciones, Magnus no podía conciliar el sueño, se acercaba la fecha de la tragedia y él solía pasar ese día con sus sobrinos pues, de cierta manera, ellos le hacían recordar a sus peqUeñas. A veces se preguntaba como se hubieran llevado, un sentimiento amargo le apodera y el típico nudo en la garganta se instala como un viejo amigo.
Cuando por fin logra despejar sus sentimientos y recuerdos se da cuenta que esta en una especie de oficina, tiene grandes ventanas cubriendo casi toda una pared y al lado izquierdo esta un escritorio con dos sillas, una detrás de este y la otra al frente. Magnus pasa la yema de sus dedos suavemente por las sillas y la mesa, mientras aprecia la estantería pegada a la pared. Rapidamente se da cuenta que hay libros de ciencias naturales, novelas de romance y… ¿un bestiario?
Coloca el platillo con la vela, que lo ha estado acompañando en su paseo nocturno, en la mesa y saca el libro, casi con desesperación, y aunque no sabe por qué, sus manos buscan algo que ni su propia mente sabe que es, hasta que da con un dibujo que le parece demasiado familiar.
-Vampire… (vampiro…)- Dice inconscientemente en voz alta mientras lee y ve ese dibujo.
“Hace mucho tiempo un hombre poderoso, tanto en dinero, influencia y fuerza, acudió a un demonio, pues buscaba la manera de reinar para siempre… Ese hombre, buscaba la inmortalidad. Aquel rey avaricioso se llamaba Klaus Schimdt y el demonio que le “prometió” la inmortalidad se llamaba En Sabah Nur. El demonio terminó engañando al rey y aunque le concedió la inmortalidad lo maldijo, al mismo tiempo, con una eterna sed, pues para conservar su cuerpo joven, y con grandes poderes, debía beber la sangre de seres vivientes. Al principio el rey no tuvo deparos en su hambre y por poco acaba con un país entero, él solo. Entonces un grupo de caballeros y hechiceros se enfrentó contra él y su Círculo del Infierno, nombre el cual se le dio a sus seguidores, algunos humanos otros vampiros. Lo derrotaron, exterminando también aquellos que lo seguían y lo confinaron a una cueva... “
“…Este retrato pertenece a Elias Dumont, uno de los caballeros sobrevivientes a la batalla”.
Así Magnus pudo contemplar con sumo horror como aquel retrato donde se visualizaba a una especie de ser “humano” con orejas largas y puntiaguadas, al igual que sus uñas que parecian garras, colmillos excesivamente largos y grandes, que sobresalian de su boca, ojos con iris anormalmente rojas y que destellaban furia, era el mismo que se había encontrado en la cueva hace ya varios días. Jadeó ante la revelación, tapando su boca en el proceso, y comenzó a sudar frió, su parte racional decía que no era posible que era una coincidencia, sin embargo, aquel recuerdo, donde la criatura lamía su sangre le refutó lo que más temía, había visto un vampiro y por alguna manera sobrevivó –más bien porque aquel “hombre” así lo quizo–
-¿Magnus? ¿Eres tú?- Escuchó la voz de Charles y subió su mirada, mientras cerraba el libro con nerviosismo.
-¡Sí! ¡Digo! ¿Dime Charles?.- Al decir lo último con algo de duda y nervisismo, causó que Xavier entrara y encarara una ceja y embozara una sonrisa, divertido.
-¿Qué haces despierto? Es muy tarde, yo me levanté para ver como dormía David, ¿Pero tú?.- Dijo mientras se acercaba hasta quedar frente al escritorio y, colocar su propia vela en frete de la de Magnus, ver como la mano del Duque tapaba de manera torpe el titulo del libro.
Charles, observó como algunas letras del título se escapaban de la mano de Magnus, bufó sin quitar su sonrisa y volvió a mirar esos ojos que tanto le llamaban la curiosidad, pues ahora eran grices con matices verdosas.
-No pensé que fuera un hombre de fantasía.- Dice y no evita que otra risa se le escape al ver el sonrojo de su amigo.
Charles se acerca lentamente hasta quedar del lado de Magnus, este se echa unos paso para atrás mientras deja el libro a la plena disposición de Xavier, quien no tarda en comenzar a ojear el libro, pasa página por página y como si fuera obra del destino se para justo en donde Magnus leía.
-¿Sabes? Entre todas las historias de bestias, sus origenes, sus debilidades y los magnificos poderes que pueden tener, este es el que me llama más la atención.- Pasa sus dedos por el retrato del demonio disfrazado de hombre, hipnotizado por el dibujo y con la mirada ida.
-Un hombre desesperado en busca de la inmortalidad, solo para nunca dejar el poder. ¿Qué sentido tiene la vida entonces? El poder se nos puede ser arrebatado de la noche a la mañana, para eso están aquellos que se levantan en contra de nosotros, pero la vida no tiene sentido sin la muerte. Para mí, un ser que busca la inmortalidad, no es más que alguien que no ve la verdadera belleza de vivir.-
Magnus, quien había estado escuchando los pensamientos en voz alta de Charles, lo mira desde un lado y no puede sentirse más atraído. Charles era una persona con pensamientos tan profundos y de convicciones tan definidas –igual que él– que solo hacia aumentar la admiración y respeto del germano hacia el britanico.
-¿Sientes que eres feliz con tu vida actual?- Pregunta de repente, ganandose una cara de confusión, por parte de Charles, observandolo buscando que aclare su respuesta.
- Es decir–carraspea– Olvidalo.- A parta la mirada avergonzado de esos ojos profundamente azueles.
Charles, inconscientemente, coloca su mano encima del hombro de Magnus y este vuelve a mirarlo, aún avergonzado. Lord Xavier le sonrié para tranquilizarlo.
-Amo a mi hermana, amé a mis padres, amo a mi hijo, amo a mi patria, de hecho si me dieran la oportunidad de nacer con mi misma familia, lo haría sin pensarlo– La sonrisa se esfuma de repente y Magnus lo mira preocupado– Sin embargo, daría mi alma al Diablo por nacer en otra época.
Magnus se asombra y su cara lo delata, con delicadeza agarra la mano de Charles y la baja de su hombro. Xavier teme que la confesión tan directa lo vaya a alejar, pero mira que el Duque entrelaza su mano con la suya al unir sus dedos. El britanico se llena de ansiedad y, casi al mismo tiempo que Magnus, aprieta su agarre, como si pidera que lo que esta pensando se cumpliera, que el Duque fuera aquel niño que le prometió nunca separarse de él. Sin embargo la confesión del Duque lo deja asombrado y desconcertado.
-Yo amo también a mi patria, amó a mis sobrinos, amé a mi madre y, a pesar de su severidad, amé a mi padre. De mi hermana aún dudo, pues como vio es algo hipócrita –Charles ríe ligeramente y sube su mirada, otra vez, hacia Magnus– Pero no nací para ser un Duque, ni guerrero y también daría lo que fuera por no haber nacido en este caos de época.-
La tensión vuelve, no es incómoda, pero hay tanto que hablar que las miradas que se dedican es como las mismas estrellas estallaran, los dos ya lo sabían, estaban enamorados. Enamorados de alguien de su mismo sexo y en una época donde es una aberración lo que ellos no temen llamar “amor”.
-¡Lord Xavier!.-
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La Gota Del Amor (Cherik)
AcakDurante la guerra de los 100 años, donde el reino británico y el reinado francés se masacraban mutuamente y los héroes comenzaban a nacer, existió un lord británico que se despojó de todas las costumbres y prejuicios de aquella época al enamorarse d...